capítulo 4✨

8 2 1
                                    

Emma:

"Nunca te han dicho que no hay que jugar con un corazón roto,
Que las intenciones no siempre son buenas,
Que hay heridas que hay que dejar sin anestesia,
A veces cuando rompemos un corazón nos los rompen de vuelta, Así que solo te miro cuando das la vuelta,
Cuando tú risa ilumina y no te das cuenta,
Solo sigue tres simples reglas,
Deja que te admire como cada mañana,
Nunca rompas mi corazón si no quieres que rompan el tuyo y no te me acerques a hablarme,
Por qué estoy aun simple paso de enamorarme".

Otra frase que copiaba con mero empeño mientras el profesor de química explicaba algunos ejercicios, ya habían pasado dos días desde que Clark nos había invitado a su casa y está noche sería la cena, ciertamente estaba nerviosa, aunque no tenía por qué estarlo, desde que nuestros padres se había hecho amigos nos reuníamos constantemente, pero en cada reunión sin falta sacaban a colación el tema de cuando nos encontraron y yo me seguía sonrojando como la primera vez, sin embargo el desde más o menos algunos años solo reía junto a nuestros padres, sonrió melancólica al recordar años buenos, mis pensamientos son interrumpidos por el timbre de salida y comienzo a recoger mis cosas rápidamente.

Cuando estoy afuera Noto que Samantha me espera al final del pasillo, ella hacía cosa de un año se había acercado a hablarme, ella era la única que en 2 años se había dignado a dirigirme la palabra, desde ese acontecimiento siempre miraba a las personas mal y probablemente había espantados a todos a mi alrededor, pero ella era la única que había insistido, la única que se había quedado el tiempo suficiente para ganarse mi amistad, aunque mi confianza aún no la tenía ganada, hacía mucho tiempo que había aprendido que la confianza es algo que debemos ganar con acciones y hechos, aunque ella no había hecho nada igual yo era reacia con ese tema.

Las mejores amigas a veces pueden ayudarte al mismo tiempo que destruirte, podrás soportar los engaños de una persona en la cuál habías depositado tu amistad, pero aquella que tiene tu confianza se convierte en tu pilar, ayuda a mantener a lo que llamamos vida en orden, pero esa persona puede desequilibrar tus muros, puede darles una sacudida y derrumbar tu edificio, después lo único que te quedará será juntar los bloques y espera la siguiente persona que venga no termine haciendo polvo tus cimientos.

- llegamos tarde al almuerzo -dijo Samantha, ella se colocó junto a mí y nos dirigimos juntas a la cafetería, todo estaba rodeado de mesas y alumnos, la mayoría de alumnos solo hablaban, otros solo se esforzaban por comer y algunos podían decir que tenían una buena conversación mientras disfrutaban de su comida; nosotras simplemente nos dirigimos a la fila para tomar el almuerzo, este año realmente me había ido bien el primer día.

Samantha seguía parloteando acerca de un glaseado, su mundo giraba en torno a los dulces, por un segundo sonreí de solo escucharla, aunque no queria admitirlo me agradaba que habláramos de temas tan comunes, me gustaba sentir que era común, ella aún seguía hablando, pero tuve esa sensación de que alguien me observaba, mi mirada se desvío hacia Clark por instinto, el me observo por unos minutos y volteo, está vez no hubo sonrisas y tampoco saludos cortos, era como si no uniera estado viéndome hace un segundo, inclusive llegué a dudar de lo que había visto, muchas veces intenté recuperar la amistad, de cierta manera no me gustaba estar peleada con el, sin embargo llegó un momento en el que me rendí, no tenía que seguir tras él, había captado el mensaje, esa era de otra bofetada que la vida se había encargado de darme, la vida se había encargado de enseñarme que mi primer amor pasaba de mi de una manera casi cósmica, que la cortesía extrema era la única manera por la cuál se iba a comunicar hacía a mí, el mensaje era claro, no quería que nos vincularán y mucho menos que pensaran que habíamos sido amigos.

"La vida te otorga parte de su tiempo, pero ninguna persona está segura, por qué cuando menos te lo esperas ella te cobra hasta el último segundo, dejándonos unos desgraciados y míseros segundos de felicidad"

...

Ya había terminado el período de la comida y tenía que dirigirme a la siguiente clase, aún seguía pensando en el "eres una idiota, idiota, idiota..." Siempre me pasaba lo mismo esperaba algo que nunca iba a pasar, todavía esperaba que aquel niño del que me había enamorado siguiera en alguna parte, que regresaría a mí, sentía como los ojos me ardían y las manos me empezaban a temblar, "respira" me había dicho un montón de veces, seguía doliendo aún más, sobretodo cuando sabías exactamente el resultado, pero aún te quedabas a esperar el desenlace, como si esperar sirviera de algo, tome aire y baje la cabeza, nadie se dio cuenta que estaba lastimada, nadie se dio cuenta que necesita un apoyo urgente.

Las ganas de llorar se habían ido, cuando tuve la oportunidad de levantar mi cabeza sin que se notarán mis inmensas ganas de llorar pude prestar atención a la clase, está vez no estaba Samantha, ahora era otra compañera quien ocupaba el asiento a mi lado, muy pocas veces habíamos dirigido unas cuantas palabras; ninguna de las dos éramos dadas conversar con la gente, creo que fue la única razón por la que nos sentabamos juntas en algunas clases en las que no estaba con Samantha, aún así me agradaba, me gustaba que nunca buscara tener conversaciones incómodas, era a mi parecer una persona agradable.

Ya la preparatoria había terminado, era hora de ir a casa, aunque muchas veces esto sería un gran alivio para mí, está vez era una clara excepción, aún así me dirigí a la salida, aún no encontraba a Samantha, pero probablemente ya se había ido, fui como todos los días a la parada de buses, espero como todos los estudiantes, de camino a casa solo mire por la ventana como muchos estudiantes, nada fuera de lo común, nada que hiciera alarmar a las personas, nada que las personas debieran notar, nada por lo que pensaran que era diferente, nada que marcará una diferencia.

La tarde estuvo más que tranquila en mi hogar, mamá aún no llegaba y yo había podido escribir con normalidad. "Con cada fibra de mi cuerpo y con cada célula de mi alrededor, se que no dejaré que me olvides", al leer nuevamente la última frase me llame estúpida y rayé un montón de veces hasta que quedará ilegible, no fue suficiente, arranque la hoja con frustración y la arrugue, la tire hasta la otra punta de la habitación y mire fijamente mi cuaderno, había más frases por todos lados, había millones de palabras escritas y miles de sentimientos en cada una, ¿De que sirven?¿Para que carajo las escribo?¿Para quien las escribo? Sabía las respuestas y no me gustaban ninguna de ellas, me acerque lentamente hacia donde estaba la bola de papel y la desdoble, ahora solo quedaban otras frases y el rayón.

Comenzé a leer las frases una a una, todas trataban sobre amor, todas parecían una ridícula carta del 14 de febrero, tome la hoja por un mismo lado y empecé a romperla, hacía cada vez pedazos más pequeños, la hoja quedó echa nada, ahora ninguna frase era legible, pero las lágrimas empezaron a surgir, era esto todas las malditas tardes, llorar hasta el cansancio, llamar a mis propias frases porquerías y luego sonreírle a mi mamá con si nunca hubiera sucedido.

Volver a colocar la máscara, subir tus muros con tal fuerza que sean impenetrables, veía en mi espejo como tenía los ojos rojos de tanto llorar, veía mi cara pálida y se veía claramente que la persona del espejo no tenía ningún empeño en adorar a la vida.

Comenzé a practicar las sonrisas, miraba en el espejo que tan bien me salían, observaba lo lastimera que me veía y repetía el proceso hasta que quedaba lo suficiente segura de que la sonrisa parecía real, está vez realmente intentaba, pero cada vez que veía la maldita sonrisa mis ojos comenzaban a lagrimear, tome un descanso de mi fallido intento de disimular y me recosté en mi habitación, las paredes se sentían frías y por un segundo creí ver con estás se hacían más pequeñas, se venían encima, mi respiración comenzó a agitarse y veía más borroso cada vez, el cuarto, la cama y todo lo que había en la habitación se encogía, las paredes me aplastaban, por un segundo creí escuchar la voz de mi mamá, ella gritaba, el mundo se caía ante mis ojos, "vas a morir, voy a morir" mis manos temblaban y sentí como si dejara de respirar, todo se volvía oscuro. Ahora veía una sombra borrosa, era cada vez más negro todo, estaba oscuro y por un segundo ya no pude escuchar más nada.

No Sé Admiten Mentiras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora