Salía del ascensor agotado, sobre las once de la noche, cargando en sus hombros con la enorme mochila que le ralentizaba los pasos. Con el único pensamiento, de darse una ducha caliente y dormir en su cama por un día entero.
Dejó caer el equipaje en el recibidor, ignorando por completo el golpe sordo que éste dio al impactar contra el suelo.
Deseaba tanto el relajar los entumecidos músculos de su cuerpo, con el calor del agua, que no prendió la luz. Únicamente, se fue despojando por el camino de algunas prendas.
Tales como sus botas, los calcetines, el jersey y empezaba a desabrocharse el cinturón de sus pantalones, cuando reparó en ello.
No era el único que había allí. Por el rabillo del ojo, pudo detectar la figura alta a contraluz en la ventana, que había a su derecha en el pequeño salón.
Pero rápido redujo la tensión que había tenido en estado de alerta, al captar que quién fuese, no venía atacarle, dado que aún seguía allí parado de forma relajada con un cigarrillo en sus labios.
-Menos mal, que no has seguido desnudándote -Soltó con tono divertido, descubriéndose al fin por el sonido de su voz.
Una voz, que hizo fruncir el ceño a Gerard. Pues jamás hubiese pensado que lo buscaría y menos en su piso. Aunque, tratándose de la monarquía y su modus operandi, de pasar desapercibido...
Y fue en aquel momento, que su mente volvió a verse invadida por los recuerdos, recordándole la herida abierta de su corazón. Y ahora, aún se sentía más cansado, con el peso que llevaba su corazón roto.
-Vaya -Sonrió de forma socarrona-. Entre lo cansado que voy, y lo alejado que llevo de la prensa rosa, que no presté atención a mi alrededor en la calle, para no ver ningún coche oficial. Porque de seguro, que habéis despistado a los periodistas.
-La verdad, es que para la prensa rosa no tenías un aspecto tan... ¿Deplorable? -Bromeó Kénan.
-No creo que el rey de las joyas, quiera discutir sobre mi barba de meses sin afeitar -Reprochó con cierto suspiro, mientras decidía acercarse a su frigorífico y extraer de él, un botellín de cerveza-. ¿Te paso una?
-Perfecto -Aceptó, agarrando la que ya tenía en las manos el hombre.
- ¿Llevas mucho rato esperando? -Preguntó, antes de darle un trago al líquido dorado, mientras se apoyaba con aspecto cansado en la encimera de la cocina.
-Unos veinte minutos a lo sumo -Se alzó de hombros-. ¿Puedo darle a la luz? -Preguntó divertido.
-Sí, perdona -Sonrió-. Voy tan cansado, que ni me importa estar a oscuras
-Siento molestarte en éste momento -Dijo con tono de disculpa-. Pero, no sabía si ibas a querer recibirme, si te llamaba o me presentaba en tú oficina.
-No tengo nada contra ti -Confesó dando un nuevo trago-. ¿Pero no sé por qué me buscas?
- ¿De verdad que no? -Soltó con tono socarrón Kénan.
-No voy a pronunciar su nombre por tú gusto -Le marcó con tono seco-. Además, te veo muy relajado, para que sea nada grave.
-Júzgalo por ti mismo -Soltó, cogiendo un pequeño portafolios que tenía en un lado, para lanzarlo sobre la oscura encimera.
Solo era una carpeta.
¿Entonces, porqué demonios se le hacía un mundo el querer ver lo que había dentro? Por ella. Porque a pesar de todo ése tiempo transcurrido, no quería mover de su mente y retina, el como la vio por última vez.
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Embaucando A Mí Príncesa (Segunda Parte Deberes De Príncesa)
RomancePortada realizada por @sarelighlp El mundo de su hermana Jacqueline, parece haber dejado de girar en sentido catastrófico, para encaminarse en el camino de la felicidad. Algo que ella, Harmonie, no cree que la vaya a encontrar jamás. Su corazón...