6. Ivadog.

72 9 1
                                    

-Al día siguiente se levantó temprano, ya que un Ivadog le estaba lamiendo la cara. La chica lo acarició y se apartó.

-Qué asco, Ivadog...-se limpió con un cojín, y miró a la cocina. -Buenos días, Jack.

-Buenas. - le acercó un café con leche y ella empezó a beberlo. -¿Quieres algo de comer?

-No, así está bien. ¿El baño?

Él señaló una puerta y la chica entró con su bolso en mano. Lo abrió y sacó una bolsita y de la misma sacó una pastilla. Ésta era de color amarillo fosforescente, con la forma de un logo de una marca que no conocía. Mordió media y la otra media la hizo polvo con ayuda de una tarjeta. Hizo dos rayas largas y las inhaló.

Limpió con el dedo la superficie del baño y se lo chupó. Saboreó el amargo y sintético sabor de la droga. Se sentía bien al hacerlo, aunque detestaba su sabor.

Al salir volvió al sofá y acarició al perro de nuevo. Este se tumbó en el suelo dejándose mimar, y miró al superintendente cuando éste tosió.

-¿Qué tienes en la nariz? -se acercó a ella y le cogió de la cara, pasando un dedo por su orificio derecho nasal. -¿Qué cojones es esto? -casi gritó al ver el polvo fosforescente.

-MDMA. No te importa. -de una sacudida se soltó del agarre del hombre.

-¿Cómo que no me importa? ¡Eres una agente y estás bajo mi responsabilidad! ¡No puedes meterte mierda! ¿Dónde la tienes?

Fue al bolso de la chica y entre los cigarrillos encontró unas pequeña bolsa, que contenía tres pastillas más iguales que esa.

-¡Suelta eso, Jack! -se puso de pie la muchacha, intentando llegar a la altura donde el hombre sujetaba la bolsa, pero este inmediatamente la subió.

-No, Brigitte. La has cagado. Monumentalmente.

-¡Si hago mi trabajo a ti te la tiene que sudar lo que hago en mi tiempo personal!

-¡Te has metido en mi puta casa, joder!

Peleaban a los gritos, ambos sin entender el motivo del exagerado enfado del hombre. ¿Qué le pasaba? Se preguntaban los dos, ¿por qué le importaba tanto que la chica consumiera? Ni siquiera Jack encontró respuesta a su pregunta, pero dentro de él se creó una rabia inmensa.

-Quiero que dejes de meterte.

-No puedo, enserio. -bajó la mirada y los hombros la chica. -Llevo dos años consumiendo sin parar. Lo he intentado, pero... no puedo.

El hombre la miró sin saber que hacer, eso era mucho tiempo. La droga ya debía haber hecho mella en su organismo, y el mono que pasaría sería brutal.

-Te ayudaré, Brigitte. No estás sola.

-¿Qué? No -negó la chica-. No necesito ayuda de nadie, yo sola puedo.

-Acabas de decir que no puedes, Brigitte. -se tocó la frente- Entre todos te podemos ayudar, pasar contigo el mono... Greco, Volkov, Gustabo y Horacio. Nos turnaremos, sí, eso haremos.

-B-Bien...-tartamudeó la chica- pero a cambio quiero algo.

-¿Encima de que te ayudamos quieres algo? -levantó una ceja el intendente.

-Sí, quiero que te abras. Que me expliques porqué eres así. -se cruzó de brazos.

-No.

-O lo haces o me voy del cuerpo. -dijo ella muy seria, demasiado para lo que era costumbre.

-Está bien... pero cuando yo lo decida.

Ella sonrió y asintió. Estaba satisfecha, pero asustada. Temía lo que le pasaría, pero sabía que era a mejor. Desde que Alex había muerto no había dejado de consumir, pero eso no la hacía feliz. La hacía esclava de algo que la estaba matando.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 24, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¿Brigitte? (Jack Conway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora