Capítulo 1

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(Esta historia ocurre entre los eventos del final de Steven Universe y Steven Universe: The Movie)

Lo había conseguido. Tras mucho esfuerzo, Steven Universe había salvado el universo, sanado a todas las gemas, y destruido la tiranía opresiva del Homeworld. Sin embargo, ese viaje le había hecho perder muchas cosas, y no solo a él, si no también a las personas que le ayudaron. En concreto, dos de las mejores amigas de Steven, Lapislázuli y Peridot, habían visto su casa, un granero abandonado por la familia Universe, destruido en medio de la batalla contra Diamante Azul y Amarillo. Es por eso, que durante un pequeño periodo de tiempo, Lapis y Peridot se quedaron a vivir en la casa de Steven, mientras buscaban un lugar donde vivir. Y de todas las historias desternillantes y de todas las disputas que hubo aquellos largos meses, hay una que me gustaría contaros:


Una tarde, Steven y Peridot se encontraban en la cama del primero delante del televisor, viendo aquella telenovela canadiense que tanto le gustaba a la segunda. Pearl estaba trabajando de camarera y Amatista y Garnet estaban pasando el rato en su habitación, así que solo estaban ellos dos, con toda la tranquilidad que te puede ofrecer una telenovela canadiense de bajo presupuesto. Peridot gritaba y saltaba cada vez que ocurría algo mínimamente importante, como si fuese la primera vez que había visto algo así. Pero de pronto, un gran golpe se oyó por todo el lugar, solapando el sonido del televisor, haciendo retumbar la casa de tal forma que Steven y Peridot casi pegaron un grito del susto. Ambos se preguntaban que había ocurrido, pero antes de conversarlo, la puerta se abrió:

- ¡Steven! ¡Peridot! – Lapis había sido quién la había abierto, con su irreconocible voz - ¡Tenéis que ver esto!

Steven, aún sorprendido, accedió, y Peridot se quejó por que no le dejasen terminar el capítulo de su serie, pero al final, los dos fueron a dónde les decía Lapis. Resultaba ser que la estatua que decoraba la casa se había agrietado, y un dedo de esta se había desprendido, chocando contra la arena de playa.

- Estaba sentada justo allí, y entonces la estatua se rompió. – Lapis estaba igual de confundida que los otros dos, – Steven, ¿tú que crees que le ha pasado a la estatua para que se haya roto?

- No lo sé, la verdad. – Steven no sabía que responder. – Pensaba que mi madre le había dado a la estatua algún tipo de protección mágica especial o algo, nunca había pensado que se pudiera cae-

Steven no pudo terminar la frase, pues Peridot le interrumpió subitamente, mientras inspeccionaba la mano esculpida en piedra de la estatua:

- Está claro que esto se debe a un desgaste en este material que usáis los humanos para hacer vuestras esculturas, eso que llamáis "piedra". Además, si nos fijamos en algunos de los dedos que quedan veremos como tienen ciertas grietas, seguramente por la batalla que hubo aquí hace unos meses. ¿Cuál era la posición en la que estabas antes, Lapis?

Peridot había estado dando toda su charla de espaldas, y ahora que por fin podía ver a Steven y Lapis, ambos la miraban aún más confundidos que antes. En lugar de esperar una respuesta, Peridot decidió continuar hablando:

- Supongo que lo único que podemos hacer es volver a poner el dedo como está. – Peridot bajó la mirada hacia la playa. El dedo se veía tan pequeño desde ahí arriba, pero pudo calcular cuál sería su masa, y más importante, su peso. – La pregunta es, ¿cómo?

Peridot volvió a esperar unas palabras por parte de Lapis y Steven, pero tuvieron que pasar unos segundos para que la primera intentara responder.

- Podríamos llamar a las otras gemas y que ellas lo arreglen. He visto que la fusión entre Pearl y Amatista es muy fuerte-

- Oh, ¡yo lo sé, yo lo sé! – Ahora Steven fue quién cortó a Peridot. - ¿Por qué no os fusionáis vosotras dos y lo levantáis juntas? ¡Seguro que seréis muy fuertes unidas!

Tanto Lapis o Peridot se quedaron absortas ante lo que acababa de decir Steven, incapaces de responder a tal afirmación.

- ¿Fu-fusionarnos? – Dijeron las dos al unísono. Peridot tomó la delantera. – Steven, la fusión es algo que las gemas solo usamos en situaciones excepcionales o de máxima importancia. ¿No te lo habían dicho ya una de las gemas de cristal?

- Bueno... eso era antes. Digamos que desde que descubrí que Garnet es una fusión, todo eso ya no tiene mucho sentido.

- ¡Pero eso es diferente! Aunque ahora que lo dices...

Peridot dejó de prestarle atención a Steven y empezó a hablar consigo mismo en voz baja, quién sabe qué cálculos estaría haciendo. Lapis era diferente. Ella seguía algo absorta, pero su mirada había cambiado, parecía un poco angustiada. Se acercó a Steven, y con una voz más suave que Peridot, le habló.

- Steven, no sé si la fusión sea la mejor solución en este momento. Creo que podríamos pensar en otra cosa...

Mientras Lapis intentaba convencer a Steven, Peridot volvía otra vez de sus cavilaciones:

- Pues acabo de analizarlo, y tomando en cuenta todas las variables, tampoco es una mala idea.

- Literalmente has cambiado de opinión en diez segundos. – Le espetó Lapis, frunciendo un poco el ceño.

- Eso no importa ahora. Además, es cierto que llevo tiempo pensándolo, y creo que podría estar bien el sentir como es eso de la fusión, al menos para saber como usarla en el futuro. – Mientras decía esas frases, Peridot, que siempre soltaba sus discursos sin mirar a los demás, ahora se había detenido a observar a Lapis mientras pronunciaba esas últimas palabras.

- Sigo pensando que sería mejor esperar a que lleguen las otras gemas y lo resuelven ellas. – Lapis intentó cambiar el centro de la conversación en un breve momento.

- Oh, ¡pero seguro que vosotras juntas debéis ser super poderosas! – Steven aún estaba ilusionado con la idea.

Aprovechando que Steven había cortado la conversación por un breve momento, Peridot se acercó a Lapis, y intentó hablar con ella lo más cerca posible, para que Steven no las pudiese escuchar.

- Lapis, ¿no te das cuenta? Este el perfecto momento para demostrarle a las gemas de Cristal que podemos valernos solas, y que no somos una molestia en su casa.

- ¡Pero ellas no piensan eso de nosotras! – Lapis dijo esa frase con el suficiente volumen como para que Steven lo escuchase.

- ¿En serio? – Peridot miró a Lapis haciendo una mueca, como si lo que estaba diciendo ella era una obviedad.

- Pero... - Cansada de discutir, Lapis soltó de sus labios las palabras que los otros dos esperaban.– Vale, hagámoslo.

Tanto a Steven como a Peridot se les iluminó el rostro, y con una sonrisa de oreja de oreja, bajaron de la mano de aquella escultura hacia la playa.

I Walk the LineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora