Capítulo 18

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Anastasia llegó a casa.

-Hola.-dijo haciendo que sonara un eco en la casa. Nadie contestó. Christian aún no habría llegado. Fantástico; tendría un tiempo para relajarse ella sola. Dejó el maletín lleno de papeles de la clínica y la chaqueta en el perchero de la entrada. Se fue hacía la cocina y cogió un jugo de naranja. Vertió un poco en un vaso y le dio un sorbo y lo volvió a dejar en la encimera​. Se sintió mareada, ¿por qué mierda le había hecho ese favor a Leila? ¡Que se buscara un hotel! ¿Pero en su casa? En fin... Anastasia se volvió a repetir las palabras de que ella estaría por la casa, y que ella y Christian estaban enamorados, y que nada podría volver a surgir entre él y Leila. Aunque tenía miedo. Ella era una amenaza. O no del todo eso, si no...¿Como lo diría? Sabía que tenía un buen tipo, buena cara, demasiado. Era... ¿Como una competencia? Dios, no sabía que pensar. Se metió al cuarto de baño y se desnudó, encendiendo la sauna junto con la ducha. Pronto un valor caliente empañó el cristal. Encendió la estufa de la ducha y se dispuso a entrar. Se relajó, dejando que los largos chorros de agua la mojaran y recorrieran su cuerpo. Aunque seguía estando tensa. En verdad, esas vacaciones que había preparado Christian le vendrían de maravilla, Dios, él era tan...atento. Quería que la pasaran bien juntos, y para nada era aburrido. Era perfecto. De repente, algo la rodeó por detrás. Ella gimió al sentir una suave caricia.

-Mmm...hola. -dijo apoyando su cabeza en el torso de Christian.

-Hola bebé...-él se inclinó para besarla. -¿pensabas darte una sauna sin mi? -se quejó.

-Tú nos estabas.

-Tuve que quedarme en la oficina de Snade, no sé qué quería decirme.

-¿Y que era lo que quería decirte?

-Ni idea. Me fui, no me gusta esperar.-se inclinó más para besar el cuello de Anastasia. -además, mira lo que estaba a punto de perderme. -posó su mano en el estómago de Anastasia y la empujó hasta atrás, para estar más unidos. Para que ella sintiera su erección.

-Mhmm... Christian.-sintió como la abrazaba por detrás, mientras proseguía con sus tiernos beso

-Estás tensa, mi vida...-susurró, apartando el húmedo cabello de Anastasia.-vamos a ver si puedo hacer algo para relajarte.

Cogió la alcachofa de la ducha y cambio el tipo de chorro de agua para que se hiciera uno solo, más grueso y potente. La posición de ellos dos no variaba, seguía siendo su espalda contra pecho de él. Christian apoyó su mentón en la cabeza de Anastasia, para observar su reacción al pasar ese chorro de agua por su piel. Ella tuvo un escalofrío cuando llegó a sus sensibles pezones.

-¿Te gusta? -dijo Christian. Ella asintió. Alzó su cabeza para mirarlo.

-Bésame.-le pidió. Christian se incorporó para besar sus labios. Ella lo sintió, su tierna boca, cómo se movía junto con la suya, cómo su lengua la recorría. Gimió contra su boca. Christian se separó para tomar aire, al igual que ella. Ahora se dio la vuelta y lo miro.

-Tus besos son perfectos.-dijo Anastasia, mirando su boca. Ahora con los labios hinchados.

-Sigo preguntándome, como no te encontré antes...-rodeó su espalda y la junto más contra su cuerpo. -Llevo ya un año contigo, pero debí haberte conocido en otra vida.-besó su frente. -eres todo lo que me faltaba.-ella apoyó su cabeza en el pecho de Christian. Sus ojos cristalinos, emocionados, se camuflaban con las gotas de agua que volvían a caer desde arriba porque Christian había vuelto a dejar la alcachofa tal y como estaba.

-Te amo.-murmuró ella y plantó un besito en el pectoral superior.

-Yo más.-dijo él apretando el abrazo. -¿Estás llorando?- Anastasia escondió su cara en el cuello de Christian. Pero él tenía más fuerza, mucha más y se apartó un poco para mirarla. Anastasia bajó la mirada, avergonzada. Christian volvió a besar sus labios, enternecidos. Era indiscutible, él sabía cuándo reía, cuándo lloraba, cuándo le mentía. La conocía más que él mismo. Pero surgió una duda.

-¿Por qué?-murmuró, a un milímetro de sus labios. Anastasia le contestó con otra pregunta.

-¿Eres feliz?-se escapó de su boca. Christian sonrió.

-Más que nunca.- Dios, en su vida había conocido a un hombre más tierno que él. A cualquiera, esto le parecería una cursilería, pero él la aguantaba. -¿Por qué me preguntas esto, bonita?-dijo dándole pequeños besitos en la sien, en la mejilla húmeda, por todo. -¿Acaso lo dudas? Tú eres la que me ha hecho el hombre más feliz de este mundo.

El llanto de Anastasia aumentó. Empezó a sollozar. Christian empezó a preocuparse.

-Mi vida...-dijo suspirando y abrazaba fuerte. -¿no estarás sensible porque tienes la regla?- bajó la mirada, separando sus piernas con uno de sus muslos. Observó. - No, definitivamente no será eso

Anastasia apretó sus brazos contra su espalda.

-Abrázame, no me sueltes.-susurró. Él sonrió de nuevo, y ella sintió, cómo ahora la cubría con sus fuertes brazos, cómo la protegía.

-Pequeña...-musitó Christian.-Harás que llore yo también.

-Tú no lloras. -sonrió Anastasia.

-Te he hecho reír.-ella sonrió más, intentando apartar las lágrimas, aunque se desvanecieron por la ducha que estaba tomando.

-Dime que me amas.-dijo Anastasia haciendo puchero.

-Lo sabes, y de sobra.-fue a besarla de nuevo.-te amo,te amo,te amo muchísimo, infinito, para ser exactos, de aquí a Plutón.- Anastasia rió de nuevo, aunque era una mezcla de risa y llanto. -¿Me contarás porqué estás así?-dijo Christian con una voz graciosa, en un rintíntín adorable, confortable.

-No sé, es que...Dios,eres perfecto. Todo lo que me dices, no lo merezco.

-Soy yo el que no te merece. Sabes que soy un cínico, que he matado a muchas personas, que trabajo en algo peligroso y que he recorrido medio mundo por mis misiones. Y no sé cómo tuve la oportunidad de conocerte a ti.

-El destino, quizás. No creo en las coincidencias.

-Yo tampoco.-Christian se le quedó mirando. Amaba sus ojos. -tú si eres perfecta.-musitó. -Volim te,moj zivot.

-¿Christian?-rió Anastasia.-¿Qué dices?

-¿No que nos vamos a Croacia? Algo de croata si que sé... - murmuró - lo justo para decirte que te amo en diferentes idiomas. - acarició el lateral de su cara, poniendo su pelo mojado detrás de la oreja. - no quiero que tengas dudas sobre mí. Te amo, te amo a morir...-Y Ana volvió a estallar en lágrimas. Puede que no, puede que no tuviera la regla, pero esa era una señal de que... definitivamente le estaba por venir.

Nota de autora:
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