Capítulo treintaicuatro: Del cómo arruinar todo en diez minutos

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—Espera, déjame ver si entendí —dice Trevor, apagando la televisión y girándose hacia mi— Literalmente pasamos ocho capítulos viendo como la chica salía de las drogas, para que en los últimos diez segundos, vuelva a drogarse.

Sonrío —Básicamente.

Él suspira, volviendo a recostarse en mi cama.

—No volveré a ver series contigo.

Ruedo mis ojos —Si, veamos cuanto te dura esa idea.

Trevor acaba sonriéndome e inclinándose sobre mi para dejar un beso en mis labios, el cual acaba volviéndose más profundo en cosa de segundos.

Mentiría si dijera que los últimos días no han sido un sueño, y puede que el hecho de que mi crush de los últimos seis años se haya convertido en —oficialmente— mi novio, tenga algo que ver. Aunque, también debo darle crédito a el termino de mi tercer año de preparatoria y mis vacaciones que están cada vez más cerca. Pero claro, Trevor Matthews es la razón principal.

—Tenemos que irnos —mascullo, separándome unos cuantos centimetros de su boca. No pasa mucho rato hasta que Trevor vuelve a atrapar mis labios y vuelvo a caer en sus fantásticos besos. Sin embargo, vuelvo a separarme— Hablo en serio.

Trevor suspira —Puedo llegar más tarde.

Sonrío —De hecho, creo que el portero es parte importante del equipo y definitivamente notarán si faltas.

Trevor entrecierra sus ojos, observándome divertido.

—¿Quieres irte rápido por mi o porque mi hermana te sacará los ojos si vuelves a faltar a una presentación de las animadoras? —cuestiona, incorporándose en mi cama y mirándome desde una perspectiva más alta. Me limito a guardar silencio y eso parece ser una respuesta para él— Eres una pésima novia.

—Termina conmigo en ese caso —bromeo.

—Tardamos nueve años en estar juntos, no te librarás de mí tan fácil —afirma, volviendo a inclinarse encima de mi para besarme. Sin embargo, es él quien se aparta cuando junto mis manos detrás de su cuello— Peter me pateará el trasero si llego tarde, y Aurore también por retenerte.

Suspiro.

—Lo mejor de que el año escolar acabe, es que también se acaba mi etapa de cheerleader —mascullo, mientras me levanto de mi cama y tomo el uniforme que está encima de mi escritorio.

Me giro hacia Trevor, esperando a que tome la iniciativa y salga de la habitación para que pueda cambiarme, pero el castaño parece no entender la indirecta, ya que solo me está observando, expectante.

—¿Qué? —cuestiona.

—Afuera.

—Pero...

—¡Papá! —grito, logrando que el castaño salga corriendo de mi habitación a penas pronuncio la primera sílaba.

Cierro la puerta y me quito la ropa que traigo para colocarme el uniforme, el cual consta de un top con mangas ¾ y una falda bastante corta e incomoda, todo en rojo y negro. Una vez acabo de vestirme, guardo en mi mochila todo lo que me parece necesario y salgo de mi habitación.

—¿Trevor? —pregunto al no encontrar al castaño.

—¡En la sala! —grita él en respuesta— ¡Con tus padres!

Y ese "con tus padres" me suena perfectamente a un grito de auxilio, por lo que comienzo a bajar las escaleras apresuradamente hasta llegar a la sala. Me llevo una sorpresa cuando, al entrar, me topo con mis padres sosteniendo banderines de la escuela y pintándose la cara con marcadores especiales.

Love, LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora