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Después del inesperado desenlace de la discusión con Vegetta, Rubius no encontraba otra solución. La noche había caído, la brisa se había hecho más fría y cualquier bicho podría matarlo si lo tomaba bajo guardia. ¿Y si hablaba con alguna otra persona? Aunque la idea sonaba tentadora, conoce a sus compañeros, no tardarían en esparcir el rumor de que él había viajado en el tiempo y podría acabar peor de lo que había empezado. No tenía opción, debía regresar a su tiempo antes de que alguien descubriera que había llegado en primer lugar. Si seguía cambiando las cosas, podría no regresar. Debió tragar su orgullo, su enojo y su resentimiento para regresar a su época.

Tardó tan solo un par de minutos para que el científico configurara la máquina y regresaran justo donde habían dejado las cosas en el presente. Rubius creyó que nadie notaría su ausencia, pero calculó mal. Habían regresado 5 minutos después del robo, y fue tiempo suficiente para que el resto de científicos alertaran a los integrantes de Karmaland que alguien había robado la máquina. Rubius se encontró nada más ni nada menos que a sus amigos esperándolo a su alrededor.

—¿Se puede saber qué cojones intentabas hacer? —menciona Auron en un tono no muy amigable.

—¡Pudiste haber roto la máquina! ¡O quedarte varado en una época lejana! ¿¡Qué acaso no mides las consecuencias?! —grita Alexby mientras sacaba las esposas para arrestar a Rubius.

El peliblanco decide defenderse, —¡Pues claro que sabía los riesgos! Lo siento, ¿vale? Lo bueno es que ya volví y todo está en orden...

Luzu lo interrumpe. —Bueno, y sin consultárselo a nadie te fuiste de viaje, como si fueran unas malditas vacaciones. ¿Adónde fuiste a parar?

—Yo… yo fui solo cuatro meses atrás… para ver si podía arreglar algunas cosas... —responde Rubius bajando su cabeza y evitando que lágrimas salieran, recordando la discusión que tuvo con Vegetta, y encarar que su plan había fallado.

De pronto un silencio incómodo inundó la escena. No hacía falta saber cuál era su propósito. Él solo había intentado remendar su error y lo reciben con enojo y una reprimenda. Vegetta decide romper la situación incómoda.

—No lo lleves a la cárcel Alex, lo menos que necesitamos es pelearnos mutuamente a tan solo un día del viaje. Lo que importa es que mañana tenemos una misión que cumplir y que todo está acorde al plan.

Alex solo asiente y desesposa a Rubius. El resto solo da por terminada la discusión y se despiden para ir a descansar. Sin embargo, Vegetta detiene al menor.

—Rubius, tenemos que hablar…

—No tengo nada que discutir contigo —le interrumpe empujándolo lejos.

—Esto es serio, lamento si mi yo del pasado te ha dejado con mal sabor de boca…

—¿Porqué? ¿Porqué dijiste que no? Si lo hubieras evitado, si yo lo hubiera evitado, quizá… quizá y podría serles útil para mañana... Es que no lo entiendo, siempre supiste que yo pasaríá por esto… —le dice Rubius mientras quitaba su máscara y lentamente se ponía a sollozar, dejando que las emociones lo dominaran. El otro solo se acercó a abrazarlo.

—Entiendo que estés enojado, pero te prometo que hay una razón detrás de ello…

—¡¿Y qué es tan importante como para no decírmelo?! ¡Lo único que te importa es que los demás sigan tus tontas reglas sin importar cuánto sufran! Estoy harto de este sitio, de tener que lidiar con este embrollo y sobretodo de ti, así que no intentes justificarte que ya no te creo ni mierda —le responde finalmente Rubius, mientras se va del lugar.

El mayor ni siquiera intentó detenerlo, su reacción era normal. Debía dejarlo ir y que se le bajara el resentimiento. Notó que la máscara oscura del menor estaba tirada en el suelo. Simplemente la recogió, y suspiró pensando en todo lo que faltaba por hacer en los próximos días. Vio el agujero negro en lo lejano, un espectáculo tan hermoso como peligroso. Igual que Rubén.

En mis ojos (Fanfic Rubegetta AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora