Capítulo 2: "La fiesta".

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Una noche, se encontraba celebrando con sus amigos su cumpleaños número 26, como esa habitual, cualquier excusa era suficiente para armar un escándalo como aquel, para Diego, no era nada nuevo. Pero esa noche, lejos de su cotidiana jovialidad y despreocupación por la vida, se le notaba pensativo, casi ido, parecía no disfrutar la noche como siempre lo hacía. Sus amigos ni siquiera lo notaron, y mientras se encontraba cavilando con la mirada perdida en el espacio, una chica se le acerco y le susurró al oído:

-Sopla las velas y pide un deseo.

Diego, sin ver atrás, se levantó de la silla donde se encontraba, sopló las velas y en su mente, pidió su deseo: "juventud eterna". Hecho esto, sus amigos comenzaron un frenesí fiestero, cada uno ocupándose de lo propio. El licor fluía por momentos, el humo de los cigarrillos enturbiaba el aire que se encontraba ya denso por la bulliciosa noche. Todos habían dejado de lado al festejado, cada uno ocupado en buscar la conquista de la noche.

Diego se encontraba sólo, y por primera vez parecía estar meditando sobre su futuro. Dirigió la mirada hacia la pista de baile, y allí, en medio de la multitud danzante, se encontraba una bella mujer simplemente inmóvil, que lo observaba fijamente con una mirada coqueta, pero el se mostró indiferente y casi desinteresado. Bajó su mirada al piso solo un momento y cuando la levantó nuevamente, se sorprendió al ver a aquella hermosa joven parada justo frente a él. Había atravesado la pista de baile y la multitud que no cesaba de moverse, todo en solo un instante; Pero el asombro duro poco, pues la belleza de la joven esa cautivante, era tan bella como misteriosa, su cuerpo era escultural, morena de pelo castaño rizado, ojos verdes y ropa tan provocativa que no dejaba mucho a la imaginación.

Parecía ser una modelo de revista, simplemente era la mujer más hermosa que Diego había visto. Ella se le acerco y se sentó a su lado, poco tiempo paso antes de que la conversación amistosa e inocente, se volviera un juego de seducción y coqueteos. Era algo extraño, puesto que siempre él era el seductor. Como era de esperarse, aquella noche terminara en un derroche de sexo y lujuria, tanto o más de lo que acostumbraba Diego.

EL PACTO. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora