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— No, señor Jung, ya está anotado en mi pergamino con el señor Kim. — fue lo que le respondió Slughorn con su particular mirada de viejo, tras el escritorio del salón de Pociones. Era una mañana de viernes, pesada, de aire frío y húmedo, y Hoseok le acababa de preguntar por su trabajo de Felix Felicis. El profesor parecía completamente ajeno a la situación, como si la hubiera resuelto para nunca más hablarla. Analizaba una caldera de segundo año, completamente deshecha por abajo, pero ya no miraba el grueso metal negro: prefería mirar a Hoseok mientras toqueteaba el agujero para intentar encontrarle una explicación al suceso tan poco común.— Además, sabe que si empieza un Felix Felicis otra vez, hoy, ya no va a entregarlo en la fecha estipulada.

— Pero profesor, puedo trabajar con Jooheon y–

— ¡No, no es necesario, hijo! — el profesor alzó sus manos repentinamente y con una sonrisa que hizo a Hoseok poner sus ojos en blanco.— Sé que ya está harto de ser molestado, pero no tiene que enfrentarse a él, muchacho. El señor Lee limpió su caldera y comprará otro libro de Pociones Avanzadas para usted; lo tengo completamente arreglado.

— Profesor, Jooheon es mi ami...

— ¡... y el bowtruckle, ése maldito bicharrajo se metió en mi oreja! — se escucharon voces entrando omnipotentes a las mazmorras, y al segundo, la puerta del salón siendo abierta fuertemente. Alumnos de Slytherin entraban a tiempo al lugar, hablando con ésos tonos tan poco respetables y fuertes, demasiado fuertes para su propio bien. Hoseok miró por sobre su hombro para aseverar que se trataba de Im Nayeon, y así fue: la chica caminaba por el centro del salón con un porte especialmente serio, a pesar de su rostro alegre y la voz lo suficientemente enérgica como para llamar la atención de los que le siguieran el camino. El profesor Slughorn la saludó cordialmente y con una sonrisa bonachona, y el grupillo de Slytherins le devolvieron el gesto, luego mirando maleducadamente a Hoseok de reojo y haciendo muecas despectivas.

El pobre Ravenclaw no podía tener más mala suerte, pues ahora mismo no podría hablar con el profesor Slughorn porque estaba seguro de que Nayeon y sus compinches estarían molestándole a lo lejos constantemente. Así que dio media vuelta y regresó al puesto que ahora compartiría con Taehyung. Slughorn ni siquiera le preguntó por qué se alejaba, y estaba mejor así que con las voces de fondo de los Slytherin. Se sentó en una de las dos sillas, e inmediatamente revisó la caldera de su compañero de puesto: el interior burbujeaba gentil y perezoso, un color oro muy apetecible a la vista parecía atraerle poco a poco. Aunque había algo que no cuadraba en el interior... ¿Era aquello una mezcla espesa? Parecía serlo.

Hoseok fue de inmediato al mechero bajo el caldero y subió la intensidad de la llama con ayuda de su varita, para diluir la mezcla. Fue cuando sintió que el puesto a su lado se movía y era ocupado con una ligereza impropia de un mago o bruja cualquiera. Casi le dio un paro cardíaco ahí mismo, sus manos temblaron al igual que su belfo y sus ojos tras el cristal de sus grandes gafas. Miró a su derecha, donde a contraluz, Taehyung le observaba con el rostro serio de siempre, sin hacer ninguna mueca o expresar nada que se alejara de la neutralidad. El Ravenclaw tragó saliva notoriamente, permitiéndose ver que, efectivamente, la insignia de la serpiente verde estaba bordada en su pecho, destellos plata dejándose percibir de vez en cuando.

— Hola. — el usual tono frío del Slytherin no resultó tan frío como se suponía que Hoseok esperaba. Mejor dicho, su voz se notaba más bien afable y acogedora que de costumbre, igualmente un poco más baja y relajada. Jamás había notado que era tan ligera como el portador de la misma, y éso le provocó un sentimiento de comodidad que no se esperaba. Tampoco era como si de un momento a otro, se dejara llevar por la voz del Slytherin, pero algo es algo.— ¿Por qué subiste la llama?

— Eh... La mezcla estaba muy espesa... con el calor se puede diluir... — explicó el Ravenclaw con la voz igualmente baja y secretiva, sin realmente mirar cómo las personas que entraban al salón les miraban sin parar. Sorbió su nariz y bajó la posición de su cabeza, alzando las cejas como si fuera un perrito arrepentido de sus actos. Taehyung simplemente soltó un 'oh' tenue, sus muslos firmes siendo observados por el chico de la casa azul. Aún sostenía la varita, pero con no tanta convicción como lo hacía antes.

besos en el campo de quidditch !! 🏹 Vope Donde viven las historias. Descúbrelo ahora