Capítulo 22

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-¿Sabes que aquí no vive nadie?-rió Christian. -quiero decir, si, hay gente, pero esto es muy turístico...perfecto para las parejas, pues la isla tiene forma de corazón.-desató la trenza de Anastasia.

-¡Hey!-se quejó ella.

-Desmelenada éstas mejor.-dijo alborotando su pelo. -Bueno, estás perfecta de todas maneras...pero me gusta el pelo más a lo leona, cuando terminas de tener sexo conmigo.-eso fue suficiente para que la temperatura empezara a crecer.

-¡Christian!-se volvió a quejar.

-¿Que? Bien que te gusta que te hable sucio, cuando...

-¡Basta! ¿si?-lo miró, sonrojada. Él no dijo nada. Cogió su mano. Aún llevaba las uñas pintadas de ese color granate oscuro, pasional. Las uñas, ni largas, ni cortas, sin morder, perfectas. Quiso en esos instantes que esas perfectas manos le cogieran, allí abajo...y hasta que clavara sus uñas. Provocando una sensación de placer y dolor. La lujuria creció en el interior de Christian. Besó su mano, entrecerrando sus pequeños ojos color miel. Lamió sus dedos, haciendo gemir a Anastasia. Le desabrochó la chaqueta y empezó a quitarle el jersey, sin dejar por aparte esos eróticos y seductores besos, que ahora subían por su brazo. Anastasia lo retiró, suavemente.

-Será mejor que vayamos a dar una vuelta. Quiero visitar el lugar, ahora que hay luz de día

-Pero...

-Por la noche...-dijo inclinando la cabeza. -Te juro que nunca me canso de hacerlo contigo, y nunca me cansaré. Pero, dejémoslo para la noche.-sonrió y lo esquivó. -ahora voy al baño, llevo todo el viaje aguantándome.-Christian sonrió. Aunque se había quedado con las ganas de más, mucho más. Sintió como su dolorida erección se movía dentro de sus vaqueros azul marino. Se quitó la chaqueta, esperando a Anastasia. En el comedor había un espejo grande. Observó su reflejo por unos instantes. No cabía duda que era atractivo, ¡Dios! En poco tiempo había hecho más músculo y de todo. Se fijó en un detalle. Sus ojos, oscurecidos por la excitación. ¿Siempre se lo ponían así cuando Anastasia lo calentaba? Concluyo que si. Eso lo hacia aún más erótico. El gris de sus ojos se había extendido de tal manera, y sólo por la excitación.

-¿Que me has hecho Anastasia?-entonces se dio cuenta de todo lo que pudo cambiar por una mujer. Ya no era frío, ya no. Ya no sólo pensaba en mujeres de una noche. Si no, que ya más pensaba con la cabeza...de arriba. Pero sobre todo con el corazón. Por muy cursi que sonara, estaba enamorado de Anastasia. Nunca había sentido todo eso, pero no se arrepentía. De nada, por él momento.

-¿Que me has hecho, mujer de mi vida?- se volvió a repetir, sonriendo y negando con su cabeza.

{...}

Anastasia yacía de espaldas a él. Medio dormida, aceptando las caricias que le brindaban los dedos de Christian. Después de hacer el amor estaban más cariñosos. Sobre todo él. Sintió sus besos en su hombro. Se giró y le planto un beso que la boca. Que él aceptó gustosamente.

-Éste sitio es fantástico.-miró de reojo la casa. Estaban iluminados por el fuego de la chimenea. Sus pieles desnudas parecían ahora más doradas. Se incorporó para colocar la mitad de su cuerpo, sobre el torso de él.

-Sabía que te gustaría. -la observó un poco desde su altura y jugueteó con su cabello.

-Debo contarte algo.

-¿Más aún? Solo falta que metas a tu ex en casa.-Christian rió.

-Para nada, estúpido. -le dijo vacilante, pero molesta a la vez. - Debo irme durante un par de semanas...el centro médico nos ha mandado a mí y a un grupo de enfermeras y doctoras, que están haciendo un curso, hacia Nueva York, debemos pasar unas prácticas. Ya me han alquilado un piso y de todo, donde estaremos yo y las demás chicas allí...-acarició su mejilla, una áspera pero fina capa de barba irritó sus dedos, pero ese tacto, sensual le gustaba al despertar. -Te echaré de menos mi amor, pero prométeme que no te vas a portar mal.-él la miró, extrañado. -Vamos, sabes a lo que me refiero...solo quiero que sepas que confió en ti, plenamente, no me decepciones. - él asintió, aunque con un interrogante en mente, por lo que Anastasia había querido decir. -Y a propósito. -le sonrió y Christian dejó pasar lo anterior.-Feliz Navidad.

-Oh...cierto. Con todo esto que ha pasado, he olvidado que estamos a día veinticinco.-le pellizcó suavemente una de sus mejillas. -Feliz Navidad hermosa. -Christian se levantó y empezó a buscar algo en las maletas aún semi desechas.

-¿Que agarraste?-dijo Anastasia levantándose de la cama, y dejándose ver, al igual que él, desnuda. Christian escondió algo a sus espaldas.

-Nada.-dijo sonriendo.

-¿Tu crees que nací ayer?

-Ayer no...-Anastasia lo miró mal.

-Bueno, ya me has entendido...¿que escondes?-intentó ver, pero Christian la esquivó.

-¡Hey, quieta! Te lo daré esta noche.-le sonrió.- supongo que te gustara.-Anastasia se puso su albornoz rosa, y Christian hizo lo mismo con el suyo azul. Lo abrazó.

-Cualquier cosa tuya, me gustaría.-dijo y tomó lo que tenía atrás de la espalda, entre sus manos.

-¡Hey!-dijo Christian riendo.-Devuélvemelo, anda.-Anastasia sacudió suavemente el paquete envuelto en un papel color rosa metálico, con un lazo negro. No era muy grande.

-¿Si no, qué?

-Ya no será una sorpresa. -extendió su mano para que le devolviera el paquete.

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