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Desde que lo había visto entrar por esa puerta con un dulce tintineo de la campana, ese chico de baja estatura y de cabellos parados le llamó la atención. No sabía el por qué, pero algo le causaba muy dentro de su corazón. Quizás esa sonrisa burlona o esos ojos rasgados llenos de energía y a la vez nostalgia... Realmente no lo sabía.

Recien había vuelto a trabajar en la cafetería, pues meses atrás había tenido un accidente algo grave en la cocina y tuvo que descansar hasta que la cicatriz de una quemadura en su brazo se sanara. Y si que lo impresionó que al llegar ya todo sanito, Kageyama estaba de pareja con un chico de cabellos naranjas naturales o que Tsukishima y Yamaguchi también salian ¿de cuanto más se habia perdido en su ausencia?

No pudo pensar más ya que la puerta abrirse interrumpió todos sus pensamientos y que esa viva imagen del chico de desconocido nombre desapareciera en su mente, y bueno, también torpemente se le cayó toda la manga con crema al suelo. ¡Su pastel estaba arruinado!

- Sugawara... ¿Cuantas veces te he dicho que tocaras antes de entrar? - mencionó limpiando sus manos llenas de crema y luego mojó su rostro que estaba con mucha harina -

- Ni que fuera tu cuarto grandote. Como sea ¿que es eso del cupcake sorpresa que le diste a ese chico? ¡Rara vez me das a mi para probar!

- Eso es porque tus opiniones me dan miedo Suga. Criticas de izquierda a derecha, eres un bruto...- soltó un suspiro antes de sonreír leve. Sugawara era como una madre totalmente, pero de todas formas tenía un lado un tanto... Brusco. No obstante al recordar su pregunta se puso nervioso a flor de piel y sus manos empezaron a temblar y su voz no quería salir. Hasta su mirada iba de arriba y abajo. Era verdad que nunca dejaba probar sus cupcakes, eran... Especiales. - sobre eso... E-ehm... Pues es que, no lo sé. Me pareció algo lindo y triste ese chico...así que ¿por qué no regalarle un pastelito?

- Ow... Pero si Asahi se ha enamorado...

- n-no es cierto... No inventes, solo fue cortesía del chef y nada más - se mostró a la defensiva y se cruzó de brazos, pero al parecer el albino quería seguir molestándolo. Maldecia que tuviera un corazón de abuelita -

- ¡te gusta, te gusta, te gusta, te gusta!

-... Suga... Te pueden escuchar

- "de cortesía" ¡estas rojo como tomate! ¡Ya di la verdad Asahi!

- ¡Sugawara!

Ni siquiera lo pensó dos veces cuando tomó de los hombros al molestoso de Sugawara que seguía insistiendo como niño pequeño y lo echó de la cocina. No podía concentrarse. Aunque en ese corto lapso de la puerta abrirse y cerrarse varias veces, pudo divisar de mejor forma al chico. Si... Era muy lindo ¿cuanto mediria a todo esto?

Negó con la cabeza y volvió a la cocina. Quería ser un misterio para los clientes que venian todos los días ya que le daba un poco de vergüenza que le miraran a la cara y lo conozcan... Sólo quería que disfrutarán su gran talento para la pastelería y ya. Al menos el pastelero temporal de antes había trabajado bien e hizo muy bien al pie de la letra sus recetas. Con todo esto, finalmente suspiró. Iba a ser un misterio... Hasta con ese chico de sonrisa deslumbrante y ojos brillosos cuando lo vio probar el colorido pastelillo. Al menos podía decir que lo vio feliz y eso le llenaba de calidez el pecho...y quería hacerlo mucho más, todos los días si lo veía.

¿Enamorado? No... Solo intrigado.

Cupcakes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora