CAPÍTULO 4

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Cuándo deseo dar un paso hacia la salida; siento un par de manos que se sostienen de mis tobillos, miro hacia el piso y una cabeza esta en medio de mis pierna —¿Qué es lo que quieres?- mencioné aterrado, observo cómo su cabeza hace movimientos entre cortados a tal grado que logro percibir un ruido seco que pareciera que su cuello se esta resquebrajando.

Veo como su cabeza se hace hacía atrás y mi pie es liberado de sus frías manos que lograban traspasar la tela de mi pantalón, sin embargo, comienzan a ascender por mi espalda, sus dedos son tan delgados, tanto que siento cada hueso de la composición de estos, los cuales llegan a mi cuello y me abraza -tu calor- me decía al oído y con el olor putrido que emanaba su boca.

Mi cabeza me dolía y el resplandor del sol que traspasaba la ventana de mi cuarto me deslumbraba —Lo de anoche ¿fue real?- susurré, siento un ardor en mis piernas y parte de la espalda, líneas tan delgadas y rojizas se formaron sin que yo me diera cuenta. Me dirigí al baño, tome un pequeño espejo para así poder ver mi espalda, delicadas y muy marcadas lineas están por toda mi espalda. Sin importarme que el agua este helada me meto a la bañera, veo como el agua poco a poco comienza a tornarse escarlata, sé que no es correcto pero poco me importa; tomo el barra de jabón y comienzo a lavarme las piernas, los brazos y por ende mi espalda.

Apesar de que las heridas son de anoche, cuando el jabón entra en ellas logran ese ardor tan característico. No sé que pensar, lo único que sé es que no renunciaré a lo que hace que mi sangre hierva, no puedo detener este tipo de vida que tanto placer me ha dado. Salgo de la bañera; observo mis piernas y se ven más limpias que hace unos minutos, tomo una toalla larga y la pongo en mi cabeza. Con mi desnudo cuerpo me dirijo a mi habitación y me dejo caer en la cama  —¿Quién será mi próxima degustación?-- susurré.

Han pasado dos semanas sin ningún incidente con la aparición de aquel ente, eso me facilita en la búsqueda de mi siguiente acto de placer criminal.

Cuándo me dirijo a mi café favorito me doy cuenta de la presencia de una nueva mesera, es muy diferente a las demas chicas, la punta de sus largos cabellos esta entintado de un rojo profundo, tan hermoso como la sangre que en raras ocasiones lograba que emanara del cuerpo de ellas. Una de las antigüas meseras se acerca y mencionó —Asi que ¿ha visto a la nueva chica?- sonrió, alguna vez llegue a pensar en que fuera ella una de mis tantas diversiones, pero para mi mala suerte me di cuenta que era un hombre, transexual creo que así se le llama. —Es inevitable el no voltear a verla- respondí antes de tomarle un sorbo a mi café -si gusta, apartir de ahora puedo hacer que ella lo atienda- mencionó muy tranquilamente mientras se alejaba de mi mesa, me encantaría poder conocerla, planear paso a paso la dulce tortura, una tortura hermosa al igual que ella -Me parece perfecto- mencione antes de darle otro sorbo a mi café.

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