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Algo que Hoseok jamás se vió haciendo fue el romper las reglas del colegio sin distinción alguna. Cosas como meterse al Bosque Prohibido a plena luz del día, escabullirse por el castillo a medianoche, meterse en el campo de Quidditch cuando no había motivo para hacerlo... de repente las hacía a cada momento, cruzando la línea de la locura más de una vez y efectivamente saliéndose con la suya. Y no las hacía porque sí, la verdad era que tenía una poderosa razón para hacerlo y era especialmente importante para él el lograrlo.

Aquella noche de otoño, casi siendo invierno gracias a las temperaturas gélidas, el muchacho esperaba escondido en la oscuridad a la figura que lo hacía realizar todos esos actos de locura sin precedentes. Tenía su escoba habitual agarrada firmemente del largo y elegante mango, observaba la entrada de los camerinos del campo, mordía su labio nerviosamente. Las gafas caían por el puente de su nariz gracias a los nervios, pero igualmente no se movía de su sitio. De repente sentía que tenía al mundo en la palma de su mano, que podía comérselo de un sólo bocado, se preguntaba si por un lado el Sombrero Seleccionador se habría equivocado de casa, porque mierda que parecía uno de aquellos atrevidos Gryffindor que no pensaban antes de actuar (algo muy mal visto por la casa de Ravenclaw).

Su mente fue detenida cuando lo reconoció entrar por la puerta del camerino, los hombros delgados, el cabello brillante a contraluz gracias a la Luna, abrigado tanto como lo estaba Hoseok. El chico salió de su escondite y sacó la varita de su bolsillo para evocar un Lumos entrenado a la perfección, iluminando de lejos el rostro suave y varonil del Slytherin frente a él. Intercambiaron sonrisas cálidas en el silencio de la noche, la varita bajó con un Nox hacia el bolsillo de Hoseok, se acercaron el uno al otro tan rápido que parecieron acelerar el tiempo con la forma en que querían permanecer juntos en todo momento.

No pasó mucho tiempo antes de que estuvieran volando por el campo de Quidditch igual que aquella madrugada de sábado, serpenteando por el aire y dando vueltas para impresionarse el uno al otro. Hoseok hacía piruetas de fuerza desmedida, rompía el flujo de su dirección para lograr un excelente amago de Wronski que logró un silbido asombrado de Taehyung, y éste realizaba figuras de delicado control, uno practicado tan cruentamente que parecía sacado de un libro. El viento que avisaba un invierno cercano de repente parecía cálido gracias a los esfuerzos de ambos chicos, y las risas terminaron de subir la temperatura cuando inevitablemente fueron al suelo para descansar.

Cayeron en la hierba mojada y amarillenta del campo, dejaron sus escobas a un lado para reír y escuchar sus propios ecos bailando en la neblina que comenzaba a formarse con el paso de los minutos. Estaban sentados en el medio del campo, a centímetros de distancia, dejando las risas de lado para comenzar a hablar de una vez por todas sobre el día aquel.

— Te he extrañado. — susurró Taehyung, dulce y metódico, bajando la mirada con una leve timidez que parecía endulzar el ambiente. Tragó saliva.— Nayeon ha hablado mal de tí de nuevo en la Sala Común, y no supe qué decirle para que se callara. Así que evoqué un Silencio y parece que funcionó, porque no habló por el resto de la tarde. A-aunque... incluso si no estamos juntos... no dejan de hablar sobre nosotros. Me pone nervioso, ¿no tienen nada más para comentar?

— Déjalos, Taehyung. — le respondió Hoseok también susurrando, acercándose al Slytherin de nuevo, disfrutando del calor que le proporcionaba el muchacho a su lado. Sus ojos transformaron la mirada de adoración en una frívola oscuridad que Taehyung temió por un momento antes de simplemente preocuparse.— No saben de lo que hablan porque no conocen. Sólo quieren seguir con el juego que alguien más comenzó.

— Hey. — la mano del Slytherin agarró el rostro de Hoseok y apretó sus mejillas con el ceño fruncido, haciendo que la expresión del de gafas se suavizará casi por completo.— Calma. Sólo me preocupé y... bueno. Es que me da lata que hablen y eso. Pero tienes razón. Y por eso mismo deberías simplemente dejarlo ir y ya, no enojarte. No vale la pena. Déjalos.

Se miraron por unos momentos, y la mano de Taehyung soltó el rostro de su amado para darle un beso en la punta de su nariz. Luego, a sus mejillas sonrojadas, al borde de su frente, sobre sus párpados suaves y enrojecidos por el frío. Hoseok se dejó amar por los besos que Taehyung le daba, por el significado que cada uno de ellos tenía cargado consigo. Las manos más grandes del Ravenclaw fueron a tomar el cuerpo más ligero del contrario para abrazarlo y tenerlo cerca.

Cuando los besos de Taehyung cesaron, se miraron a los ojos y rieron en el silencio. Parecían ir a su propio ritmo, porque el amanecer se acercaba y ellos seguían dándose besos y riendo, haciendo que las voces dieran un eco especial en el campo de Quidditch. No se daban cuenta de nada más, sobre todo cuando se levantaron, agarraron las escobas otra vez y se alzaron con el tránsito del lejano Sol, quien saludaba en un nuevo día.

Definitivamente no se dieron cuenta de que alguien más estaba ahí.

besos en el campo de quidditch !! 🏹 Vope Donde viven las historias. Descúbrelo ahora