15 | Yo nunca voy a ser como ella

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Lewis Capaldi — Bruises


Evangeline

— ¿Y puedes transformarte en lobo? —le pregunté, metiendo a mi boca un bocado de ese delicioso pollo picante de la comida china. Cal rodó los ojos y murmuró algo entre dientes, fruncí el ceño porque estaba segura que había sido unas palabrotas.

Llevábamos horas en su apartamento, y el había salido a buscar algo de comer después de una hora cuando... cuando nos habíamos quedado tirados en el suelo después de habernos, bueno, besado y toda esa cosa loca. Sé que el esperaba que al escuchar su historia y descubrir lo que era yo iba salir huyendo de él, pero no fue así. No pude irme, y probablemente no estaba siendo del todo racional pero no pude alejarme.

No cuando me había dado demasiado sobre él y me había mostrado sus heridas, unas heridas tan profundas que al ver sus ojos supe que le seguían causando mucho dolor. No pude irme ni siquiera cuando me dijo que era un híbrido, cuando me dijo que aún su padre buscaba asesinarlo. No pude dejarlo cuando se abrió tanto conmigo que me mostró que había más allá del monstruo que se consideraba, ese dolor, ese deseo, esa necesidad de protegerme me hizo ver que había algo humano en él, que ahí en su pecho latía un corazón humano que podía sentir con mucha mas profundidad y fuerza que la de un humano. 

No podía irme cuando me di cuenta que mientras me decía que yo merecía todo y él no podía darme nada, yo sentí que no me importaba. Yo no quería que me llenarán de cosas materiales, yo no quería ser adorada o venerada, yo no deseaba que un hombre me viera como la mujer perfecta para tener una vida perfecta. Lo que yo quería era a un chico que luchará por mi con la misma fuerza con la que yo iba a hacerlo. Lo que yo quería era que me amará de la misma forma en que yo estaba dispuesta a hacerlo. Lo que yo quería era que Cal me mirara como lo estaba haciendo, con esa anheló de sentir con igual o más fuerza todo ese cariño que yo sentía por él y no hacía más que crecer.

Yo quería al chico que creían un monstruo pero bajo esa piel solo había un chico que deseaba ser normal y le latía un corazón humano.

— No, no puedo ser capaz de transformarme —respondió con hastío, me sonroje—. No soy un lycan pura sangre, así que no puedo hacerlo pero a decir verdad, solo los lycans mas poderosos pueden ser capaces de la transformación. 

Había pasado las últimas horas llenándolo de preguntas y creo que ya había excedido su límite de palabras. Después de todo en esas últimas horas había hablado más que todo el tiempo en que llevábamos conociéndonos.

— ¿Y te duele? —pregunté en voz bajita, picoteando el arroz.

— A veces resulta difícil —asintió—. Normalmente no lo hago porque es molestó, el vello en la cara y los incisivos enormes no son lo mío —se encogió de hombros mientras yo reprimía una sonrisa.

— ¿Edmé sabe que eres mitad lycan o solo vampiro? —pregunté, quería dejar de preguntarle cosas pero todo me generaba curiosidad. Dejó caer la cuchara sobre el plato y me miró irritado, articule una disculpa y el negó con su cabeza.

— Sabe lo que soy —dijo, sonrió de medio lado—. Y le irrita porque soy más... poderoso que él, le fastidia también mi lado vampiro porque es un poco más notable que la parte de lycan —se sirvió más comida—. Sabe que si quisiera podría matarlo con una facilidad aterradora.

— ¿Y quieres hacerlo? —inquirí.

— A veces consigue meterse en mis asuntos y me hace querer romperle el cuello —confesó, le lancé una mirada severa que ignoró olímpicamente—. Pero no. Elegí ser alguien mejor que mi padre, elegí algo mejor que eso y además... —hizo una pausa—, no puedo hacerle eso a Tracy, ella lo amaba.

MALAS INTENCIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora