Día 7: Vida doméstica

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Los ojos de Shimura se abren, los rayos del sol matutino pasan por la ventana, cierto, había olvidado cerrar las cortinas la noche anterior. Son casi las diez de la mañana. Se estira, intentando relajar los músculos de su espalda, para luego bostezar y esconderse nuevamente entre las cobijas a causa del frío.

El cuarto no está perfectamente iluminado, pero la poca luz es suficiente para ver a la persona a su lado.

El rostro de Rumi Usagiyama está frente a él, pero ella sigue dormida y envuelta en varias mantas. La observa con atención; los ojos cerrados demuestran lo largas que son sus pestañas, el leve sonrojo en sus mejillas y pequeña nariz resulta atractivo, más aún cuando nota que los labios de Rumi están enrojecidos y entreabiertos. Sonríe apenado.

Algunos mechones de cabello blanco cubren el rostro de Rumi. Rumi siempre se mueve en sus sueños, y los tic en sus piernas son normales, así que él está acostumbrado a caer de la cama a mitad de la noche. Siempre pensó que esos movimientos eran la causa del desastre matutino que era el cabello de Rumi, pero ahora se pregunta sobre la veracidad de su teoría. Usagiyama había llegado a casa en la madrugada, sus horas de trabajo se habían expandido (para sorpresa de nadie) y estaba completamente agotada, así que solo se dejó caer en la cama. Su cansancio fue lo suficientemente fuerte para no moverse mas que un par de ocasiones en la noche, pero a pesar de eso, su cabello estaba extendido por toda la cama. Usualmente lo comparaba con las raíces de las plantas. Era demasiado largo.

Con cuidado comienza a despejar la cara de Rumi, moviendo cada mechón de hebras blancas hacia su verdadera posición.

El suave pelo de las esponjadas orejitas de conejo le hace cosquillas en las manos, una suave risa sale de sus labios, lo cual parece ser suficientemente ruidoso para despertar a Usagiyama.

Ella abre sus ojos, una sonrisa perezosa aparece en sus labios cuando ve a Tenko.

— Hola, guapo—. Ella sonríe.

— Hola—. Susurra él devuelta. Acomoda el último mechón detrás de su oreja y acaricia la suave piel ébano. Ella parece gustosa ante el gesto, pues se inclina hacia su mano en busca de calidez. Él sonríe al verla. — Lo siento, Ru. Vuelve a dormir.

— Estoy...— Una serie de  bostezos la interrumpe. Si es sincera, sus piernas y brazos están adoloridos, y su cama es cálida a comparación de la fría habitación. No quiere salir de ahí. Pero es su primer día libre en varios meses, y quiere pasar el tiempo con él. — Estoy bien.

"Si que es terca".

— Vuelve a dormir, Rumi. Yo volveré en un rato.

Ella se queja en voz alta, haciendo notar su desacuerdo con la idea. Se acerca hasta él, acomodando su cabeza sobre el brazo extendido de Shimura. Entierra su rostro en el pecho desnudo de Tenko mientras lo abraza por la cintura, desapareciendo el espacio que había entre sus cuerpos. Su sonrisa se vuelve más grande al sentir lo cálida que es la piel de Tenko. Suspira, acurrucándose más en él.

— No te muevas, tengo frío—. Murmura ella.

Shimura guarda silencio. Mueve su brazo libre para acomodar las sábanas y aumentar la calidez de Rumi. Un escalofrío lo recorre cuando la abraza, sintiendo su piel. No debería sonrojarse cuando se da cuenta de que ambos están en ropa interior, pero no puede evitarlo.

La mano perteneciente al brazo que sostiene la cabeza de Rumi se eleva y él comienza a acariciar las orejas cubiertas de pelo blanco como la nieve. Ella vuelve a suspirar, amando la atención que recibe.

— Eres muy suave.

Con cuidado, ella acaricia la cintura de Shimura y empieza a colocar suaves besos de mariposa en su pecho. Él continua acariciando sus orejas. El lugar donde son depositados los besos va poco a poco hacia el norte. Rumi besa sus clavículas y él cree saber en qué dirección va aquello.

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