Sol de Medianoche

Capítulo 4. En pie de guerra.

Hugo entró como alma que lleva al diablo para elegir cama, así que Gèrard y yo nos conformamos con compartir litera. El dormitorio no era gran cosa, pero agradecía que al menos hubiese el espacio suficiente para tres ocultos post adolescentes, especialmente cuando dos de ellos pertenecían a clanes históricamente rivales. En el momento que recibí la carta de aceptación, mis peores pensamientos invadieron mi cabeza. Nunca me había resultado fácil integrarme en los colegios humanos, siempre acababa siendo el bicho raro del grupo, pero mi hermana siempre me animaba diciendo que era algo pasajero. Ella decía que había encontrado un lugar seguro para niños como nosotros y que ya no tendría que alejarme de los demás por miedo a hacerles daño o me miraran de forma extraña. Lo cierto es que yo no tenía muchas ganas, pues no le veía el sentido ir a un internado cuando en para el mundo humano ya era mayor de edad. Sin embargo, el tiempo para nosotros es diferente y pasa mucho más lento. Por eso mismo, consideraron que era mejor esperar hasta tener suficiente edad como para empezar a manifestar nuestros "dones". Gèrard aprovechó el momento de deshacer las maletas para poner algo de música para intentar calmar el ambiente, cosa que dio bastante resultado hasta que, de golpe, esa extraña armonía fue asaltada por unas voces familiares que se alzaban con furia ante nuestra puerta.

―¡Por fin os encuentro! ―Exclamó Eva― No me puedo creer que me hayan puesto en la misma habitación que la Solari más capulla del universo.

―No le hagas caso, Eva... No vale la pena ―añadió Anne.

―Valdrá la pena cuándo le arranque la cabeza y la arrastre por todo el internado por su lindo cabello rubio.

―Ehhhh.... ¿Luego soy yo el que busca pelea? ¿Se puede saber que te han hecho, sirenita?

Hugo se acercó con una risa burlona a Eva, colocando sus brazos sobre sus hombros en modo protector. Hasta ahora, no me había dado cuenta que tanto Eva como Anne llevaban la marca del clan Aquari en la muñeca, pero eso explicaba el fuerte vínculo de ambas y la escurridiza presentación de Eva.

―Es una borde. ―Se adelantó Anne― Y lo peor es que nos han separado.

Mis ojos se pusieron en blanco ante tal dramatismo, pero por suerte Gèrard se adelantó haciendo mofa de la situación. Me aparté, con miedo de volver a verme involucrado en otra pelea absurda, pero en vez de eso, Eva sonrió y respiró tres veces.

―Vale, igual he sido algo dramática. Aunque que la bordería de esa hada malvada me ha hecho pensar que quizás yo también he sido algo capulla... Oye, Flavio... Siento el espectáculo de antes.

Los ojos de Eva parecían sinceros, así que acepté las disculpas y decidimos ir a la sala común para conocernos más los cinco.

―Ahora que lo pienso, a vosotros dos también os han puesto juntos... Pero os veo bastante mejor

Anne preguntó sorprendida mirándonos a Hugo y a mí, y este le explicó que habíamos intentado dejar al lado nuestras diferencias. Me resultaba curioso que dijese eso, cuándo ambos sabíamos que él era el único que había intentado iniciar una guerra, pero decidí dejarlo pasar. Ahora me preocupaba más no toparme con una misteriosa hada rubia que según Eva y Anne, era peor que una víbora.