CAPÍTULO 15

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Oh, dulce otoño, como me encantan estas fechas, la familia reunida y más que nada la tía Agatha, dispuesta aconsejarme y oír como restauro el honor de nuestra familia, que fue arrebatado hace 90 años. Las tradiciones de la familia Torres en las festividades han sido reunirnos siempre en nuestro pueblo, donde el nombre familiar se forjo, claro que hay excepciones de ciertos miembros de la familia que han sido repudiados y no son bienvenidos a nuestro humilde hogar o hasta los que los apoyan.

La mayoría de las veces la familia llega para navidad, pero este año, han llegado con meses de antelación, además que mi hermano, va pasar lo que queda del año en el pueblo, recuerdo los días de mi niñez cuando lo veía como un héroe, alguien a quien admirar, igual que a papá, pero en la adolescencia pasaron varios incidentes donde ante a sus ojos soy el villano y el mal máximo de la tierra, como puedes admirar a una persona que confía y le cree a un extraño y ante sus ojos eres la peor calaña que le pudo tocar de familia. Aunque, estos últimos años nos hemos acercado y aminorado nuestra hostilidad, además que nuestra querida y pequeña hermanita, nos hace pasar tiempo juntos en familia, es a la única persona a la que no le puedo decir no y le devuelvo sus sonrisas.

He visto a mi hermano actuar extraño los últimos días, aunque nuestra relación desde la secundaria ha sido algo distante, esto es insultante, mi hermana le tiene que pedir las cosas por mi porque si yo se las pido como la sal en el desayuno, el Se...

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He visto a mi hermano actuar extraño los últimos días, aunque nuestra relación desde la secundaria ha sido algo distante, esto es insultante, mi hermana le tiene que pedir las cosas por mi porque si yo se las pido como la sal en el desayuno, el Señor estoy muy ocupado y no me di cuenta, pretexto que ha utilizado con mis padres para salvarse de su sermón de ser un maleducado con su hermanito, pensé que ya estábamos en buenos términos, ahora que fue lo que le disgusto de mí, no es que sea el perfecto hermano, pero estos días he tenido un buen humor y no he molestado a nadie.

-Hola, hermanito. -llega mi hermana a mi despacho, sus sonrisas siempre han sido muy contagiosas, pero tener en mi mente el ceño fruncido de mi hermano mayor hace imposible que pueda sonreírle de vuelta. -Sigues afectado, eh, ya verás que a Rafael se le va pasar, en cuanto resuelva lo que le tiene la mente en las nubes. Sabes, mi intuición me dice que se trata de una chica, ¿te acuerdas de esa francesa que estuvo hablando el año pasado, no dejaba de alabarla? -me recuerda, el verano más irritable, aunque la palabra recordar se queda corta, oigo la voz de mi hermano y tengo tatuada la descripción de la chica, esperen, como no me di cuenta antes.

-Nunca nos dijo su nombre, solo decía mi francesa, mi futura esposa, la luz de mis ojos, ma chére. -lo imito también haciendo sus ademanes, causando que mi hermana se suelte riendo. - Tal vez sea hora, que sepamos más sobre esta ma chére. –declaró mi hermana con un brillo en los ojos que es característico de los Torres cuando se nos ocurre un plan. - ¿Crees que aún tenga la manía de dejar su celular en su cuarto cuando vemos películas? –pregunta de repente mi hermana aún con el brillo en sus ojos y antes de compartir una mirada cómplice, hablando del rey de Roma, aparece con una mirada de susto y una respiración entrecortada.

-Salida, ya. -con solo esas palabras sabemos que necesitamos huir, rápido y una excusa convincente, sé que he dicho que amó a mi tía Agatha, pero estoy de un buen humor para que lo aplaste con sus y si o pudiste haber hecho más. Y como alma que lleva el diablo, casi atropellamos a la tía Agatha, junto con mis padres al salir por la puerta y dejándolos confundidos con nuestras excusas gritadas y dudo mucho que dijéramos lo mismo, pero en momentos desesperados es correr sin mirar atrás.

El Secreto de La BuganvillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora