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El amanecer había llegado a esa tierra tan extraña como novedosa para los integrantes de Karmaland. Con un nuevo día, llegaba un nuevo reto por cumplir. Los ocho héroes, atrapados en el tiempo, confiaron en las manos del científico que los había traído a este sitio para encontrar una solución a la falta de combustible en la máquina, y por fin salir de allí para detener los meteoritos que destruyeron Karmaland.

Todos se reunieron a primera hora alrededor de la máquina del tiempo, donde se encontraban varias máquinas y radares analizando el terreno. El científico les dio una misión sencilla: conseguir cuatro cristales con gran poder, que mantienen el equilibrio de todo el sitio y juntándolos, podrían servir como energía para viajar en el tiempo y espacio. Rápidamente decidieron que lo ideal sería ir en parejas para recuperar cada uno de los cristales, ubicados en coordenadas específicas del mapa.

Poco a poco todos se fueron organizando para ir a cada punto designado.

—A ver, ¿Quién va conmigo? —menciona animadamente Luzu mientras repartía los mapas a cada uno de sus amigos.

—Venga Luzu, yo voy contigo —responde Alexby, escogiendo el punto al que irían.

—Venga, yo con Willy, que lo tengo a la par —interrumpe Rubius, tomando del brazo a su compañero. Un pequeño sonrojo se nota en la cara del de ojos rasgados, y sin oportunidad de echarse atrás acepta tímidamente.

Vegetta miró sospechosamente a la parejita. Está bien que por una vez alguien que no sea él tenga que cuidarlo de no hacer alguna tontería, pero por más amigo que sea de Willy, no se confiaba al cien porciento de él. ¿Será solo preocupación… o celos?

Rubius pidió la ubicación número tres, pues tenía buena espina de ese sitio. Luzu continuó dando indicaciones.

—Tened cuidado, ya que no sabemos con qué podríamos encontrarnos en esos sitios. Y sobretodo, ¡cuidado con no romper el cristal! La misión es traerlos sanos y salvos.

Y así, la travesía iniciaba para los dos peliblancos, en busca del cristal. Era una caminata larga, quizá tome hasta una hora de viaje, si no habían contratiempos. Todos debían estar al pie de la máquina para el atardecer. Conforme el sol se iba levantando hacia el cielo, el ambiente se hacía callado, así que Rubius decidió romper un poco el hielo.

—Si te soy sincero, me la pasé la mayor parte de este viaje encerrado en casa. O haciendo el tonto. Así que no sé cuales bichos son agresivos y cuales no.

—Bueno, la mayoría son peligrosos, así que no creo que quieras enfrentar a ninguno.

Siguieron caminando a través de una colina, la cual parecía no tener fin. Hablaban de sus peripecias en la prehistoria, que podría ser la experiencia de sus vidas. Pero luego de caminar por un buen rato, llegaron a su destino. En el punto más alto de la colina, se divisaba un paisaje inigualable, lleno de troncos, un pequeño desierto y una aldea con cavernícolas, que vivían alrededor de una pequeña laguna de lava, la cual contenía en el centro un pequeño altar, que contenía lo que estaban buscando: el cristal.

—Este paisaje es increíble... ¿No estás viendo que preciosidad?

—Pues la verdad es que no... —decía Rubius mientras hacía levantar el polvo con su pie, pateándolo.

Un pequeño silencio se formó en el sitio. Uno de incomodidad. Es verdad que el de máscara de osito se las manejaba solo yendo de un sitio para otro. Tanto que no parecía tener problemas de visión en primer lugar. Estaban sus amigos tan acostumbrados a que fuera a misiones y se manejara solo, que ni se acordaban de ello. Un sexto sentido, ¿Quizás?

—Bueno, ¿Divisas el cristal en algún sitio? —menciona Rubén.

—Sí… pero no te va a gustar donde está.

En mis ojos (Fanfic Rubegetta AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora