Capítulo 3. Compañeros.

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Tras la bienvenida de la Directora Corradini, un alumno de tercer curso del clan de los Suzaku que se hacía llamar Miki, se ofreció voluntario para darnos un pequeño tour hasta nuestras nuevas estancias. Parecía bastante popular, pues la mayoría de los alumnos y alumnas que nos cruzábamos se paraban a saludarle. Miki nos explicó que era tradición hacer un baile de bienvenida para conocer mejor a los nuevos alumnos, aunque también era una gran oportunidad para reencontrarse con los compañeros de siempre. También recalcó la importancia de seguir el código de vestimenta como decía la tradición. Por suerte, Bea me había hablado millones de veces del baile de bienvenida, sino hubiese sospechado que se trataba de una novatada. Ella siempre me contaba que adornaban el salón de actos como un cuento de hadas, en honor al clan de los Solari, los fundadores del baile y uno de los clanes más poderosos desde el nuevo despertar. Algo que no dejaba de resultarme irónico, pues el sanguinario y tenebroso clan de los medianoche había sido casi aniquilado durante los años oscuros pero sin embargo, el clan de las hadas resultó victorioso hasta el punto de ser en gran parte, las que ayudaron a restablecer el orden y asegurar el orden y la vida de los supervivientes. Los demás clanes, la mayoría de ellos con grandes bajas, abrazaron la ayuda que los Solari les ofrecieron con gran agradecimiento. Bea también me explicó que los Solari solían ser de los más populares dentro del internado. Además, solían ser elegidos reyes y reinas del baile de fin de curso, por lo que también empezaban a despertar algo de rabia, especialmente entre las aquaris, también conocidas cómo Hijas del océano o lo que popularmente se conoce como sirenas. Sin embargo, la rivalidad entre Solaris i Aquaris era igual de legendaria que la nuestra con los Verdugos de la Luna.

A parte de estos cuatro clanes, el resto aceptó el tratado de paz del nuevo despertar con agrado, pues el resto de los clanes solían ser más discretos.

"Mirad bien el escudo del Internado" nos ordenó la Directora "Cada una de las nueve puntas de esta estrella representa cada uno de nuestros clanes, y los círculos que la rodean representa nuestra nueva unión. Juntos, somos más fuertes. Juntos, en esta nueva hermandad, no volveremos a caer. Sé que aún quedan espinillas entre algunos de nosotros, pero mi principal misión aquí, aparte de educaros y protegeros, es lograr que las nuevas generaciones abracen nuestras diferencias y dejar de vernos como enemigos". Su discurso aún resonaba en mi cabeza cuando llegué a la puerta de mi habitación. Me aseguré tres veces de que tener el número correcto antes de tocar el pomo, pero entonces otra mano se abalanzó sobre él.

―No me lo puedo creer ―Gritó Hugo apartando la mano rápidamente del pomo― ¿En serio me ha puesto con el único chupasangre del curso?

―Tú no has escuchado mucho lo que ha dicho la directora, ¿no? ―Repliqué rápidamente

―Ah, que además eres un pelota y un repipi. Menudo fraude de vampiro, menos mal que la mayoría han muerto y no pueden ver en lo que habéis quedado...

Inhalé profundamente apretando el puño hasta clavarme las uñas en mis manos. No quería ser el centro de atención y caer en su provocación resultaría contraproducente. Por suerte, apareció otro chico de aspecto afable y cortó la tensión con una tímida sonrisa.

―Vaya, veo que las noches serán entretenidas... ―Dijo apartando un par de mechones dorados de sus ojos― Soy Gèrard, supongo que vosotros sois Víctor Hugo y Flavio Augusto.

―Sólo Flavio.

―Sólo Hugo.

Contestamos ambos simultáneamente, por lo que los tres nos reímos de la situación, aceptando con resignación el percal que nos había tocado y por primera vez, Hugo no parecía tan capullo.

―Vale, vamos a tener buen rollo ―añadió él― ¡PERO EL PRIMERO QUE ENTRE ELIGE CAMA!

Sol de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora