Aprovechamos que ya casi era la hora de comer para dirigirnos a la cafetería. Era un sitio entrañable, capaz de unificar la tradición y solemnidad del castillo con una decoración bastante más moderna que le daba el toque perfecto. Esta noche era el famoso baile de bienvenida y muchos de los alumnos aún estaban por llegar, por lo que el lugar aún estaba tranquilo. La comida fue apacible; Eva y Anne estuvieron recordando viejos tiempos y explicando tradiciones de las Hijas del Océano. Ambas habían crecido junto al mar, por lo que estaban contentas de estar cerca de él a pesar de todo. Hugo, por su lado, decía que tenía ganas de explorar el bosque. En lo poco que lo conocía, había notada cierta incapacidad a la hora de estar quieto, por lo que no me sorprendería que un día cualquiera me lo encontrara trepando del pino que da a nuestra ventana. Por suerte, Gèrard era del clan del Pueblo del Silencio, por lo que su calma me reconfortaba y no me sentía tan fuera de lugar. El clan de los Silenciosos era conocido por sus habilidades con la naturaleza. También eran bastante parecidos a los Solari, pues según cuenta la tradición es el clan de los elfos. Pero estos, eran bastante más discretos de lo que solían ser las hadas, por lo que agradecí que apareciera justo en el momento en que creía no podría mantener más la calma.
Después de comer, nos dispersamos a nuestras respectivas habitaciones pese a las pocas ganas de Eva, que acabó cediendo al ver que su dormitorio estaba vacío antes de despedirse de Anne. Al llegar a la habitación, nos quedamos dormidos al segundo y al despertar, Hugo ya estaba buscando el traje perfecto para esta noche. Gèrard se aseguró de tener el suyo listo para seguir descansado y yo decidí que era el momento de ver que me había elegido Bea, pues pensar en el baile de bienvenida hacía unas semanas sólo me daba dolor de cabeza y escalofríos, así que confié totalmente en mi hermana para esta elección. Cogí el teléfono y le envié un mensaje al encontrar solamente lo que yo ya había puesto en la maleta. Me dijo que lo tenía ella, que en un rato me lo bajaba, así que decidí hacer tiempo explorando el que inevitablemente iba a ser mi nuevo hogar. Me dirigí hacía la torre del ala oeste, subí las escaleras de caracol hasta encontrar una antigua sala que servía de trastero para guardar los instrumentos. Dudé un poco, pues no estaba seguro de poder entrar y no me gustaba buscarme problemas, pero al ver que el lugar estaba totalmente vacío decidí echar un vistazo. Era una sala dividida en dos plantas con una pequeña escalera de madera para acceder a la parte de arriba. Bajo el ventanal de la sala había un viejo piano cubierto por una sábana polvorienta. Decidí apartarla con cuidado para no levantar una nube de ácaros y acaricié suavemente sus teclas. Hacía tiempo que había dejado de tocar, pero sin darme cuenta, mis dedos empezaron a bailar entre viejas melodías. De golpe, el leve sonido de unas pisadas en la parte superior de la sala y pude sentir mi sangre nocturna se congelaba en el mismo instante. Entonces, una dulce voz temblorosa paralizó mi corazón.
―¿Hay alguien ahí?
La voz parecía acercarse al borde de la escalera, por lo que involuntariamente decidí esconderme tras ella y unos pies empezaron a bajar con cautela. Al ver que la chica se acercaba más a mí, intenté dar un paso sigiloso hacía atrás, con la mala suerte de topar con una caja llena de instrumentos de metal que provocó un gran estruendo al caer. Maldecí mi torpeza deseando poder desaparecer, pero entonces, en ese mismo segundo, vi como los pies de la escalera tropezaban al verse sorprendidos por tal bochornoso espectáculo. Sin darme cuenta, mi cuerpo se abalanzó automáticamente sobre la chica para impedir que cayera desde arriba de las escaleras. No sé cómo lo hice, pero conseguí sujetarla antes de que chocara contra el suelo. La chica era bastante alta, aunque algo menos que yo, por lo que conseguí retenerla contra mi cuerpo para evitar el impacto. Alzó las manos contra mí para conseguir mantener el equilibrio antes de apartarse su suave melena rubia de la cara. Y entonces, ese corazón que parecía muerto hace unos segundos empezó a latir con todo el descaro del mundo como si quisiera huir de mí no tan vampírico cuerpo. Sus ojos azules me miraban con cautela, aún sin procesar del todo lo que había pasado. De hecho, yo tampoco entendía cómo había podido llegar tan rápido hasta ella, pero la belleza de su rostro me dejó totalmente fuera de combate por unos instantes. No sé cuánto tiempo pasó, hasta que por fin volvió a hablar.
―Vaya... Y luego dirán que los Medianoche sólo traen muerte y destrucción... ―Empezó a decir con tono burlón y su perfecto rostro tomó un tinte de humor encantador― Gracias por salvarme la vida, mi héroe ―Añadió mientras alzaba su mano derecha hasta su frente de manera teatral― ¿Estabas escondido?
―En realidad, sólo estaba buscando alguna víctima para merendar
Las palabras salieron tan rápido de mi boca que hasta yo me sorprendí de mi respuesta, pero por suerte, lo que pensaba que sería el fin del encuentro acompañado de la típica cara de "aparta bicho raro" se trasformó en una suave carcajada que desmoronó todos mis temores.
― ¿Entonces... tocas al piano para atraer a tus víctimas? ¡Qué susto! Ya pensaba que era un fantasma del castillo, me alegra que sólo sea un vampiro.
―Perdona, pensaba que no había nadie y...
―Y normalmente así es, pero me lo he apropiado como mi rincón secreto.
―Vaya, y te lo he fastidiado...
―Bueno, no pasa nada. Si has llegado hasta aquí será que tú también buscabas uno. Lo podemos compartir siempre que decidas buscar otra cosa para merendar...
Sonreí, como hacía tiempo que no hacía cuándo alguien bromeaba sobre mis orígenes, pero había algo en su naturalidad que me enganchaba y no podía evitar contagiarme de su humor.
―Me parece un buen trato. Gracias.
Ella me devolvió la sonrisa y me tendió la mano para cerrar el trato. Un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo al volver a tocar su piel, ahora más consciente de la suavidad de esta. Me pareció ver un leve cambio en el color de sus mejillas, pero supuse que sólo eran imaginaciones mías.
―Bueno, te vuelvo a dejar a solas con el piano... Sonaba genial, por cierto ―De golpe, miró su reloj acelerada y se deslizó hasta la puerta dedicándome una sonrisa antes de desaparecer por ella― Ya nos veremos...
Y el silencio volvió a apoderarse de la habitación, caí rendido de nuevo encima del taburete con la vista perdida en el ventanal. Ni siquiera me había dicho su nombre, ni yo el mío, pero esa desconocida había conseguido derrumbar mis muros con tanta facilidad que no daba crédito. Entonces, la funda de un vinilo que no había visto hasta ahora apareció ante mis ojos y su título volvió a despertarme una sonrisa: "Quiero que vuelvas".
***
Capítulo especial para celebrar el nuevo single de Samantha!También he aprovechado para cambiar la portada... ya me diréis que os parece! Ahora a reproducir y comprar Quiero Que Vuelvas en todas las plataformas <3
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Sol de Medianoche
FanfictionLos ocultos son seres mágicos que viven entre los humanos con total normalidad, pero todo el mundo sabe que ir a el Internado Juana de Navarra es esencial para cualquier ser con poderes. ¿Pero, que esconde este Internado secreto? ¿Es realmente tan b...