Capítulo 1

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Un veintitrés de octubre. Otoño, hacía frío. Anastasia llega a casa y deja caer su maletín al suelo. Cuelga su jacket de cuero marrón, la que se le ceñía al cuerpo, estilizando sus magnificas curvas, haciendo que cualquier hombre que la viera, tuviera que girarse un par de veces. Cerró los ojos, un olor delicioso le invadió las fosas nasales. Alguno de sus platos favoritos, mezclado con un perfume de chocolate y lirios blancos. Para terminar de culminarlo, ve a Christian pasando con solo una toalla cubriendo su cuerpo, que le queda ... pequeña. ¿Y como no? con semejante cuerpo. Sonríe al verla. Se acerca a ella y le da un tierno beso en la boca. No puede dejar de mirar al perfecto hombre que tiene adelante. Cuando Christian retira la mano de su mejilla, ella la hecha en falta. ¿Y el hombre frío que había conocido hace unos meses? Había desaparecido ..

-¿Como te ha ido, bonita?

-Bien ...estoy cansada. Hay varios nuevos clientes.

-Después de tomarte unos meses de vacaciones, es normal que te echen de menos -responde Christian vacilante, recordando cuando tuvo que "secuestrar" a Anastasia por su propio bien.

-Vaya, solo fue un respiro ... -se acercó a él, y le dio otro beso, sin dejar de sonreírle. -Un respiro que necesita de todo -le arrancó la toalla de golpe. -Mmm ... ¿que hay para cenar? -Dijo alzando de nuevo la vista hasta los ojos de él.

-Devuélveme eso ...- dijo Christian entrando en su juego. Anastasia, ágil apartó la mano, y se escabulló por un lado de Christian. Él la siguió, corriendo, desnudo por toda la casa. Al final la atrapó. La vio tan ... tan ella, sentada de rodillas en la cama. Y con su toalla entre los dientes.

-¿La quieres? -Murmuró retirándola un poco, y jugueteando con la toalla ... tan sensualmente que eso lo puso a mil -y era más que evidente, pues iba desnudo y el tamaño de Christian no era fácil de esconder- entre sus dedos. -Ven a buscarla. -volvió a encajarla entre sus dientes, metiendo una de sus manos por debajo del suéter. Christian no tardó en subirse a la cama, en cubrirla con todo su cuerpo. Anastasia tuvo el placer de sentir a su amado. Y no le molestaba, al contrario, adoraba estar así, adoraba sentir que Christian estaba ahí, para ella, solo para ella ...

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