~ Capítulo 5 ~

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□□□Moscú□□□

Saber que has perdido a alguien que ni siquiera has tenido

Eso sí que duele

•••

Narra Moscú

Huir; escapar; acto de cobardía.

(...)

María me dio permiso para ir a buscarlo mientras se encargaba del resto de personas.
Tras varios minutos recorriendo los pasillos a toda velocidad, decidí bajar al patio, dónde estaban algunos alumnos de cursos inferiores haciendo educación física.

Casi sin aliento, me dirigí hacia el aula de tecnología, punto de acceso a unas de la escaleras del instituto.

- No entiendo por qué tanto drama... - me dije a mí misma mientras intentaba rehacer la coleta que llevaba.

Finalmente no pude acabarla, pues paré en seco al notar que se había roto.

Bufé y fui a un espejo a arreglarme el pelo.

- Copenhague, voy a ser clara. Probablemente no me estés escuchando, pero me da igual. - recuperé en aliento, aún seguía exhausta - Acabas de dejar mucho que desear, te has comportado como un auténtico cobarde. Has decidido no enfrentarte a lo que iba a pasar tarde o temprano.

No recibí respuesta, así que me dirigí a las escaleras.

- Me has decepcionado... Esperaba más de ti. - concluí agarrando la barandilla para subir poco a poco.

Pero alguien me agarró por la espalda y tapó mi boca. Olía a menta.
Reaccioné mordiéndole el dedo y pegando una fuerte patada.
Me giré y encontré al chico heterocromático tendido en el suelo mirándome con dolor y tristeza.

-¿Copenhague? - me llevé las manos a la cabeza pensado que lo había dejado sin descendencia -¿Estás bien?

Negó con la cabeza y se puso una mano en la parte inferior abdominal, mientras me miraba con tristeza.

-¿¡Por qué me coges como si fueras un depravado!?

- L-lo siento...

-¿T-te he dado en...? - puse una mueca de dolor mientras me avergonzaba.

- N-no realmente...

Subió un poco su camiseta y enseñó el abdominal inferior por la parte izquierda.

- Le he dejado darme una patada, señorita Moscú, me lo merecía. - mi mirada seguía fija en la posible zona de un morado - E-em, señorita M-moscú, - cambió su tono de voz repentinamente - sé que le gustan las vistas, pero los ojos los tengo en la cara.

- Pervertido. - levanté una ceja y comencé a caminar dejándolo atrás - Y no creo que la patada haya sido "dejada" por ti.

Se sonrojó y dio unas zancadas para pararse delante de mí.

-¿Qué? - pregunté con cara de póker.

-¿S-sigue enfadada? - se rascó la nuca miró al suelo.

Qué fue de Plutón sin CopenhagueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora