❥ 𝚎 𝚒 𝚗 𝚜 ↷

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Otro mísero día en esa vida sin propósito. Levantándose sin ninguna motivación, sin ninguna novedad, ni emoción. Queriendo desaparecer, con cada partícula de su ser.

Suspira con cansancio, y apenas eran las siete y media de la mañana. Su cabello se encuentra totalmente desordenado y unas ojeras horribles. No podía si quiera dormir bien. Se bañó y comió su desayuno con total tranquilidad, lo único que se oía eran las calles transitadas.

Caminaba lentamente por las calles llenas de gente apresurada para llegar a tiempo, pero a él no le importa si llega a la universidad.

Veía como el vagón pasaba frente a sus ojos y lo perdió nuevamente. Pero no se enojó como el señor que estaba vestido elegante; sin embargo, solo llegó a su mente el pensamiento:

"Ahora sí me debo lanzar"

Y en su momento de deseo de morir, se acerca el tren de una manera rápida. Cerrando sus ojos, su música puesta al máximo para imaginar otras cosas, pero incluso en ese momento no sintió ni siquiera miedo o ansiedad, ni siquiera felicidad por morir. Entonces no quedaba de otra que lanzarse.

Pero el agarre a su brazo fue lo que impidió que se lanzara. Lo único que pudo sentir fue el impacto al suelo, sus cascos cayeron y abrió sus ojos con sorpresa, y nuevamente vió fue el tren pasando por sus ojos, chasquea su lengua en un sentimiento de enojo.

-¿Por qué lo hiciste? - se dio la vuelta para encontrarse con nadie.

Literalmente había nadie en el suelo, no existía la persona que lo alejó de su muerte decidida. Miró para todos lados y confundido se levantó para entrar de una vez en el tren que supuestamente lo iba a atropellar.

De seguro la persona se había ido del lugar, tal vez tenía prisa.

O tal vez Tsukishima creía sentir a alguien que lo atrajo para que no cayera.

Una vez en el campus, cruza la calle sin cuidado alguno, ya que así según él podría morir. Y para su suerte, un auto iba a máxima velocidad, claramente porque había el verde para los carros. El rubio cruzó sin ninguna advertencia o miedo, pero nuevamente una fuerza lo empujó al otro lado de la calle, para salvarlo.

Una vez en suelo, sintió el dolor en sus manos y torso por ese golpe, bufó por no ser atropellado, y le iba reprochar a quien le ayudó a no morir. Pero la persona con quién debía hablar no estaba otra vez.

Una vez más levantándose, caminó con notorio malhumor hacía su salón de la universidad.

¿Tan difícil es morir? Porque para él la vida si que era difícil, y según su lógica la muerte sería más fácil.

Aburrido estaba en su clase, solo anotaba lo que decía el profesor. No conversaba con sus compañeros de clase, ni con ninguno en realidad. Nada ocurría en su vida, era como un vacío tan grande que nadie podría llenarlo.

Suspiró en la banca del parque, no podía creer que mantenerse vivo sería tan díficil. Y en esa banca, sintió la presencia de alguien más. Giró su cabeza para encontrase con una cabellera verde, piel pecosa y una sonrisa tan brillante como el sol.

-Soy Yamaguchi Tadashi; ¿m-me podría ayudar? Por favor - pregunta tímidamente

- No - dice sin dudar.

- Por favor... Siento que no podré hacerlo sino es con usted - le pide con súplicas pero con una sonrisa siempre.

-¿Por qué dices eso? - pregunta con notoria confusión y algo molesto.

-Porque lo encuentro alguien genial, por favor ayúdeme - suelta sin más.

Chasquea su lengua y accede a ayudarlo.

[•••]

Ambos se encontraban en la biblioteca, estudiando sobre las técnicas de negociación en el área administrativa. Kei se muestra algo molesto, ¿Cómo alguien puede estar tanto tiempo sonriendo?, le cansaba el tan solo verlo esforzarse.

- ¡Eres muy bueno en ésto, Tsukishima-san! - dice con entusiasmo.

- Sólo lo normal - le interesaba poco seguir una conversación.

- ¡Pero es la verdad! - hace un pequeño puchero, pero su rostro se relajo a uno de tristeza - Eres bueno Tsukki, entonces ¿Por qué quieres dejar éste mundo?

El mencionado levantó su rostro con confusión y asombro, y tenía muchas preguntas. Nadie lo había llamado así antes, ¿Se supone que era un apodo?; ¿Cómo sabe mis intenciones de morir?; ¿Era él quien lo salvaba siempre? ¿Dónde antes he escuchado ese nombre?

- ¿Cómo lo sabes? - dice con enojo.

- Porque te he observado, siempre quieres suicidarte - le dice con una mirada reprobatoria.

- ¿Eres tú quién siempre evita que me muera?

- Sí, soy yo.

- No lo hagas, yo quiero morir, déjame morir. - dice al acercarse a él mientras se levanta.

- No te dejaré, sólo porque no encuentras tu propósito aquí quiere decir que debas morir - se levanta al mismo tiempo, con una mirada de dolor.

- ¡Eso no te corresponde! - grita el rubio.

-¡Eres bueno en todo lo que haces! ¿¡Qué más necesitas para poder salvar tu vida!? - le agarra de la camisa que llevaba puesta, con ojos de furia le grita la verdad ante sus ojos.

- No necesito órdenes de alguien de quién ni siquiera conozco. - saca las manos del peliverde su camisa bruscamente.

Coloca todas sus pertenencias en la mochila que llevaba ese día y se marchaba sin más que agregar.

- No necesitas recordarme para poder decirte la verdad - dijo el pecoso.

El rubio se dio la vuelta para pedir explicaciones de esa frase, pero no lo vio en su lugar, así como sus cosas tampoco estaban. Frunce el ceño y finalmente sale de la biblioteca. Pensaba que era un chico inocente y rebelde, pero por sobretodo misterioso.

Acaso... ¿Lo conocí alguna vez?

Tsukishima no se acuerda, pero Yamaguchi aún tiene memorias frescas de lo que sucedió.
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𝘈𝘯𝘨𝘦𝘭 [𝘏𝘢𝘪𝘬𝘺𝘶𝘶 | 𝘛𝘴𝘶𝘬𝘬𝘪𝘠𝘢𝘮𝘢 | 𝘍𝘪𝘯𝘢𝘭𝘪𝘻𝘢𝘥𝘢]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora