Capítulo 21

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Leila entró cargando las maletas.

-Deja, ya te ayudo.- dijo Christian, refunfuñando. Y cogió las dos maletas enormes de ruedas como si nada. Sus músculos se tensaron.

-Creo que no soy muy bien bienvenida por tu parte.

-Escucha Leila, si hago esto es por Anastasia. No sé que mierda le has dicho para que te tenga tanto aprecio.

-No le he dicho nada, simplemente soy yo misma. Por eso le agrado, de la misma manera que te agrade a ti. Hasta llegar a enamorarnos.- le guiñó un ojo.

-Yo no me enamoré de ti. Y tú de mi tampoco. Si no, no te hubieras ido de esa manera, haciéndome creer que estabas muerta.

-Debes creerme Christian, no lo hice por gusto. Lo tenia que hacer.

-¿Ah sí?- le dijo Christian, intentando parecer sorprendido.

-Mira, dejemos el tema, lo hecho, hecho está, ya no hay nada más que hablar de lo que pasó entre tú y yo. Será mejor que los días que esté aquí nos llevemos mejor.- Leila se inclinó, tan peligrosamente que a Christian se le aceleró el corazón. -Gracias por acoger bien a tu ex novia.- y le dio un suave pico.

-Apártate.- gruñó Christian, dándose la vuelta y yéndose a la habitación de huéspedes.- No vuelvas a hacer eso, si no te echo a patadas de mi casa.

-Cuidado.- le dijo Leila, irónica. -Que viene él matón.- Christian la miró mal. Y luego se relajó al ver la misma cama en donde había tenido un sexo magnífico, hacía nada, con Anastasia. Sonrió al saber que Leila dormiría allí, sin saber lo que había pasado.

-Esta es tu habitación.- Leila la miró de arriba abajo.

-Confortable.- sonrió y pasó.-puedes dejar las maletas aquí mismo.- le dijo en un tono imperativo que a Christian no le gustó para nada.

-Toma esto.- dijo dejando caer las grandes maletas. - Intenta que no sea un total caos, esto.

-¿Acaso no sabes que yo soy muy ordenada?- sonrió. -no sé tu querida novia como será, pero yo cuido muy bien mis cosas, lo que es de otros, pero sobre todo lo mio. -quizás eso lo dijo en un sentido literal, mirando a Christian. Como si él entrara en esas cosas. Él negó con su cabeza y se fue a su habitación. Ya eran las once de la noche y solo faltaba un día para marchar a Galesnjak, Croacia.

-¿Qué tal está Leila?-dijo Anastasia en cuanto lo vio entrar,

-Demasiado bien, creo yo. ¿Segura que es buena idea irnos y dejarla sola?

-Tranquilo, Christian.- la voz de Leila apareció al otro lado de la puerta. Los observaba a los dos. Una chispa de envidia saltaba a la vista que yacía en sus ojos, pero, ¿por qué? -Ya hablé con Anastasia,estoy segura de que ella mantiene la mínima confianza en mi como para saber que no haré nada malo en o con su casa.

-Si amor, ¿que podría pasar? ¿montara una fiesta descomunal? Leila no conoce a casi nadie acá en Estados Unidos. -Christian no dijo nada más. Aunque aún no estaba del todo convencido.

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Christian observó la expresión de la cara de Anastasia.

-Dios, esto es precioso... mi vida.- sonrió y se acercó a él para agradecérselo con un beso. Aunque eso era poco, demasiado poco.

-Todo por ti. Estas van a ser nuestras...-se quedó pensando.-segundas vacaciones... las primeras en verdad.- los dos rieron. -y quiero que sean especiales... Aunque mi amor, cada momento que paso a tu lado es especial...-la cogió de las mejillas y presionó sus labios contra los de ella, impregnándose de su gloss con sabor a fresa.

Anastasia miraba fascinada la casa que Christian había alquilado. Eso le debería haber costado una fortuna. Él la rodeo por detrás y le besó la nuca, ya que ella llevaba una trenza lateral.

-Entonces... ¿te gusta, pequeña?

-Muchísimo.-le sonrió y volvió a besarlo.

-Vas demasiado guapa.-dijo dándole una palmada en el trasero.

-Voy normal.

-Demasiado guapa.-repitió Christian con ese tono suyo. Y era verdad. A ella le gustaba vestirse bien, normal y cómoda. Pero a la vez guapa, sólo para él. Llevaba unos pantalones tallados, que se ajustaban muy bien a su figura, y unos tacos, y una chaqueta con la capucha emplumada. -¿Entramos? Adentro encenderé la chimenea, verás que bien se estará. -mordió el lóbulo de la oreja de Anastasia y es se estremeció.

-Vamos.- Christian sacó unas llaves y abrió la puerta de la entrada. Anastasia se quedó aún más fascinada por el interior. -Esta casa es fantástica.

-Si quieres la compro y venimos aquí a pasar las vacaciones.-Anastasia lo miró boquiabierta.

-¿Estás loco? Ya suficientes gastos tenemos con nuestra casa en Los Ángeles. Además de que tienes una cala privada con esa casa...-Anastasia se sonrojó al recordar todo lo que había pasado allí.

-¿Y qué? Bien que lo podemos permitir.

-Tú te lo puedes permitir, mi vida. Yo tengo un oficio en él que cobro bien, muy bien para ser exactos, ya que tengo mi carrera y todo eso. Pero no estoy forrada como tú. -alzó una ceja, lo que a Christian le pareció gracioso.

-Sabes que mi dinero también es tuyo.

-Demasiado que lo sé.-dijo mirando hacia el suelo. -parezco una niña de papá con lo mimada que me tienes.

-No, no pareces una niña de papá.- la volvió a abrazar, pellizcando una de sus mejillas y viendo esos ojos, literalmente maquillados, deliciosamente tenidos de un color precioso. -eres la niña de Christian. -ambos rieron.

-Eso, ni lo dudes.

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