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Antes de que pudieran darse cuenta, la época de exámenes había pasado y los pocos alumnos que se quedaban en Navidad anotaban sus nombres en la lista de todos los años. Desgraciadamente, quienes serían reyes del castillo aquel año no eran ni Hoseok ni Taehyung, si no que alumnos de último y primer año junto a los profesores.

Hoseok no se había dado ni cuenta del momento en el que subió al tren y se encerró en un compartimento con Taehyung.

La gente los veía y pasaba rápido, con rostros asqueados y miradas sin compasión. A Hoseok le apenaba que la gente fuera así, pero frente a él Taehyung sonreía y estiraba su brazo para poder desordenar el cabello del más alto. Así que el dolor de su pecho se aliviaba por lo que durase su felicidad y no era tan molesto como hubiera pensado. Se observaban mientras la conversación iba cambiando poco a poco, yendo de un lado a otro con la fluidez que podía esperarse de ellos, quienes no dejaban de hablar en ningún momento.

De repente, alguien se detuvo frente a ellos, con la boca apretada en una mueca de molestia, vistiendo abrigo de cuero, un suéter beige de cuello tortuga y botas negras. Golpeó la puerta del compartimento con rabia y esta se abrió. Desde el pasillo y los otros compartimentos la gente se detenía y estiraba sus cuellos para ver lo que sucedía en el número veinticuatro.

Im Nayeon estaba molesta, y Taehyung lo sabía más que nadie al compartir casa con ella.

— ¿En serio te juntas con la escoria del colegio, Kim? — exclamó ella, con la voz dulce traicionando sus palabras amargas. El silencio cayó entre todos los presentes y ella lo increpó con la mirada. Sus ojos brillantes en furia fueron ahora hacia Hoseok, y le escupió en los zapatos sin tapujos ni preguntas.— Creí que tendrías decencia, pero veo que esa palabra no está en tu diccionario. Más bien creo que eres un arrastrado de mierda, rebajándote a su nivel.

Hoseok se levantó y la apuntó con su varita, temblando un poco por el sentimiento de rabia que comenzaba a aflorar en su pecho. No tenía sentido tirar palabras tan venenosas al aire cuando no le estaban haciendo daño a nadie. Era inverosímil, estar ahí, ahora viendo a Nayeon alzar las manos a ambos lados de su cabeza, su rostro levantado un poco ya que la varita de Hoseok guiaba su amenaza hacia el cuello. Porque no había razón real para estar tan enojado.

La tensión se hizo presente y parecía no querer irse, pero momentos más tarde Hoseok bajaba la varita al pensar mejor sus movimientos y no queriendo involucrarse en alguna pelea. Nayeon sonreía de lado, con malicia y sin cambiar su opinión en absoluto. Se notaba por la forma en que sus ojos brillaban, como si hubiera ganado en el argumento con pura lógica. Y parecía que así era hasta que Taehyung habló;

— Prefiero estar con Hoseok a pelear contigo, porque él sí que vale la pena, a diferencia tuya.

La chica se quedó helada en su sitio, y Hoseok cerró la puerta del compartimento de inmediato para así ponerle seguro y sentarse, ignorando a Nayeon y su cara deformada por la sorpresa. Taehyung tomó las manos del Ravenclaw y le hizo soltar la varita que aún afirmaba en la diestra, para así besar su dorso y después los nudillos. Nayeon frunció el ceño en rabia y se alejó con pasos fuertes, y los demás terminaron de apartarse del lugar con susurros y murmullos que Hoseok y Taehyung no pudieron escuchar.

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— Entonces deberás escribirme, ¿vale?

— Tapizaré tu cuarto con cartas mías, no te preocupes.

Ambos rieron mientras salían de King's Cross hacia el ambiente gélido y contaminado de la ciudad, sin la compañía de sus padres, con las mochilas colgando de sus hombros. Era una tarde nublada y fría, las luces de las calles eran naranja y brillaban encima de ellos, mostrando a duras penas el encanto de Londres en pleno centro. Parecía que no había presencia de magos cerca, pero Hoseok podía distinguir a Jooheon de lejos, caminando con sus padres hacia una de las tiendas de comida que había cerca, y también a Youngsun, quien discretamente tomaba la mano de su abuela para desaparecer en una esquina cualquiera.

— Entonces, esperas a tus padres aquí, ¿no? — preguntó Taehyung, vigilando sus alrededores también para buscar la presencia de los padres de su pareja. Hoseok asintió con la cabeza.— ¿Vas a escribir? ¿Tienes forma alguna de llegar a tu casa si no aparecen?

— Sí, Taehyung. Ellos me lo prometieron, no hay forma alguna de que no aparezcan.

— Bien. — murmuró el Slytherin, y las mejillas enrojecidas por el frío se alzaron en una sonrisa amplia y encantadora, brillando por cuenta propia. Aunque no hubieran hablado nunca del tema, Hoseok estaba casi seguro de que Taehyung tenía en alguna parte sangre veela, y no se quejaba en absoluto. Casi por impulso, besó sus labios suavemente y apoyó su frente en la del más bajo para cerrar sus ojos y disfrutar del momento.

De la euforia que sentía su cuerpo, que recorría sus venas, gracias a la existencia del muchacho que se dejaba querer frente a él. No había nada que pudiera reemplazar la alegría que lo ahogaba en ese momento. Alegría que no duró mucho pues Taehyung terminó tomando el autobús Noctámbulo, y él esperó a sus padres con el recuerdo de su presencia aún atontándolo.

— ¿Por qué tan feliz, hijo? — preguntó su madre cuando se subió en el asiento trasero de su Toyota Corolla, sonriendo al ver a su hijo desde el espejo retrovisor. Hoseok no respondió directamente, sólo esperó impaciente para volver a casa y agarrar el papel que tenían en la oficina de su madre. Fue un viaje en el que su padre cantó canciones de las Brujas de Macbeth y Hoseok pudo corear la favorita de ambos, Magic Works.

Apenas llegó a su casa, escribió una carta para Taehyung y se la envió sin siquiera revisarla una vez.

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Las veelas son una raza de semi-humanas remanentes de las sirenas en la mitología griega. Ellas aparentan ser muy jóvenes y bellas mujeres y especialmente su danza es mágicamente seductora para la mayoría de los hombres.

besos en el campo de quidditch !! 🏹 Vope Donde viven las historias. Descúbrelo ahora