You make me want to run it all back

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"Me haces querer hacerlo todo nuevamente. Nunca nadie me ha hecho sentirme así. Pensé que nunca te necesitaría. Ahora todo lo que quiero hacer es verte."

Eren caminaba por las solitarias calles, con sus manos en los bolsillos de los pantalones. El traje de la oficina podría estar completo, faltándole la corbata. Pateaba todo lo que se le cruzara enfrente, ante la furia que sostenía.

Había tenido un pésimo día. 

Las cosas con su pareja se habían salido de control. Después de casi siete años de relación, la sorpresa del compromiso tocó su puerta. No, no era algo bueno. Se supone que la unión se lleva a cabo cuando ambos están preparados y dispuestos a permanecer juntos. Ninguno lo estaba. Él, en definitiva, no lo estaba. Sabía que Historia tampoco.

El padre de su novia lo había organizado todo. "¿Cómo es posible que pasado tanto tiempo, no se hayan casado aún?", dijo. Incluso compró las sortijas de matrimonio, obsequiándoselas. En un principio, por supuesto que se negó, ¿cómo aceptar algo para lo que no estaba listo? Ni siquiera había cruzado esa idea por su cabeza. Su ahora prometida se molestó. Gritó y lloró, repitiendo una y otra vez que si era porque no la amaba. Eren estuvo a punto de arrancarse el cabello.

Lo peor de todo era que no sabía qué hacer. ¿Por qué sabía que la rubia no estaba preparada para casarse, a pesar del enorme berrinche que le hizo? ¿Alguien dispuesto a contraer matrimonio se acuesta con otra persona que no es su pareja? En todo caso, la respuesta sería un no. 

Vaya porquería. Debió ver a través de la mentira. Nunca se llegó a imaginar que la chica tendría relaciones sexuales con Ymir. La castaña siempre estaba ahí para la pequeña mujer y fue la última a la que se le ocurriría ver como sospechosa, siendo la mejor amiga de Historia. Estupideces. Todo era un mar de estupideces.

Entró a una tienda de conveniencia, entrecerrando los ojos ante la clara luz del lugar, al estar casi sin faroles en aquellas oscuras calles. Miró al mostrador. Bastantes personas se encontraban amontonadas ahí, conversando con los trabajadores del lugar.

Resopló al ver sus atuendos. Era probable que regresaran de alguna fiesta. Por lo risueños que estaban se notaba a leguas que algunos iban ebrios o incluso drogados.

Llegó a los refrigeradores traseros y tomó un cajoncillo de seis pequeñas botellas de cerveza. Era más de media noche y no regresaría a casa.

Se acercó a la caja, haciendo que todos se alejaran un poco, dándole paso. Cerró sus ojos unos segundos, inhalando con lentitud para mantener la calma. Volvió a abrirlos y le dio a la chica frente a él, una pequeña sonrisa, tan forzada que se podía notar su fastidio.

Había olvidado por completo a los dueños de aquella tienda, con la fachada e interior tan cambiadas en el local. Al parecer el negocio pasó a manos de uno de los hijos de los antiguos propietarios. Lo entendía. Su error, pero, ¿qué hay de los demás? ¿Tenía que encontrarse justo con ellos en ese momento?

—Mikasa —saludó, sin motivación.

—Eren —habló ella, fría y distante. Tomó el producto del hombre, sin esforzarse en imitar el gesto del otro.

Los demás chicos, murmuraban y reían con levedad, a la lejanía. Conocían a Jaeger. Y él los conocía a ellos. Habían asistido a la escuela media juntos y aún años después de su graduación de la universidad, todos seguían reuniéndose y manteniendo su amistad. Todos, excepto Eren.

Middle of the Night || EreminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora