11 | El inicio de lo extraño

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Khalid – Shot Down

~*~

— ¿Y porque no un estuche con muchas plumillas? —sugerí, Korine volvió sus ojos a mi y me miró como si yo fuera la peor persona para escoger regalos, pero la verdad es que si lo era—. Bien, mala idea.

— Eres pésima para los regalos —se burló.

— ¡Oye!, no insultes a la persona que aceptó acompañarte y ayudarte —recriminé, tomé una bola de cristal con lo que parecía una pequeña réplica de la biblioteca del pueblo—. Una vez le regalé a papá una bolsa de zanahorias en su cumpleaños porque a él le gustan —confesé, la escuché reír—. Soy pésima para esto, pero no me humilles más.

Río y sacudiendo su cabeza siguió viendo y toqueteando todo en el lugar, buscábamos un regalo de cumpleaños para Wolliver. Estaba entretenida observando un caja de bailarina cuando Korine lanzó la pregunta más directa que había escuchado jamás y me atragante con mi propia saliva.

— ¿Estás saliendo con Calligan? —inquirió, la miré con ojos bien abiertos, estupefacta. Desvíe la mirada y negué con mi cabeza.

— No —dije, porque era la verdad.

Cal y yo no estábamos saliendo, no éramos novios o ligues, ni siquiera habíamos vuelto a tener momentos como los de su apartamento o los de la fiesta en la alcaldía. Todo se había mantenido igual que los primeros meses en que lo conocí, yo siendo parlanchina y él siendo un grosero diciendo que le irritaba que hablara tanto. A veces se pasaba por mi casa y se quedaba a ver películas conmigo o mientras yo leía y hablaba de cualquier cosa él se sentaba en el sofá y miraba expedientes de su trabajo.

— Somos amigos —afirmé, y eso estaba bien para mi, aún no quería descubrir mis sentimientos por Cal a fondo, me encogí de manera despreocupada—. Y así está bien, él es... peculiar, no lo sé. Me cae bien aunque a veces sea un cascarrabias —solté una risita tonta.

— Solo... solo ten cuidado, ¿si? —pidió Korine, la miré—. Hay una razón por la que a ninguno de nosotros y a Edmé nos agrada ese chico, y no es porque sea un apático sino porque... tiene un aura rara.

— ¿Diferente? —pregunté, no entendía de que me hablaba. Ella desvío la mirada e hizo un gesto desdeñoso.

— Solo cuídate, y cuida tu corazón —advirtió—. Es un rompe corazones sin saberlo.

~*~

Sucedió exactamente un viernes por la noche, las chicas me habían convencido de ir a una fiesta en el lago y tras varios ruegos yo había aceptado, además papá tendría una cita con Danielle y me quedaría sola en casa. Salí despidiendome de papá mientras que con diversión le advertía que quería seguir siendo hija única, solo lo escuché gritar mi nombre con algo de vergüenza en su voz.

Bajé las escaleras del porche dispuesta a llamar a Bonnie para que supiera que ya iba hacia su casa cuando una figura alta captó mi atención, de pie en la esquina de la calle donde se supone yo debía dar vuelta. Se veía tenebroso, ahí de pie en medio de las sombras y sin moverse, se veía como uno de esos asesinos psicópatas de las películas.

Disminuí mis pasos y entrecerré mis ojos para darle una mejor forma al rostro pero no conseguí reconocerla, dudé en sí volver al interior de mi casa o pasarlo de largo pero cuando alzó su mano y la agitó saludando en mi dirección supe que correr podía ser mi mejor opción. No sabía quién era, mucho menos con que intenciones venía, tal vez solo me ha confundido, tal vez ni siquiera me estaba saludando a mi.

MALAS INTENCIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora