❥ 𝚎 𝚙 𝚒 𝚕 𝚘 𝚐 ↷

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El frío habitaba los primeros días de noviembre, la gente empezaba usar ropa más abrigadora por los vientos helados y las bajas temperaturas, varias casas comerciales ya hacían publicidad a la gran esperada Navidad.

Tsukishima salía de su trabajo con su traje gris y su maletín. Llevaba un gran abrigo oscuro y una bufanda de color verde oliva. Ese día salió a las seis de la tarde por terminar antes sus responsabilidades en el museo de antigüedades, que tenían un propósito de administrar las entregas, empleados y exposiciones al público del establecimiento.

Al frente del museo, había una florería que era característico por la gran variedad de sus plantas y flores. Allí compró una docena de tulipanes rojos y morados, su expresión nunca cambió de la sería, pero por dentro realmente estaba emocionado de ir a visitarlo.

Era día viernes y en la tarde, así que el tráfico era eterno y la gente entraba a los vagones como hormigas; se colocó sus audífonos manos libres y colocó la misteriosa playlist que siempre escucha y disfruta por todo el recorrido en el infierno llamado vagón llenísimo.

Se baja en la estación de a cuál no está su hogar, sin embargo, se dirigió a la salida con algo de prisa para que las flores no se marchiten.

Caminó algunas cuadras y entró a un parque que tenía varios árboles con copas altas y arbustos bien cuidados. Sube algunas escaleras y se encuentra con él:

— Feliz cumpleaños, Tadashi — se acerca lentamente a la lápida que tenía el nombre y la fecha de nacimiento y fallecimiento. — Es diez de noviembre, deberías celebrar.

Mencionó melancólicamente, deja el ramo de tulipanes en el espacio vacío y suspira al verlas allí.

— Me alegro que estés aquí — puede sentir como su corazón se oprime y su voz casi se rompe, pero no lloró, debía ser fuerte. — Han pasado cuatro años desde que te fuiste otra vez... Y todos los días te imagino en éste tiempo y espacio... — sonríe leve — De seguro en otra vida estamos juntos... — la brisa fría hizo que su cabello se desordenara y volvió a sonreír, está vez con más fuerza, porque pudo sentir su presencia cerca. — Nos vemos, Yamaguchi.

Bajó las escaleras lentamente y al final de ellas, una cabellera peliverde se hizo presente, por un momento pensó que era su amado, pero su emoción no duró mucho al ver que era una mujer mayor y la cuál ella lo reconoció al instante. Los ojos de la mujer se llenan de lágrimas al instante.

— ¿Kei-kun? ¿Eres tú? — preguntó con un nudo en su garganta

— Sí, soy yo señora Yamaguchi — le era tan raro reconocer a la mujer que hace mucho no veía.

— Así que lo recordaste — un par de lágrimas ruedan por sus ojos. — Tú eras quien dejaba los tulipanes en su cumpleaños desde hace cuatro años... Muchas gracias, Kei-kun — le sonríe con dificultad.

— No agradezca señora Yamaguchi, yo lo siento por no recordar antes... — su culpa por el accidente y su amnesia era un dolor constante en su cuerpo.

— Está bien... Tenía la esperanza que algún día recordarás a mi pequeño... — sonrió nuevamente con algunas lágrimas — Ya debo irme, mi estrella me espera — se inclinó levemente y subió las escaleras, el rubio hizo lo mismo y se fue en dirección contraria.

Durante cuatro años llevándole flores a Yamaguchi y al fin pudo ver a su madre, se veía muy cansada, pero era un cansancio permanente, de seguro hecho por la depresión que sufrió luego de la muerte de su único hijo.

Caminó hasta su hogar, escuchando sus canciones favoritas; no podía dejar de suspirar por todo lo que había pasado, decir que lo extrañaba todos los días era poco.

Su corazón estaba roto y las heridas aún no se cierran, pero su único impulso para levantarse todos los días era que luego de todo su esfuerzo, podría estar con su Tadashi.

Ahora su propósito para vivir era Yamaguchi, cada segundo y suceso lo valía por el pecoso.

Y pronto estaría con su amado.
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Fin
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𝘈𝘯𝘨𝘦𝘭 [𝘏𝘢𝘪𝘬𝘺𝘶𝘶 | 𝘛𝘴𝘶𝘬𝘬𝘪𝘠𝘢𝘮𝘢 | 𝘍𝘪𝘯𝘢𝘭𝘪𝘻𝘢𝘥𝘢]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora