13 Remus Lupin

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Me dolía todo el cuerpo, pero el dolor provenía de la parte baja de mi abdomen. Como odiaba la regla, es un asco. Lo único bueno era que la profesora McGonagall al ver que los hechizos contra el dolor no me hacían nada me dejaba quedarme en la cama. No me dejaba los seis días, pero si los que tuviera un dolo muy intenso. Sé que a lo mejor algunos pensaran que soy una exagerada, que no soy a la única en el castillo con la regla y que muchas otras chicas la pasan, bla, bla, bla. Me da igual. A mí me dolía mucho y por ello disfrutaba de ser atendida por mi novio, McGonagall no solos me dejaba saltarme a mí las clases, sino que también a una persona que yo eligiera para que me cuidara, solo se lo tenía que comunicar unos días antes para controlarlo.

Ahora mismo me encontraba tumbada en la cama de mi merodeador. Para apaciguar el dolor, estaba con las piernas hacia arriba apoyadas en unos de los palos que unía la cama con el dosel. Esperaba a que Remus me trajera un pastel de chocolate.

Sonaron dos golpes en la puerta y grité un adelante. Por ella apareció mi novio con una bandeja con pastel de chocolate y dos vasos de zumo de calabaza. Me sonrío y ando hasta la cama, dejó la bandeja con las cosas en su mesilla. Cambie de posición lentamente para que no me doliera mucho y me coloqué con las piernas cruzadas para dejar un espacio a Remus. Cogimos cada uno un trozo del pastel y empezamos a comer.

- ¿De qué te ríes? – cuestioné cuando se empezó a reír.

- Estaba pensando en que estamos apañados, tú con tus dolores una vez al mes y yo...

- Con tu pequeño problema peludo – dije riéndome. Él me miro serio, no le gustaba que bromease sobre su licantropía. Sabiendo a donde llegaría esta conversación quité los platos de la cama y los lleve con magia a la bandeja y esta la moví a otro sitio ya que podríamos tirarla.

- No entiendo cómo puedes tomártelo así a la ligera – me subió un poco la camiseta del pijama dejando ver un cicatriz en el costado de mi estomago -, deberías estar enfadada, YO te hice eso. Me tendrías que odiar... - antes de que siguiese, le cogí de las mejillas y le atraje conmigo mientras me tumbaba, haciendo que él quedase sobre mí.

Uní nuestros labios. No era un beso apasionado ni salvaje, era un beso lento con sentimiento del que ambos disfrutábamos. Remus se sujetó con el antebrazo para no aplastarme, con la otra mano acariciaba mi cintura. Yo tenía una mano en su cabello atrayéndolo a mí y con la otra acariciaba su espalda baja. Al separarnos apoyé mi frente con la suya y susurré:

- No podría odiarte nunca, ni lo pienses. Y no puedo estar enfadada contigo por algo que no elegiste tú. Y lo de la cicatriz tienes que ver algo bueno, ya no necesitamos tatuajes a juego – ante mi cometario se rió y se separo para mirarme a los ojos.

- No sé en qué momento hice algo tan bueno, como para merecerte.

- Me lo vas a decir a mí, sigo pensando que en otra vida tuve que encontrar algún tipo de cura para alguna enfermedad o algo así, porque si no me explico el asunto.

Ambos soltamos una carcajada y nos quedamos mirándonos a los ojos. Me moví un poco para apoyarme en la almohada, pero quedaba bajita para mi gusto, así que atraje la almohada de James a la cama y moviéndonos a los dos, la puse debajo de la de Remus y me volví a tumbar ahora estaba mucho más a gusto. Remus me miro interrogante y le sonreí, le hice una señal para que se tumbara y apoyara su cabeza en mi pecho. Nos quedamos allí tumbados, yo mirando al techo acariciando el pelo de Remus y pensando en nosotros. Por otro lado Remus estaba apoyado en mi pecho, con los ojos cerrados y jugando con el borde de mi camiseta.

- Sabes me he dado cuenta de dos cosas.

- ¿De cuáles? – preguntó.

- La primera es que eres un analgésico – subió su cabeza y me miró como si estuviera loca – no me mires así tiene una explicación, cuando te alejas de mi, por ejemplo antes cuando has ido por el pastel, me dolía mucho, pero has entrado por la puerta y el dolor a disminuido enormemente.

- ¿A sí que soy como una pastilla? – asentí – ¿Y cuál es la segunda?

- Creo que nuestros patronus tiene algo que ver con que seamos pareja.

- Pues claro, ¿no lo sabías? – negué. – Los patronus no son siempre los mismos, ellos son un reflejo de lo que somos. Yo soy un lobo porque es como me veo, James es un ciervo por su amor con Lily que es una cierva, Sirius es un perro porque es leal y tranquilo pero si lo cabreas puede ser "algo" peligroso, Peter no sé porque es una rata y tú eres una loba por...

- El amor que siento por ti. – Remus asintió y volvió a apoyar su cabeza en mi pecho.

One Shots MultifanbdomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora