Día 5: Cicatrices

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— Dilo.

Shigaraki puede sentir las manos de Rumi sobre su abdomen, sin embargo, la venda en sus ojos bloquea su visión por completo. Intenta recuperar el aliento, sus piernas están temblando.

Se niega a responder, y aquello no parece agradar a su compañera, quien sonríe con travesura. Rumi se desliza hacia abajo, frotando suavemente el miembro erecto de Shigaraki en su húmeda entrada. Él se retuerce debajo de ella entre quejidos, levanta sus caderas como un intento de estar más cerca de ella. Ella vuelve a elevarse, negando el placer al líder de La Liga de los Villanos.

Rumi observa el delicado collar púrpura que adorna el bonito cuello de Shigaraki. "Es mejor que esa mano.". Una cadena delgada está unida al collar. Quizá él lo merece. Toma la cadena con cuidado entre sus dedos y la jala en su dirección. Un jadeo sale de la garganta de Shigaraki.

¿Quieres ser un chico bueno para mí, cariño?

El sonrojo se extiende desde sus mejillas hasta las puntas de sus oídos, siente el calor de la habitación. Rumi, con sus piernas en cada extremo de sus caderas y la cadena entre sus manos, lo observa con cuidado.

— S-Si—. Shigaraki suspira cuando la mano de Rumi se desliza por su pecho, el calor que su piel irradia lo vuelve loco. El índice y pulgar de Rumi comienzan a juguetear con su pezón enrojecido. — Es lo que más deseo. Tócame, por favor.

— Me gustaría, bebé —. Comenta Usagiyama, su voz se arrastra con falsa decepción. — Pero hoy nos atacaste. Fue un día duro en el trabajo por tu culpa. Las acciones tienen consecuencias, ¿No?

Rumi se levanta de su posición, sus brazos se estiran hacia el frente para retirar la banda en los ojos de Shigaraki. Él intenta acostumbrarse a la luz de la habitación mientras que Rumi busca un objeto en su mochila. Un cinturón de cuero aparece en sus manos.

— Levanta tu lindo trasero, Shiggy. Estamos empezando.

♡♡♡

— Deberías ser más silencioso. Gemías como una maldita perra en celo. ¿Tan buena es nuestra héroe profesional?

Shigaraki levanta la vista, solo para encontrarse con el aburrido semblante de Dabi. Frunce el ceño, aún no despierta por completo y ya está de mal humor.

— Cállate. ¿Qué haces aquí? Les dije claramente que no vinieran al departamento.

Con su taza de café en la mano, Dabi se encoge de hombros. Era cierto que Tomura le había advertido a toda la Liga que no fuesen al departamento que compartían, pero a Dabi poco o nada le importaba.

— Todos pagamos este basurero. Y no es como si no supiéramos que es Mirko la que manda.

— Cierra la boca.

Shigaraki decide ignorarlo y va por una taza de café, mientras que Dabi ríe en silencio al ver que las piernas de su líder están temblando.

— ¿A qué hora se fue?

Dabi sabe a quien se refiere Tomura con aquella pregunta. Él aclara su garganta. Era divertido burlarse de la penosa situación por la cual pasaba Shigaraki, pero no podía evitar sentirse preocupado por la él y la Liga, y tampoco podía evitar pensar que el líder de los villanos estaba llevando aquella relación a otro punto.

— Ella estaba saliendo de la casa cuando yo llegué. Quizá eran las tres o las cuatro de la mañana.

— Hmm.

Shigaraki asiente, fingiendo desinterés. En realidad aquello si le importaba.

En un inicio, su relación con la heroína se reducía a encuentros fortuitos en callejones abandonados o en hoteles baratos, cualquier lugar en el que ninguno de ellos fuese reconocido, tener sexo casual y luego cada uno irse por su lado. Sin embargo, él no tardó mucho tiempo en llevarla a las distintas bases ocultas y abandonadas de la Liga de los Villanos para compartir mayor privacidad. Desde hace unos meses atrás, Rumi finalmente había tenido la confianza necesaria para dormir a su lado, pero cuando él despertaba, se encontraba sólo entre las sábanas frías. Ella podía dormir unas pocas horas y dejarlo sin despedirse.

DustBunny WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora