EPÍLOGO
ded. Unikashi❝Un año, tres bailes y una graduación más tarde.❞
Despierto cuando el auto frena de manera abrupta, indicándome que después de siete horas viajando, hemos llegado a nuestro destino. Mi vista pasa inmediatamente a los cuerpos que tengo a cada lado, Peter está babeando mi hombro mientras que Trevor abraza mi brazo como si se tratase de algún peluche. Estoy a punto de despertarlos, pero la rubia que condujo todo el camino desde casa se me adelanta.
—¡Arriba, mandriles! —grita Aurore, lanzándole una botella plástica a su hermano, logrando que este de un respingo y despierte, aturdido.
Trevor pestañea un par de veces, acostumbrándose a la luz del lugar, y sonríe cuando se topa con mi mirada. Le devuelvo la sonrisa, queriendo mantener el momento tanto como sea posible. Aún no me entra en la cabeza que esta sea la última vez que nos veremos en algún tiempo. A pesar de que nuestras universidades no quedan realmente lejos, Trevor y yo prometimos enfocarnos en nuestros estudios, al menos los primeros meses, y eso significa restringir las visitas lo máximo posible.
—Es más grande de lo que se ve en los folletos —comenta Todd, mientras admira el campus de la universidad por la ventana del copiloto.
—¿Alguien va a despertar a Peter? —cuestiona Aurore, observando al ojiazul que aún continua profundamente dormido encima de mi hombro.
Estoy a punto de picar su estómago para despertarlo, pero mi novio se adelanta, dándole una pequeña bofetada, y cuando hablo de pequeña bofetada, me refiero a que prácticamente le vuela la cara. No se sientan mal por él, estoy bastante segura de que a penas tenga la oportunidad, la devolverá el golpe el doble de fuerte.
—Lisa —musita Trevor, tirándome la culpa.
Peter sonríe —Anda, hermano, si hubiese sido Lisa, ni siquiera me hubiese hecho cosquillas.
—Oye —me quejo, dándole un empujón que ni siquiera lo mueve un centímetro de su lugar, lo que provoca risas en él y en el chico que está detrás de mi—. Púdranse.
—Y bájense de mi auto.
Aurore quita el seguro para niños, permitiéndonos bajar y estirar las piernas después de siete horas sentados. Detrás del jeep blanco viene Dylan Rayland, conduciendo el auto de su hermano, y un poco más atrás, el camión de mudanzas con Reece Matthews y Madeline Manson. Una vez que estacionan, todos comenzamos a descargar las cosas de los chicos, llevándolas a su nueva habitación.
—Considerando que son tus cosas, podrías ayudar, Rayland —reclamo cuando veo que el castaño está observándonos tranquilamente desde la acera, mientras que yo avanzo con una silla giratoria que me dobla en peso.
—Tú quisiste venir, peaches —responde, burlón.
—A despedirme de mi novio, no a ser tu jodida mula —me quejo, lanzando la silla hacia el lado y suspirando, agotada. Siento mis mejillas sonrojarse, producto del esfuerzo, pero cuando veo que el castaño está sonriendo, se colorean por culpa de la rabia—. ¿De qué re ríes?
—Voy a extrañarte.
Entrecierro mis ojos, mientras muerdo el interior de mi mejilla. —No pienso cargar ni un mueble más, si de eso se trata.
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Love, L
Teen FictionLisa es una amante de la escritura, pero sin duda, debió pensarlo mejor antes de escribirle una carta de amor a su crush. Porque a la mañana siguiente, cuando la carta amanece publicada en cada rincón de la escuela y Trevor Matthews busca desesperad...