Deux

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Pasó una semana.

La madre de Felix se encontraba en su alcoba mientras el pequeño jugaba con el peluche de kumamon que tanto le gustaba.

—Hijo, debes ser más amable con Changbin. Él pregunta por ti todos los días, y sabes que sólo quiere ser tu amigo.

—Nunca he tenido uno ¿Los amigos se dan galletas?— Al pelinegro le gustaban las galletas de chocolate, esperaba que Changbin pudiera darle algunas.

—Sí, pueden compartir galletas y jugar todos los días si quisieran. Sólo, trata de mantenerte calmado cuando estés con él ¿Bueno?

—Oki doki.

La mujer intentó acariciar la mejilla del infante en un gesto cariñoso, pero Felix puso una expresión de pánico y se escondió bajo la manta que tenía a su lado.

—Lo siento, cariño. A veces lo olvido.

Changbin entró a la habitación con una flor en sus manos, y la mujer olvidó por un momento la tristeza que se le presentó, invitó al de cabellos mentas más cerca de su hijo.

—Los dejaré solos.

Changbin asintió y se sentó junto a Felix pero sin llegar a hacer contacto.

—Tu pelo es divertido, me gusta, es bonito.

El mayor sonrió.

—Gracias, Lix.

Aquella tarde, los pequeños pudieron hablar más de lo que habían intentado en los últimos días.

Changbin se fue a su casa con un peluche de Kumamon.

Felix tenía una flor en su mesita de noche, junto a un dibujo.

Felix tenía una flor en su mesita de noche, junto a un dibujo

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Pasitos de pingüino ›› changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora