CAPÍTULO 3

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Abrí la puerta del baño; en ese lapso de tiempo mi mente creaba los pensamientos más oscuros que me aterran. Di un paso adelante y como era de esperarse, vacío —¿Qué está pasando?- estaba a punto de salir, pero, algo reflejado en el espejo llamo mi atención. Me dirijo hacia aquel objeto y  observo mi rostro, se ve diferente; mi ojo derecho no esta en su posición correcta, fijamente me observo y percibo el como mi ojo se va deslizando al igual que la mitad de mi labio, mi rostro se va deformando, trato de ponerlo en su lugar pero nada funciona. Comienzo a gritar por la impotencia de que todo lo que hago no sirve, tomo un poco de mi piel y la desprendo parte por parte, mi desesperación fue tanta que tomé mechones de mi cabello; con mis dos manos arranco la piel de mi rostro, mi globo ocular izquierdo cuelga, mi estructura dental se observa completamente, el hueso nasal, frontal, cigomático; siento el correr de la sangre por mis manos, por mi cuello; humedeciendo mi ropa.

Tomo las toallas de mano y con eso cubro mi rostro tratando de detener el sangrado de lo que ahora es mi desgarrado rostro, al cambiar la toalla me doy cuenta que esta sigue teniendo el mismo color crema, sin una sola mancha de sangre.

Rápidamente me pongo en pie y me miro al espejo —¿Qué es lo que está pasando?- dije al ver que mi rostro estaba bien, mi corazón late desfrenadamente y mi mente está vuelta loca, no puedo controlar mis nervios, hay algo que me dice que salga corriendo pero este temor no me deja avanzar.

Cuándo deseo dar un paso hacia la salida; siento un par de manos que se sostienen de mis tobillos, miro hacia el piso y una cabeza esta en medio de mis piernas.

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