Corriendo lo más a prisa que podíamos y arrastrando a Sabrina logramos escapar de los Belicosos y resguardarnos en un cuarto donde la puerta era de un metal grueso. Permanecimos en esa habitación pues nos separaba de la delgada línea entre la vida y la muerte.
Las gotas de sudor recorrían nuestros rostros mientras mirábamos la puerta. Los Belicosos que estaban afuera golpeaban la puerta con fuerza y la rasguñaban, eso hacía que se me erizara la piel.
Sabrina tirada en el suelo halaba su pie y lo acomodaba mientras se recostaba en la pared —¿Cómo vamos a escapar de aquí?
Enrique lanzó el bate al suelo —no lo sé.
—No se desanimen —dijo Derek llamando nuestra atención —los Belicosos se marcharán y con el caos que reina afuera estoy seguro que encontraremos la oportunidad de escapar.
Moví las manos —¿Cómo sabe que se irán?
—Porque llevo años estudiando su comportamiento.
—¿Entonces usted sabe que es este lugar?
Asiente —sí, pero la ignorancia los mantendrá a salvo. Es mejor no saber, créanme.
—¿Por qué? —Luciano se cruzó de brazos mientras estaba recostado a la pared.
—No tienen idea de lo grande que es esto. Y no los involucraré más de la cuenta, no quiero cargar con más muertes en mi conciencia.
Luego de escuchar a Derek nos quedamos en silencio y todos nos sentamos. De manera constante me acercaba a la puerta y colocaba mi oído en ella con la esperanza de no oír los pasos de los Belicosos arrastrándose en el piso.
—No escucho nada —mi oreja estaba fría debido a la temperatura del metal que conformaba la puerta.
—Tenemos que irnos —Derek se levantó —Dusty, por favor no hagas ruido y no te separes de mí —dijo observando a su perro. Aquel cachorro movía su cola y se sentó pues parecía haber entendido las órdenes de su amo.
—No lo voy a lograr —Sabrina mantenía la mirada fija al frente mientras dio una ligera sonrisa de boca cerrada.
—Si lo harás, así tenga que llevarte cargada —Luciano se acercó a ella y la miró al rostro.
Luego tomamos las armas y yo agarré la espada. Los chicos llevaban a Sabrina en medio de ambos mientras ella se apoyaba en sus hombros. Su pie estaba hinchado y se le dificultaba mucho caminar, casi no podía alzarlo al dar los pasos.
Abrí la puerta con sumo cuidado y los Belicosos se habían ido. Salimos al pasillo y había cables eléctricos dando chispas en el suelo, sillas volteadas y paredes derrumbadas.
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Llevábamos mucho tiempo deambulando y no había señal alguna de los militares ni de las criaturas. Apretaba mi nariz pues percibía un mal olor como de carne podrida. Me mantenía con ánimos trayendo a mi mente la sonrisa de mis padres, la posibilidad de volver a verlos me daba fuerzas para continuar.
Volteé a ver a los chicos que ayudaban a caminar a Sabrina. Ella hacía gestos de dolor con cada paso por lo que paré de caminar y me acerqué a ella.
—¿Cómo está tu pie?
—Duele mucho, estoy exhausta.
Estando cerca de ella sentí que el mal olor aumentaba y así me di cuenta que provenía de su pie.
—¿Me permites ver? —ella asintió dándome permiso.
Me agaché y con sumo cuidado quité su zapato. Su pie estaba morado como una remolacha y el olor a carne podrida se intensificó. Puse la mano en mi boca y alcé la mirada, ella comenzó a llorar.
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Jueves 6 de agosto
Tajemnica / ThrillerDespués de mucho tiempo sin reunirse, un grupo de amigos planea realizar un viaje por carretera, pero sus planes cambian cuando deciden explorar una cueva y quedan atrapados en ella. Con desesperación buscan otra salida hasta que se topan con unas c...