XVII.

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CAPÍTULO 17

Wickendale. Era un lugar lleno de incontables secretos. Los mantenía notoriamente ocultos, los mantenía quietos, eso detenía a los locos. Apenas se aferraba al último pedacito de cordura de sus pacientes, las piezas de un rompecabezas que se desmoronaba. Estas rotas personas llamaban a Wickendale casa o infierno, dependiendo de como eligieran verlo. Juzgando por su estructura agradable a los ojos y sus extravagantes escalones de piedra, uno podría pensar que tiene un buen cuidado e incluso es agradable en el interior.

Pero las personas con esos pensamientos no podrían estar más equivocadas. Era una institución mental, después de todo. Si echabas un vistazo a los largos corredores y oficinas principales, descubrirías que había muchos más terrores encerrados en el edificio que empleados. Había tres pabellones, uno para cada grupo de humanos degenerados. Solía haber un pabellón para niños, pero había sido removido hace mucho tiempo. Cada ala tenía su propia oficina de enfermeras, oficina principal, guardias, y por supuesto, pacientes.

Escondida en una esquina lejana de la institución, estaba Ella Faren. Estaba a punto de ser movida al segundo Pabellón, su demencia estaba empeorando progresivamente. Pero muy pocos tomaron nota. Porque ella nunca lo mostró, nunca dijo las confundidas palabras que había en su mente. La única vez que habló con un empleado de una manera irrespetuosa fue un año atrás. Todo lo que nos había pedido era un columpio, eso dijo. Para que su celda pareciera más suya había pedido un columpio. Odiaba estar quieta. Quería sentir que volaba. Así que gritó y lloró y chilló y lanzo patadas, hasta que finalmente la alcaidesa ordeno instalar un columpio en su habitación, para callarla. Y ella fue más feliz que nunca. Incluso cuando estaba lloviendo y su habitación estaba oscura, se sentaba en su camisón, balanceándose atrás y adelante mientras sonreía y tarareaba junto con la chirriante cadena.

En otra parte del edificio estaba Damen Raloff, quién se mantuvo dentro de un camisón de fuerza durante todo el tiempo que puedo recordar. Siempre estaba restringido y le daban de comer con una cuchara lo que sea que comiera, nadie se atrevía a liberarlo. Porque él era auto-caníbal. Al menos así era como lo llamaban. Empezó con sus dedos, lo que se convirtió en la mano derecha completa. Luego se extendió cuando empezó a cazar a otras personas, devorando su carne humana. Había llegado tan lejos que estuvo a puto de ser transferido al Pabellón C. Pero en realidad estaba mejorando, así que estaba a salvo de este traicionero lugar. Por ahora.

Y luego estaba Cynthia. Tuvo que ser una paciente de Wickendale por varios años antes de su misteriosa desaparición. Ella había asesinado a su padre, si. En concreto lo apuñaló 27 veces en el pecho. Por eso fue enviaba a está institución. Ella estaba loca, ellos dijeron. Había acuchillado a su padre sin una buena razón, debería estar demente. Las personas gritaban acusaciones y pensaban que sabían lo que ella era. Pensaban que era una asesina de sangre fría. Pero no se daban cuenta de que cada puñalada viciosa era equivalente a cada ocasión que su padre la había llevado al sótano para molestarla. La violó 47 veces, así que ese número de puñaladas en el pecho no parecían tan malas si la gente tan siquiera entendiera sus razones. Pero no, Cynthia no tenía pruebas y nadie quería escucharla, así que aquí estaba.

Varios tipos diferentes de criminales descansaban es sus celdas cada noche, cada uno con una diferente historia. Algunos si estaban locos, pero otros tenían razón para sus crímenes. Algunos pocos incluso eran inocentes. Forzados a estar quietos y en orden por numerosos empleados y guardias.

Estos empleados que se encargaban del edificio también tenían algo de locura en ellos, sin embargo, todos lo tenemos. Lo que distinguía a los pacientes era su decisión de actuar sobre ello. Ellos le permitían a su locura dominar a su cordura. Aparte de esta decisión, los pacientes y los empleados eran bastante similares. De hecho, uno de esos empleados era demente. Uno de entre tantos trabajadores de Wickendale necesitaba estar encerrado en la construcción con los demás, no patrullando las celdas. Porque uno de estos empleados es un asesino. Y nadie puede saber quien será su próxima víctima.

Psychotic [h.s] españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora