Capítulo 2 💙

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Apoyo.

Aoko no podía hacer más que quedarse callada y quieta.

El amargo sabor en su boca, acompañado de los callados lamentos de Chikane-san, impedían que pensará en cosas para alegrar su propio día.

Su padre permanecía de pie junto a un ataúd, viéndolo con ojos melancólicos. Alguno que otro invitado bebía café.

"Kuroba Toichi." Decía un listón negro en la puerta.

Cuando su padre no le prestó ninguna atención, salió de ahí como cualquier inocente niña.

Se alejó, buscado a su tonto y pequeño amigo de la infancia.

Lo vio lanzando piedras al lago por dónde pasaban cuando regresaban de la escuela.

Se deslizó por la tierra alzando su negro vestido y llenándose las piernas y zapatos elegantes de tierra. Kaito estaba sentando, con los ojos hinchados mientras dejaba escapar tristes suspiros.

Ella, sin decir nada, se sentó a su lado, callada.

—¿Estás bien? —preguntó su infantil voz después de un buen rato.

Él no respondió, seguía perdido. Aoko se recargo en él.

Así estuvieron un rato, hasta que de pronto Kaito se mordió el labio viendo a la nada y comenzó a sollozar. Aoko giró su cabeza para todos lados buscando ayuda, desesperada y sin saber que hacer, lo abrazo, está vez de verdad no dijo nada.

Así se quedaron por minutos, hasta que aparecieron los padres de ambos preocupados. Chikane dejo caer lágrimas cuando volvió a ver a Kaito y Ginzo regaño con voz tranquila a la niña.

Sin embargo, días después Kaito no asistió a la escuela en día alguno. Aunque eran vecinos, tampoco lo había visto mucho y estaba claramente preocupada.

Un día, cuando arribó al salón de clases, había una rosa azul sobre su escritorio. Escrito con torpeza un "Gracias, Aoko. "

Pronto Kaito volvió a aparecer, retomando su comportamiento habitual y Aoko no lo vió llorar otra vez. Ninguno tocó el tema de la rosa de nuevo.

Rosas Azules.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora