~ Capítulo 2 ~

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□Moscú□

No saber dónde estás y seguir corriendo...
Supongo que todavía pienso que eres la meta
▪︎▪︎▪

Narra Moscú

-¿Te llamas Copenhague? - todas las chicas comenzaron rodear la fila de mesas en la que estábamos.

La aglomeración no tardó en sacarme de mis casillas. Cuando estaba peleando solo gritaban para que continuara, y ahora les interesaba saber quién era. " Que ridículo " pensé, mientras tiraba de la camiseta de París.

-¿Nos vamos de aquí? - Cristi leyó mis pensamientos.

- Depende de a dónde.

- A nunca jamás. - que imbécil, pensé sonriendo para mí misma.

- No me refería a eso, no pienso sentarme con los chicos por mucho que quieras.

- Pues yo sí.

Me levantó de la silla y me llevó arrastrando al lado de mi mejor amigo, Marrakech y... Londres.

- Nos hemos dejado a Copenhague. - miré hacia atrás.

- Se las apañará, además está muy bien acompañado.

Negué varias veces con la cabeza y me dispuse a gritar el nombre del nuevo, el cual él tomó suspirando de alivio. Tomó asiento a mi lado y se puso a dibujar en su libreta.

París hablaba animadamente con ellos, mientras yo me mantenía al margen. Mi mejor amigo no tardó en darse cuenta, y me pasó un post-it. Apenas entendía su letra.

"No va a pasarte nada por hablar con nosotros"

A lo que yo respondí que con él y con Marrakech no me suponía un problema.

-¿A quién tenemos aquí? ¡Si es la novia de William! - apareció Honolulu riéndose de mí.

- Por cierto, ¿cómo vas con Malena? - habló Lisboa, dirigiéndose a Londres

- Ya me he liado con ella. - los chicos lo felicitaron, y mi autoestima se desplomó.

- Eyyy, pero Nadia no te pongas celosa, siempre serás el segundo plato.

Después de lo que soltó Honolulu toda la clase comenzó a carcajear.

- No sería ni las sobras. - terminó Londres.

El aula, se convirtió en una pesadilla. La maestra no sabía qué pasaba, así que solamente mandó a callar a la gente.
Se me cayó el mundo encima. Había sufrido humillaciones en el instituto, pero creo que ninguna como esta.
Honestamente, tenía ganas de llorar, pero no iba a hacerlo, no les iba a dar el gusto de verme mal.
Reprimí mis emociones completamente, e intenté sonreír. Solamente logré frustrarme más.

- Creo que eso ha sobrado. - intervino Copenhague sorprendiéndome.

- "Enga" ¿ por qué? - vaciló el alegado.

- El único punto de la conversación es hacer daño a una persona, y por lo visto, sucede bastante a menudo, ¿o me equivoco?

Qué fue de Plutón sin CopenhagueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora