III.

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"¿Qué crees que estas haciendo aquí?" di la vuelta de mala gana, no queriendo enfrentar a la persona que estaba detrás de mí. Una vez que lo hice, sin embargo, me sentí un poco aliviada. Era una mujer pelirroja de mediana edad. Nunca antes la había visto en mi vida.

"Lo siento, estaba en mi hora de almuerzo, solo vine a echar un vistazo por aquí."

"Bueno no tienes permitido estar aquí," dijo en tono condescendiente.

"Oh, lo siento" rápidamente me escabullí fuera, tratando de evitar cualquier otra conversación. Esperaba que no le contasé a la Sra. Hellman sobre mi paradero. Pero pensándolo de nuevo, ella ni siquiera me había pedido mi nombre.

Caminé el largo pasillo de vuelta a la oficina de enfermeras, contenta de tener un momento para sentarme y relajarme. Por alguna razón me sentía cansada y necesitaba tomar un pequeño descanso. Pero a medida que entraba por la parte principal del edificio, miré el reloj. Era mediodía, lo que significaba que tenía que ir a supervisar a los pacientes durante su almuerzo. Me quejé con temor al recordar al criminal con rizos que seguramente estaría allí.

De mala gana arrastré los pies por el pasillo y abrí las puertas de la cafetería. Nadie presto ninguna atención hacía mí, como de costumbre, todos hacían sus actividades. Hice mi camino hacia la parte trasera así podía vigilar fácilmente a los pacientes. Realmente era un trabajo sencillo. Las personas nunca actúan como la mayoría piensa, pero cuando lo hacen, seguridad siempre llega a ellos antes que yo. Solo los tengo que sedar o encontrar una manera de calmarlos si es necesario.

Por suerte no tenía que hacer eso ese día, por que estaba muerta de cansancio. No se por qué pero me parecía que con cada segundo que pasaba me sentía más y más agotada. Me deje caer contra la pared y sentí como mis parpados se volvían pesados. Pero de repente se abrieron de golpe cuando oí una voz ronca a mi lado. "Hey."

Me volví bruscamente para ver a Harry justo a mi lado, imitando mi postura, apoyando la espalda contra la pared. Un cigarillo colgaba de la comisura de su boca haciendo su masculina mandibula más prominente. Sujetaba el paquete de cigarrillos con una de sus grandes manos. Tuve que reprimir el impulso de darme vuelta y correr, nuestro encuentro anterior aún no estaba olvidado.

"¿Quieres uno?" preguntó, sus cautivadores ojos senañalando los cigarrillos.

"No, no fumo." dije, mi tono un poco más antipático de lo que esperaba.

Se encogió de hombros y dejó el paquete en una mesa cercana. "Entonces Rose -¿ese es tu nombre cierto?"

Yo asentí.

"¿Cuántos años tienes?"

"Veinte."

"Yo tengo veintidos."

"¿Por qué estas hablando conmigo?" le pregunté bruscamente. Se echó hacía atrás y levanto las cejas, solo para volver a fruncir el ceño.

"No lo sé." se encogió de hombros. "Los guardias no son divertidos para hablar y todos aquí estan dementes."

"Oh, así que ¿tu no estás demente?"

"Yo nunca dije eso"

No respondí mientras el le daba una larga calada a su cigarillo con el color más claro de lo normal en sus rojizos labios. "Entonces ¿por que me tienes tanto miedo? No tienes una razón para tenerlo, ya sabes."

Sacudí mi cabeza, confundida. Las razones eran obvias. "Bueno para empezar tú le quitaste la piel a tres mujeres-"

"¿Y tú crees eso?" Harry me interrumpió, levantando una ceja de nuevo.

Psychotic [h.s] españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora