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"¿Por qué se había sentido tan desilusionado? "

Esa era la pregunta que recorría por su mente desde aquel dia en que salió de la cafetería. Un poco dolido, con una sensación extraña en su corazón, muy, muy extraña. Se decía "¿por qué tengo que sentirme así? "..." Sólo eran cupcakes... Sólo para mi" pero volvía a lo mismo, eran para él y eso le hacía sonreír. ¿Por qué tuvo que preguntarle de todas maneras?...¿Habría sonado egocéntrico?

Hace una semana que no volvía y le daba mil excusas a Hinata para no ir, solo para no toparse con el castaño, o bueno, con un cupcake en su plato, que quizás le abriría la misteriosa y extraña herida imaginaria que tenía en su pecho. Un dolor angustiante y decepcionado. Quizás no estaba esa posibilidad porque Asahi no le daría otro pero... Tenía esa pequeña esperanza de que podría al menos probar por última vez... ¡No! No quería sentirse especial o ilusionarse de esa forma, no, no.

Pero todas sus complicaciones y pensamientos en su mente se vieron interrumpidos por el sonido del timbre por toda su casa. Bajó por las escaleras con el cuidado de no caerse por los resbaladizos calcetines y al abrir la puerta, se encontró con Hinata y su pareja. Suponía a que llevaba a ambos a visitarlo.

- Hola Hinata, Hola Kageyama... - no quería sonar tan desanimado pero ups, falló -

- Hola Nishinoya. Yamayama y yo queríamos saber si nos acompañabas a la cafetería. Hace tiempo no vas...

- Idiota, te dije que si Nishinoya no quiere ir, que no vaya. Le has insistido todos los días...

- Pe-pero tu te pones a trabajar y me aburro ¿a quien puedo molestar?

- Oigan tranquilos... - maldecia su mente tan contradictoria. Pero su corazón le decía que volviera a ese lugar, tampoco quería ser un orgulloso sólo por algo tan... Infantil - iré esta vez ¿bien? Ademas no tengo nada más que hacer

- ¿¡de verdad!? Genial, te esperamos afuera ¿bien?

Asintió antes de dejarlos para volver a su habitación. Se cambio de ropa rápidamente, una más decente a diferencia de la que tenía puesta y bajó enseguida. Al estar con la pareja, cerró la puerta y tomaron el camino al centro de la ciudad para llegar a la cafetería. Sólo esperaba no haberse equivocado.

🧁

No demoraron demasiado, todo estaba normal, justo como la primera vez que visitó el lugar. El aroma a café recien hecho mezclado con leche caliente, el aroma a bizcochos recién salidos del horno... Todo estaba, normal. No había rastros de Asahi, pero no es como si pudiera estar afuera ya que hacía los postres a montones. Le gustaba esa parte de él... Que le gustara tanto su trabajo. ¿Espera qué? ¿Gustar?

- ¡Oh! Nishinoya ha vuelto, pensé que nunca veria a mi otro polluelo adoptado. Y Hola Hinata, Kageyama, a trabajar.

- Sugawara-san... Espera ¿polluelo?

Pero el albino no le contestó la pregunta ya que fue arrastrado a sentarse en la barra junto a Hinata que sólo sonreía sin saber la alegría del mayor.

- ¿por qué tan feliz?

- sólo te extrañabamos...

¿Como estaba Asahi?

-... Y él...

Quería saber de él, verlo.

Tan contradictorio.

- bueno... Desde ese día no ha estado tan inspirado para crear nuevos postres. Pero creo que si le digo que estas aquí tal vez se inspire aún más.

- no creo que se buena idea, ya sabes lo que dijo, no es nada especial lo que él estaba haciend-...

- mintió - interrumpió Sugawara. Y Tomando las manos del chico, le sonrió dulcemente como un padre que leía a través de esos ojos. Era sincero -

- ¿po- por qué?

- porque es un idiota muy vergonzoso. Escucha, si quieres verlo puedes entrar a la cocina. Lo acorralas y le pegas

- eso último no es una buena idea Sugawara

- lo sé pero quería hacerlo de mi parte. ¿Quieres verlo o no, cariño? Esta en la cocina y ya no quiero más regañarlo porque esta bien distraído, quizás pensando en ti...

Estaba batallando bastante. Primero se estaba diciendo que no quería verlo, porque se sentía disolucionado y dolido, pero por otro lado sólo quería saber el por qué tanta timidez y mentiras... Quería tenerlo cerca, que esos cupcakes volvieran si o si a su plato. Era su oportunidad para enfrentar algo que no quería repetir. Y Asahi no iba a tener escapatoria. Sonriendo decidido, asintió ante el mayor y así fue tras de él hacia la cocina. Quería verlo, quería verlo.

Y quería grabar tanto esa mirada perdida, de boca hasta abajo de Asahi, tan sorprendido y con las manos temblando cuando entró a donde ocurría la magia. Era la espada contra la pared, ahora o nunca. Iba a hablar con Asahi, no más ilusiones.

- Hola Asahi...

Cupcakes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora