El ritual había comenzado, sabía de antemano que pronto sería entregado a un hombre que no conocía.
Lo había vestido para la ocasión, sus ropas variaban entre tonos blancos, grises y plateados. Sin embargo nada opacaba su belleza natural.
Aunque era perteneciente de las tribus del norte, el poseía una apariencia peculiar, desde sus ojos azul celeste, o las ebras de su cabello del mismo color, quien fuese que lo viera lo consideraba una criatura muy hermosa.
Aquel hombre rubio, no fue la excepción. Quedo prendado de la apariencia del joven doncel, aquel que era apodado por las regiones colindantes como "el fantasma de la noche nevada".
Sin embargo no le amaba, a este sujeto solo le movía el saberse dueño de ese joven. Lo queria para presumir y mostrar cual joya que porta una dama.
Entre canticos y gritos la barca en la que se encontraba acostado el doncel comenzó su camino para llegar a la entrada de la aldea. Una vez que llegará a la orilla su destinó quedaría escrito. Una mueca de sonrisa surco su rostro con ironía ante sus pensamientos.
Este hecho altero aun más a las masas quienes contentos vitoreaban al chico peliceleste. Eso molesto al chico el cual volvió a su normal inexpresividad.
El hombre conocido como Nash, el portador de los ojos de belial. Tiro de la cuerda que estaba atada a la canoa que llevaba al chico peliazul.
Sus acompañantes lanzaron gritos de júbilo.
Poco a poco la barca se acercaba a la orilla y el chico que iba en ella se sentia más desolado. Cerro sus ojos y se resigno.
De un momento a otro los gritos cambiaron de tonalidad, ya no eran alegres, sino que estaban llenos de pánico y terror, el menor abrio los ojos de golpe justamente cuando un par de garras grande tomaron su barca y comenzó a elevarse.
Nash intento con todas sus fuerzas evitar que aquella creatura se llevara su nuevo jugete. Tiro de la cuerda, llamando la atención de la bestia alada. Un majestuoso dragón de escamas rojas con tintes negros.
Este dragón dejo caer la canoa con todo y chico adentro, este pronto se separo del bote y fue nuevamente apresado por aquella creatura.
Sin más preámbulo aquella bestia batió sus alas y se perdió entre las nuves cargando al joven peliazul entre sus garras.
