Capítulo veintinueve: Mattie, contesta el teléfono

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He estado quince minutos paseándome frente al pórtico de los Matthews, debatiéndome entre tocar el timbre o definitivamente irme, dejando plantada a toda la familia de mi novio-no novio. Desgraciadamente, antes de que pueda tomar una decisión, la puerta de la casa se abre y me deja ver a la madre de los mellizos, quien me está observando con una sonrisa divertida y las cejas alzadas. 

—Ya pensábamos que no venías —comenta, cruzando sus brazos a la altura de su pecho. Su mirada tiene la cualidad de ser increíblemente intimidante y burlona a la vez, lo cual aumenta mi nerviosismo en un ciento veinte por ciento— ¿A penas llegas?

Llegué hace treinta minutos y he estado en su pórtico como idiota todo ese tiempo, señora. 

—Si. 

Madeline Manson retrocede un par de pasos, dándome la bienvenida a su hermosa casa. Conozco a los mellizos Matthews desde hace meses y aún no tengo la menor idea de en qué trabaja su mamá para pagar una casa tan bonita, estoy bastante segura de que el sueldo de un director no alcanza para esto. Lo cual es terrible, considerando que Reece Matthews es el mejor director que hemos tenido en años. 

—Adelante, todos están en la mesa —dice la señora Manson, colocando una mano detrás de mi espalda y encaminándome hasta el comedor. Siento que mi pulso se eleva descontroladamente con cada paso que doy, para cuando llegamos a la mesa, mi corazón está a punto de explotar— Miren a quién me encontré en la entrada.

De inmediato, las tres cabezas se giran en mi dirección, dejándome ver sus perfectas y sincronizadas sonrisas, asustándome ligeramente. Trevor no tarda en levantarse de su silla y acercarse a mi, plantando un pequeño beso en mis labios, lo cual me toma por sorpresa ya que nunca antes nos habíamos besado frente a sus padres. 

—Cualquier cosa que te haya dicho sobre mi niñez es mentira —musita encima de mis labios, antes de separarse completamente. Trevor me regala una sonrisa tranquilizadora y se aparta, dejándome ver a su familia. 

Carajo, ¿y ahora qué?

—Siéntate, no mordemos —bromea el señor Matthews. Es extraño, cuando estoy frente a él en la escuela no me asusta tanto, pero ahora siento como si estuviera dando un examen.

Trevor me indica el lugar junto a él en la mesa y tomo asiento, sintiendo las cuatro miradas encima de mi. 

—Creo que la estamos asustando —musita el señor Matthews, colocando un plato con sushi frente a mi. Carajo, ahora como hago para comer esta atrocidad— Lo sentimos, es solo que Trevor nunca había traído una novia a casa y...

—No hay cuidado —respondo inmediatamente, tratando de hacer tiempo para no tener que meter el rollo de sushi a mi boca— No somos novios, de todas formas. 

Luego de decir esas palabras, siento una ligera nube de incomodidad encima de nosotros. Los padres de Trevor se miran entre si, Trevor parece querer esconderse debajo de la mesa y Aurore, Aurore solo mira la situación con una sonrisa maliciosa y divertida en el rostro. 

—Trevor dijo que eran novios —canturrea la melliza malvada. 

—¡Claro que no! —grita Trevor, lanzándole un grano de arroz a su hermana. 

—¡Claro que si! —responde la rubia. 

—¡Que no! —grita el chico junto a mi— ¡Mamá!

—¡Papá! —grita Aurore.

Ambos padres sueltan un suspiro. No puedo evitar que una sonrisa se plante en mis labios ante la tradicional y divertida escena familiar. 

—Aurore, tú hermano nunca dijo que fueran novios, tú si —dice la madre de los chicos, tratando de mantener la compostura— Y Trevor, si lanzas un grano de arroz más, te haré recogerlos con la lengua. 

Love, LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora