O6. Una reunión con Dolores.

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Cinco tenía una gran debilidad con Sigrid, si ella decía que algo no le gustaba, él haría lo posible para que ella no volviera a ver aquello; si ella pedía algo, él se lo daba; si algo le pasaba, él se vengaria en nombre de ella; esa pequeña rubia podía controlarlo sin ella tener en cuenta el gran poder que tenía sobre el azabache. Por esa razón ambos estaban en una heladería, Cinco observaba a Cero comer su helado de limón con las mejillas rojas del gusto; después de comer un almuerzo decente en un restaurante, la chica tenía ganas de un postre y Cinco no dudó en llevarla a comer su helado favorito.

— ¿Seguro que no quieres, Cinco? —cuestionó la daltónica con una muy pequeña sonrisa asomando por su rostro, eran pocas veces en las que Sigrid sonreía y desde la desaparición de Cinco, la chica había mantenido un rostro neutral y unos ojos fríos que estaban siendo derretidos por la presencia del azabache.

— ¿Me invitas? —respondió Cinco con otra pregunta.

La rubia miraba su helado para luego desviar la vista al chico frente a ella, repitió aquello tres veces más antes de tomar un poco de helado y con la mano temblorosa acercarlo al rostro de Cinco quién se había acercado a recibir el helado, le dió el bocado de helado provocando la risa de Cinco al ver su ceño levemente fruncido.

— Gracias, Griddie —comentó el azabache sonriendo al rostro ligeramente molesto de Sigrid por tener que compartir su manjar, ella siempre había sido muy posesiva con su comida por lo que no le sorprendía en absoluto que ella tuviera esa reacción.

Finalmente, los ojos de Sigrid se mostraron alegres, parecía que la idea de haber compartido con Cinco le molestaba menos de lo que ella imaginaba que le molestaría.

— Sonreíste, valió la pena —murmuró Sigrid.

«¿Entonces cualquier cosa que me haga feliz está bien?», pensó Cinco elevando su mano para devolverle el corto cabello rubio a la muchacha.

— ¿Sabes? Hay alguien especial que quiero presentarte —dijo recordando la dirección que el señor de la cafetería le había dado la noche anterior.

Para su sorpresa, el rostro de Sigrid no se mostró emocionado ni curioso, incluso pareció molestarle aquello.

— ¿Dónde lo conociste? —preguntó la rubia.

— La conocí en el apocalipsis —le dió curiosidad ver el ceño de la contraria fruncirse, como si aquello le generase desagrado.

— ¿Hablas de Dolores? —cuestiono la rubia, no conocía a esa tal «Dolores» pero tenía sentimientos encontrados hacía su persona.

— Sí, de ella misma.

— ¿Estuvo contigo todo el apocalipsis?

— Sí, durante una gran parte —afirmo el adulto con cuerpo de niño.

— Uhm...

— ¿Te molesta? —dijo Cinco mirando la expresión en los ojos confusos de Cero.

— Oh, sí. Me molesta mucho.

Parecía curioso como a pesar de decir que estaba molesta su rostro estaba tan calmado como siempre, incluso podías ver una de sus prolijas cejas elevadas demostrandose orgullosa. Aquello hizo reír y negar al muchacho quién le acarició la mejilla.

— ¿Por qué te molesta?

— ¿Por qué no debería molestarme? Tú y yo siempre estábamos juntos y ahora estuviste más de treinta años junto a Dolores, es normal que me moleste —explicó Sigrid tomando una cucharada de su helado.

— Que haya pasado tiempo con ella no debería molestarte —empezo Cinco.

— Pero lo hace —interrumpió Cero.

- ̗̀Lover of mine ⸙ ꒰ Five Hargreeves ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora