Sueños.

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Zoro solo podía verlo ahí, en el suelo, derramando sangre, sangre que estaba más que seguro de que no era normal ni una buena señal. Una pelea se había generado, muchos enemigos, todos atacaban al mismo tiempo. Él estaba solo... o eso había creído.

—¡Detrás de ti, estúpido!— fue lo único que logró escuchar, la voz tan reconocida, voz que siempre lo llamaba a comer, aquella que, al pronunciar su nombre causaba un manojo de sentimientos completamente únicos y especiales. Ambos se sentían de la misma manera, pero nunca hablaron. Siempre callaron.

Zoro giró su vista, un hombre quien portaba una hacha gigantesca había intentado atravesarlo en dos con la misma arma, algo no estaba bien, a pesar de que había descuidado su espalda, no tenía ningún rasguño hecho por ese hombre feo y asqueroso. ¿Porque?

Sintió un peso sobre su pecho, sus ropas y abdomen se sintieron húmedos y un olor a hierro se hizo presente. Agacho la mirada y lo vio, la melena dorada recargada en su hombro izquierdo, jadeando y soltando quejidos llenos de dolor.

—Marimo idiota, presta atención a....— no dijo nada más, el dolor acortaba sus palabras. Escupió sangre manchando aún más la ropa del peliverde.

Zoro en ese momento actuó rápido, tomó al cocinero entre sus brazos y salto alto, impulsándose con la ayuda de uno de los rivales, pateándolo y lanzándolo lejos. Pudo escapar y correr lo más rápido posible en busca de un lugar lo suficientemente seguro como para revisar el estado del rubio.

—Eres un idiota, ¿como se te ocurrió hacer eso? Sanji, Sanji... resiste.— regañaba con voz gruesa, intentaba mantener la calma pero ver la camisa que, alguna vez, había sido completamente blanca, se tiñera rápidamente de color rojo le dejaba intranquilo y con ganas de matar a quien se le pusiera en su camino... pero primero necesitaba asegurarse de  que Sanji estaría bien.

—Zoro...— la voz suave de Sanji hizo que este detuviera su correr y se inclinara, dejando el liviano cuerpo en el suelo, el rubio tenía una mano en su pecho, apretando la herida, intentando ganar un poco más de tiempo. —Vive, Zoro, conviértete en el mejor de todos... encuentra el All Blue por mi... cumple nuestros sueños...

—Cierra la boca, vas a estar bien, lo haremos juntos, me verás ser el mejor y... pateare tu trasero...— no sabia, no podía... ¿que debía hacer? Sus manos temblaban, tomaba el rostro de Sanji, sus mejillas suaves y tersas, enredaba sus dedos entre las hebras de color oro.

—Ja... te buscaré maldito césped, te buscaré en mi otra vida y pateare tu trasero como nadie antes lo ha hecho.— la voz del cocinero se iba apagando, soltando sus últimos suspiros. —Entonces... espérame...

Abrió sus ojos abruptamente, aquel sueño que se repetía infinidad de veces parecía nunca querer desaparecer, incluso el despertar olvidaba el rostro de aquel tipo llamado Sanji, no lo conocía, ¿quien era?

Miró el despertador a su lado, faltaban cinco minutos para que dieran las seis... maldijo, "cinco minutos de importante sueño a la basura" pensó antes de levantarse con toda la pereza del mundo. Hoy era su primer día de clases en la preparatoria, no estaba nervioso, estaba fastidiado y cansado... y decir que apenas era el primer día.

Se levantó y arregló, tomó sus cosas las cuales había arreglado la noche anterior, por último tomó un pan de desayuno y se despidió del viejo Mihawk antes de salir.

El camino a la escuela no fue el más interesante, se cruzó con conocidos y completos desconocidos, incluso llegó a ver a quien parecía ser Luffy corriendo y huyendo de Nami, quien lo tachaba de ser un completo idiota. No le tomó importancia y siguió caminando hasta llegar a su salón, donde se sentó en las filas de en medio, en los lugares de atrás y esperó a que llegara el profesor.

Había escuchado rumores de que, habrían más de dos chicos de intercambio, lo cual le parecía extraño... siendo una escuela que no resaltaba realmente por sus alumnos sobresalientes... ¿porque ahora tendrían alumnos de intercambio? Misterios. Como sea, era algo que lo tenía sin cuidado.

Zoro dejó caer su cabeza sobre el pupitre y cerró los ojos, tomaría una pequeña siesta, al menos ese era el plan inicial, pues se vio arruinado por Luffy, quien había sido empujado por la mujer de cabellos naranjas, el pobre chiquillo cayó sobre el cuerpo de Zoro, propinándole un golpe en el costado izquierdo.

—¡¿Que demonios!?— dijo levantándose de inmediato después de tremendo golpe, miró a Luffy y este yacía aún en el suelo, retorciéndose de dolor. Dirigió ahora su mirada hasta la mujer y está parecía estar más furiosa que nunca, al verla, Zoro se sintió pequeño.

—Eres un estúpido, Luffy... tenía la oportunidad de sacarle plata a alguien y te entrometiste demasiado, ¿quien pagara mi almuerzo ahora?— la mujer lo tomó de la camisa y lo zangoloteó un poco más.

—Nami... no puedo respirar...— el chico apenas y podía hablar debido a la falta de aire y al dolor. —Yo lo haré... yo compraré tu almuerzo...— dijo finalmente y Nami por fin lo soltó. La chica suspiró y acomodó sus ropas y su cabello. —Siento haberte golpeado con el zoquete de Luffy, Zoro— se disculpó, sin duda la fuerza que poseía aquella mujer, lograba que los vellos de sus brazos se pusieran de punta.

—Como sea, solo quiero saber que hizo Luffy para ganarse tu odio...— dijo mirando a su amigo en el suelo.

—Estaba coqueteando con un chico, parece que es nuevo aquí y quería aprovechar que aún no ha escuchado los rumores que hablan sobre mi, sobre lo estafadora que yo... ¡era mi gran oportunidad! Además de que el chico tampoco estaba nada mal... era pelinegro, alto y muy apuesto.— explicó la chica. —Pero después Luffy metió la pata diciendo que escondiera su billetera.— bufó al terminar la historia.

Zoro no pudo evitar pensar en lo raros que eran sus amigos... ¿como había terminado con amistades así?.

Los minutos pasaron y llegó el profesor acompañado de una de las secretarias de la escuela, todos los jóvenes tomaron asiento pues el hecho de que una secretaria visitara él aula era porque algo había sucedido.

—Bien, ya que todo está en orden, me gustaría informarles, queridos alumnos, que en estas fechas tendremos nuevos alumnos de intercambio, esto beneficiará a nuestra escuela como no tienen idea.— comenzó a explicar la mujer, aunque cierto pelo verde nu siquiera estaba prestando atención realmente.

Su rostro permanecía de lado contra el pupitre, sus ojos estaban perdidos en lo que sea que estuviese afuera tras la ventana. Inmerso en sus pensamientos, pensando en la identidad de cierta persona de cabellos rubios que aparecía en sus sueños. ¿Realimente eso era? ¿Un sueño?.

Salió por completo de su mente al escuchar una voz que, extrañamente, reconoció al instante... tanto que lo hizo alzar la cabeza y... ahí lo pudo ver... el cabello dorado, la Ceja extraña con forma circular, ojos color mar... y antes de que pudiera reaccionar o hacer algo... aquel chico habló y dijo su nombre.

—Soy Sanji...— ¿una coincidencia?.

Lo que fuimos. ~ZoSan~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora