14 Sirius Black

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Fuimos unas de las muchas parejas que después de Hogwarts siguieron juntos. Nos amábamos desde sexto curso y los momentos juntos dentro de ese castillo fueron los mejores recuerdos de ese colegio. Pero de estos ya han pasado dieciséis años. En los primeros tres años todo iba bien, luchábamos con la orden del Fénix. Hasta que alguien nos traicionó, haciendo que Voldemort matase a James y Lily Potter. Acabando así con la guerra mágica y dejando a Harry huérfano a la temprana edad de un año. Como Sirius y yo no nos podíamos hacer cargo de él, lo mandaron con su tía Petunia, hermana mayor de Lily. A Sirius le mandaron a Azkaban y yo me hice profesora junto a Remus. Al principio iba a visitar a mi esposo todas las semanas sin falta, pero ambos llegamos a la conclusión de que era mejor que dejara de ir.

De esto ya paso doce años y Remus y yo no nos habíamos separado nunca. Los dos dábamos Defensa Contra las Artes Oscuras y la dábamos juntos. Éramos el profesor Lupin y la profesora Black.

Aun estando fuera de Inglaterra siempre había vigilado a Harry y le cuidaba en sus sueños.

En el tercer año escolar de Harry en Hogwarts, Dumbledore nos llamo y nos pidió que fuésemos profesores en su institución. Remus y yo aceptamos sin pensarlo mucho, ambos queriendo conocer a Harry en persona.

Cuando llegamos a Inglaterra algunas personas me miraban con desconfianza. Hasta que leyendo el periódico, lo supe, había escapado de Azkaban, mi marido había escapado de Azkaban. Se lo enseñé a Remus y ambos nos vimos algo preocupados. Sabía que Sirius no nos había traicionado, pensába que a lo mejor fue Peter, pero nunca pude demostrarlo.

Conocimos a Harry en el vagón del tren. Iba con los que suponía eran sus amigos: una chica morena llamada Hermione que nos había reconocido y un chico pelirrojo que reconocí al instante, era un Weasley. Cuando nos presentaron en el discurso de Dumbledore, todo el salón me miraba mal o preocupado. Las primeras semanas fueron algo duras, pero me acabé acostumbrando. Me acostumbré a los recuerdos cada vez que miraba una pared, esquina, pasillo o aula. Era agobiante, ya que no todos los recuerdos eran buenos.

Una tarde terminé muy agobiada de todo, las miradas, los susurros de los alumnos como de los profesores. Todo era agobiante. Solo por amar a alguien que ha sido mal juzgado y tener su apellido.

Salí del castillo hacia el bosque prohibido donde me transforme en un hermoso zorro blanco.

Cuando me trasforme por primera vez, junto a los demás merodeadores, me paso algo extraño. Dumbledore me explicó que el poder cambiar de tamaño en tu forma animaga era un don algo poco usual. Pero dicho don me ayudo mucho en controlar a Remus ya que me hacía muy grande y le asustaba.

Seguía andando por el bosque hasta que me encontré con un perro negro algo más grande de lo normal. Cuando reconocí a quien le pertenecía ese olor. Me acerqué más a él con cuidado, pero él me gruño y mostró sus dientes, me aleje un poco y me volví a transformar en humana. Al instante él perro me tiro y poniéndose encima de mí empezó a lamerme la cara con felicidad. Yo no paraba de reírme. Cuando dejo de lamerme la cara se tumbo encima de mí, colocando su cabeza en mi cuello. Le intenté levantarlo pero no me hacía caso.

- Canuto, te podrías levantar y transformarte – le exigí.

Él como buen perro obediente hizo lo que le pedí. Cuando se transformó pude ver que los años le habían hecho efecto, además estaba algo demacrado. Vestía el uniforme de Azkaban y se veían unos tatuajes en el pecho que le daban un aire de malote muy sexy. No deje que se levantara porque me lancé encima suya y enrollé mis brazos alrededor de su cuello. Nos quedamos ahí tumbados, mirándonos a la cara unos minutos, hasta que no lo aguanté más y lo besé. Sus labios delgados pero carnosos, sabían igual que la primera vez que nos besamos. Era un beso necesitado pero en el cual nos demostrábamos todo el amor que aun nos teníamos. Él bajo sus manos a mi cadera y me apretó contra él. Ante ese gesto sonreí y le mordí el labio inferior, sin llegar a hacerle daño, por lo que nos separamos jadeantes.

- Merlín,...todavía sabes... como... dejarme sin... respiración – cuando lo dijo, me quede observándolo, le había echado tanto de menos. Estaba tan feliz de por fin poder tenerlo aquí, conmigo. Se me empezaron a salir las lágrimas de tantas emociones. Sirius al ver esto puso sus manos en mis mejillas y con sus pulgares quito las lagrimas de mis mejillas. – Hey, no llores, Amor, no estés triste – sonreí pero siguieron saliendo lagrimas.

- Sirius, no son lágrimas de tristeza, son lágrimas de alegría. Por fin te tengo aquí conmigo, por fin te puedo abrazar, por fin te puedo besar y tocar, después de tanto tiempo. – Él sonrió por lo que acababa de decir.

Al tenerlo aquí me di cuenta de lo mucho que lo había necesitado todos estos años. Y ya no estaba dispuesta a que me lo volvieran arrebatar, haría todo lo posible para no separarnos nunca más

One Shots MultifanbdomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora