Cuentos del Olimpo: Cicatrices de la duda

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—Bien ¿Por dónde podemos empezar? —Una chica de cabello negro con mechas azules sostenía un gran libro con unas intrincadas imágenes de peleas y animales, unas letras doradas decían: "Cuentos del Olimpo"

—¡Lee la de juegos de Almas! —Propuso un pequeño de cabello negro y ojos verdemar mientras abrazaba a un tiburón de peluche.

—¡No, esa no! —Repuso otro niño de cabello negro abrazando un peluche de perro negro, tenía los ojos oscuros y la piel olivacea —¡Lee la de Jason de Disney! —

—No, no, es mi turno, es mi hermana y leerá la que yo quiera —Repuso un pequeño rubio de ojos azules abrazando un peluche de nube sonriente —Thalia, cuéntanos la de la "Cicatrices de la duda" —

—No, esa no, esa hace llorar a Nico —Se quejo el de ojos verdemar.

—No voy a llorar yo ya crecí —Rodó los ojos el otro azabache abrazando su peluche.

—Bien, como Nico ya creció, entonces vamos a contar el cuento de Cicatrices de la duda que pidió Jason —Ella sonrió abriendo el libro —Muy bien comencemos —

Hace mucho mucho tiempo atrás en la época donde existían los dioses, las guerras y los héroes, habían tres amigos que eran completamente inseparables. Su amistad se había forjado en el calor de la batalla, cada monstruo que caía bajo sus espadas era muestra de su gran amistad.

Percy hijo del dios de los mares, un joven fuerte y aguerrido, leal como ningún otro, el mar siempre estaba de su lado. No importaba contra que se enfrentará él siempre sonreiria, por lo que era conocido como el Caballero de la amable sonrisa.

Nico hijo del dios del inframundo, era el más joven de los tres guerreros, pero por supuesto eso no lo hacía más débil al momento de luchar, siempre se enfrentaba a todo con bravura y valor. No importaba contra que bestia se enfrentarán, ni la oscuridad que se cirniera sobre su cabeza el siempre terminaría la batalla con un grito silencioso llevándose a las almas de sus enemigos a su último juicio, por eso era conocido como el caballero del último juicio.

Jason hijo del dios de los cielos, un joven de brillante cabellera rubia como el sol, siempre recto e impoluto, era siempre el que tenía un plan sobre como debían atacar en la batalla, buscaba proteger a sus amigos aún si tenía que arriesgar su propia vida. No importaba a qué peligro se enfrentará el viento soplaba a su favor y con un rayo dictaba la justicia divina sobre los que atrevieran a ir contra la ley, por eso era conocido como el Caballero del Rey, porque era justo como debía ser cada rey.

Pero como siempre no todo en el mundo es sólo luz y la oscuridad puede atrapar a cualquier individuo por muy bueno que se dicte, siempre habrá dudas, desconfianza, envidia, incluso en los corazones más bondadosos de los caballeros más valientes.

Y eso fue lo que comenzó a cernirse sobre nuestro Caballero del último juicio. Deben saber que los hijos del dios del inframundo son más propensos a creer que todo el mundo le tiene desconfianza y que en cualquier momento su amigo sería un enemigo más, Nico lo sabía mejor que nadie. Después de todo, la mayoría de la gente le temía al dios de los muertos, del inframundo, porque pensaban que era malévolo y que siempre tenía un plan de como acabar con la existencia.

—Mi padre no necesita más gente en los campos de castigos o asfodelos os lo aseguro —Se quejaba nuestro Caballero Nico tomando con fuerza las riendas de su corcel hecho de huesos porque los caballos normales se asustaban con su presencia.

—Yo te lo creo, creo que es muy triste ser el rey del inframundo, estar rodeado de oscuridad cuando existe el mar —Percy sonrió montando su pegaso a lado de Nico, sonreía disfrutando de la cabalgata.

One shot JercyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora