ConejitoAzul

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N/A: ¡Hola! Perdón la tardanza. Este era una especie de especial por el cumple de Connor así que... ¡Felicidades!
¡Aviso! Esta parte contiene contenido explícito, se recomienda leer con discreción.

Por favor, dejadme vuestra opinión, le he puesto mucho cariño.
¡Sin más dilación, aquí está el capítulo!

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Connor suspiró y se levantó de su mesa.
Era de los últimos, estaba evitando salir del aula para no celebrar su cumpleaños.

- Walker, ¿puedes quedarte un momento? - dijo su profesor de filosofía. Y... ¿ Cómo podría negarse a ello?

- Claro, profesor. ¿Qué pasa? - dijo el castaño, acercándose a su mesa.

- ¿Podrías decirme por qué has venido vestido con unos pantalones tan ajustados? - le dijo, acercándose a él.

- ¿Panta...lones...?

Su maestro se rió con ganas, soltando varias carcajadas sonoras que resonaron en aquella aula de universidad vacía.

- Sí, pantalones, eso que llevas en las piernas.

Connor se sonrojó con notoriedad.

- Sí, claro, eso son unos pantalones. - dijo, haciendo una pausa antes de continuar con aquella conversación.
- Me refiero a que... es un comentario extraño.

-- Oh, ya entiendo. ¿Eres de esos chicos que por mensaje te dicen todo sin problemas, pero luego en persona son muy tímidos?

Connor frunció el ceño.
¿Hank le había descubierto? ¿Sabía que él era ese "Conejito" con el que había estado hablando ayer?

- No sé de qué me está hablando, profesor. - dijo el menor, fingiendo confusión.

- Oh, ¿Crees que no me di cuenta de que eras tú? - dijo, con la voz un poco más grave. Aquél tono causó que un escalofrío recorriera toda la espalda del castaño.

- Vaya... - susurró - Mire, lamento muchísimo las molestias. Le prometo que no fue ninguna broma y que nadie de clase lo sabe. - dijo. El mayor se le acercó, y él empezó a dar pasos para atrás, hasta chocar con la mesa del maestro.
Hank sonrió ampliamente. Tomó al menor de las piernas y lo sentó en la mesa.

- Connor, soy un poco más mayor que tú... Y no soy imbécil, veo la forma en la que me miras. - se acercó al espacio que había entre las piernas del chico. - Durante un tiempo, me dije a mí mismo que era solo imaginaciones mías... porque eras un chico muy aplicado.

Hizo una breve pausa. Aún con aquella sonrisa que poco a poco iba enloqueciendo al menor.

- Pero... cuando me apareciste en Tinder... Me dí cuenta de que... - se acercó más a su rostro, posando una de sus manos en la mejilla del menor. - Lo que tanto me estaba negando era cierto - dijo, en un susurro. Acarició la mejilla de porcelana con su pulgar, sin dejar de sonreír.

El castaño tragó con dificultad. Casi se atragantó al notar como el mayor acortaba la poca distancia que había entre ellos y dejaba ambas manos en su cintura, aún sin besarle, pero cerca de su rostro.

- Y... ¿Qué se estaba negando, profesor? - dijo en un susurro.

- El hecho de que te sientes atraído por mí - dijo el mayor, con la voz agravada de nuevo, mirándole a los ojos, con las pupilas dilatadas.

Su cuerpo reaccionó enseguida a aquella estimulación.
Notó un tirón en su vientre, su corazón dio un vuelco y sus pupilas se dilataron también.

¿Profesor? [SIN TERMINAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora