Segundo secreto

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¿Qué tanto puedo decir de la vida en la que debió ser mi casa? Creí que el reencuentro con mis hermanos sería más emotivo, ya que éramos sixtillizos creí verdad el rumor de que tendríamos algún tipo de conexión o algo parecido, pero nada pasó más que un saludo formal y de ahí era como un mueble más, una silla o algo así, ellos hacían sus cosas, salían, regresaban y ya que yo tenía la pierna fracturada, mi madre no me dejó salir a ningún lado, me dejó dormir en la sala y comía con ella y mi padre en una habitación aparte de mis hermanos, creo que era el único momento en que los veía juntos, riendo, hablando y demás cosas.

Cuando fue mi siguiente cita al médico para que me retiraran el yeso de la pierna, mi madre le dijo a Karamatsu que ella me llevaría personalmente porque quería "conocerme más" y a regañadientes Karamatsu aceptó, aunque me advirtió múltiples veces que tuviera cuidado con ella, ya que ella parecía tener poderes. Algo que se me hizo ciertamente estúpido, pero... quizás hubiera hecho caso.

Ya que todo el camino en taxi íbamos en silencio hasta que estuvimos en la sala de espera del médico, mi madre me volteó a ver, con una mirada completamente seria, inclusive me dieron escalofríos al mirarla y me dijo una simple frase:

—¿Cuándo se lo dirás a tus hermanos?

Esa simple frase me heló los huesos, inclusive los nervios me atrajeron un nudo punzante al estómago, pero traté de mantener la calma y hablar con ella. —No creo que estén listos.... Ni yo... —Respondí y bajé la cabeza mirando mi pierna.

—Tu padre ya lo sabe también, solamente que le dije que no causara un gran escándalo. ¿Puedo saber por qué no crees que estén listos?

—Han pasado bastantes años, parece que ya no les afecta tanto y creo que será un fuerte golpe emocional para ellos y más para mí, además, quiero conocerlos, es divertido en cierto modo que me traten como un desconocido... —

Mi madre suspiró, desde que yo la había conocido de pequeño, sabía que ella era una mujer fuerte, firme y que era casi imposible de doblegar o ver frágil, pero, por el rabillo del mi ojo pude ver como se enrojecían los de ella, se notaba como trataba de contener las lágrimas, se notaba como trataba de no quebrarse frente a él y de pronto simplemente soltó: —Te extrañé mucho... —

Bajé la mirada, apreté los labios...joder, era risible como esas simples palabras me estaban haciendo sentir como si tuviera ocho años otra vez, con ganas de llorar hasta que se me olvidaran todos los horribles años que viví y con todas las fuerzas del mundo. A voz a punto de quebrarse y la mirada baja, le respondí — Y yo a ustedes... —

Los siguientes momentos nos quedamos en silencio, supongo que ambos tratando de evitar llorar, sabíamos ambos que si nos poníamos a hablar el único tema a tratar habría sido mi vida o la de ella y tal como con mis hermanos, no estábamos listos para esa conversación.

Me quitaron el yeso, me pusieron terapia para recuperarme, ejercicios y esas cosas, creo que con los únicos que convivía era con mis padres, mi padre si fue quien se sentó conmigo a hablar un par de veces, me pidió disculpas por no haber podido defenderme y...bueno, solo puedo decir que fue emocionalmente agotador.

Al día siguiente de aquello, Karamatsu finalmente se dignó a acercarse a mí, vestido con un pantalón de mezclilla, una chaqueta que cuero y lo peor era una camiseta sin mangas que tenía impresa su cara.

—¿Cómo estás?... — Inició la conversación sentándose a mi lado.

—Bien, sinceramente más tranquilo de lo que he estado en mucho tiempo, ya estoy curado y me siento en perfecta condición, puedo regresar a trabajar contigo cuando quieras.

Karamatsu soltó una risa y asintió —Pusiste todo de cabeza, ahora tengo trabajo todo el tiempo y poco tiempo para divertirme, incluso, estoy a punto de salir, luego de acabarme esto... — dijo poniéndose un cigarro entre los labios y cuando se estaba buscando el encendedor en los bolsillos se escuchó:

Secretos. (Fanfic Osomatsu san)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora