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La Luna comenzó a cubrirse con el manto de nubes oscuras cuando Taehyung se apartó de Hoseok, lentamente, y retrocedió por el pasillo tapizado. El de gafas jamás abrió los ojos, incluso cuando la despedida efusiva del más bajo acarició con dulzura sus orejas enrojecidas por la impresión del beso. Cuando pudo hacerlo, ya estaba solo, y la única forma de iluminar el pasillo para salir era con un Lumos que no se atrevió a conjurar por los cuadros que comenzaban a dormir a sus lados. En cambio, avanzó con cautela hacia las escaleras del castillo, sonriendo como estúpido con cada paso que daba y tambaleándose idiotamente en el tapiz que le guiaba en misterioso silencio a la torre de su Sala Común.

Ignoró todas las explicaciones pedidas que sus amigos le suplicaron, con esa misma sonrisa perdida en sus pensamientos, y se metió entre las cortinas y las escaleras azules para tirarse sobre la cama y chillar contra las mantas y almohadas bordadas en dorado. Ni siquiera se quitó las gafas, pero no fue necesario hacerlo entre tanta emoción; las mismas se deslizaron hacia el centro de la cama con seguridad, el muchacho desentendido de Jooheon, quién se sentaba en la suya y le miraba con preocupación.

Una hora más tarde, todos dormían metidos en sus doseles, algunos abrazando a sus gatos. Bueno, todos excepto Hoseok, quién todavía sonreía tontamente y dejaba que su cabeza rememorase el beso todas las veces que quisiera. Ni siquiera quería pensar en todas las inseguridades que solían apesadumbrarle el sueño y le ocasionaban dolores de cabeza. No, sólo recordaba una y otra vez los suaves y carnosos labios de Taehyung contra los suyos, el dulce 'buenas noches' susurrado en el pasillo y pareciendo el encanto de una sirena, como las del Lago Negro.

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Jooheon pateó su cama a la mañana siguiente, con tanta fuerza que hasta los gatos de Namjoon e Jin se sobresaltaron en sus respectivos sitios. Hoseok se sentó de inmediato entre sus sábanas y mantas, y miró desorientado la ancha y (usualmente) bonachona silueta de su amigo. ¿Por qué ya estaba vestido con las túnicas del colegio? Por los calzones de Morgana, no parecía tan calmado como durante otros amaneceres.

— Despierta de una vez, Jung, te estás perdiendo el desayuno. — su voz parecía ofuscada, el nombrado no podía ver bien su expresión así que tanteó la mesita de noche detrás suyo. Una vez halladas, se puso las gafas entre el pelo ondulado y desordenado y sobre el puente de su nariz sonrosada.— ¿Qué? ¿No vas a bajar? Hombre, es que estás cambiando mucho, Jung.

— ¿Q-qué hora es? — le respondió con la torpe entonación que le solía caracterizar cuando se perdía en sus propios pensamientos. O sueños, en este caso. Se acomodó con cierto miedo, preparado para tirarse por la ventana si es que la situación lo requería (el sueño lo desorientaba mucho, qué decir). Jooheon aplastó sus labios carnosos y oscuros, perdiendo un poco la paciencia. Quizás desde hacía cuánto rato estaba intentando despertar a su mejor amigo.

— Estamos a diez minutos de irnos a Cuidado de Criaturas Mágicas.

— ¡... la mierda de Merlín!

Se levantó con cero cuidado y corrió a su silla, donde había dejado torpemente la ropa que le correspondía aquel martes. Se cambió y acomodó sin cuidado sus zapatos sin lustrar en sus pies con los calcetines arrugados. Hubiera volado si es que fuera posible, pues en bajar y correr por la Sala Común hasta salir a los pasillos se demoró menos de diez segundos. Mientras saltaba en un pie para estirar uno de sus calcetines, y el frío invernal le golpeaba la cara con el fin de terminar de despertarlo, Jooheon le gritaba con sorpresa desde la puerta de la Sala Común. Él ya iba doblando hacia el Gran Comedor, y no atendió a sus llamados. El chico puso sus ojos en blanco, como cada vez que tenía que explicar por segunda vez cuál era su posición en la política mágica.

besos en el campo de quidditch !! 🏹 Vope Donde viven las historias. Descúbrelo ahora