8

23 4 4
                                    

Sábado, otra vez.

Nos dirigíamos a la fiesta en la casa de Marc, como cada fin de semana, pero esta vez no tenía ganas de nada. Tuve una pelea con mi mama en la mañana porque quiere darle el dinero de mi viaje a casa a mi hermano, para que vaya a una fiesta con los amigos, siempre supe que no era la favorita, pero esta mujer se pasa.

Lo único que realmente quiero esta noche es emborracharme y olvidar esta amargura que llevo, por suerte a mi compañera no le molesta para nada emborracharse conmigo, ni hay que pedirle, es tan dedicada al alcohol.

Ya estamos llegando a la famosa fraternidad, Emma hace algunos chistes que casi no escucho para cambiar mi humor, y aunque no funcionan del todo no están tan mal. Hicimos lo de siempre, ir a pedir nuestro gin tonic, pero esta vez lo pedí doble.

— Tranquila chica, puedes ponerte borracha pero no inconsciente. No es seguro este lugar lleno de monos hormonales. — Le saqué la lengua y me giré sobre mi eje, caminé hasta nuestra mesa mientras le daba sorbos a mi bebida.

Por suerte los monos hormonales no se encontraban en la mesa, se encontraban en un tipo de patio que hay cerca del living, fumando hierba. Recorrí todo el lugar con la mirada, pero no, tampoco estaba Alex, me entristecí un poco. De un solo trago terminé mi bebida, y mientras Emma y Javier venían con su primera copa en la mano, yo estaba camino a buscar la segunda, y doble.

Mi humor empeoraba en cada momento, la música que pasan es basura, Emma está muy ocupada coqueteando con Javier pensando que nadie se da cuenta, los chicos nunca volvieron a nuestro lugar, y la verdad no sé dónde carajo se encuentran. Y, por último, Alex, que al parecer ni siquiera se dignó a venir esta noche.

Ya estaba terminando mi cuarto vaso cuando alguien se paró frente a mí, al principio no pude reconocer, pero luego lo vi bien, Darren.

— Hola preciosa, ¿Mal día? — Indagó sobre mí, me corrí en el sillón para que él tuviera lugar a sentarse, y lo tomó.

— Mala vida. — Aclaré. Sí, estoy siendo algo dramática.

— ¿Puedo tratar de arreglar tu vida?, solo por cinco minutos, luego puedes volver a tu borrachera. — Inquirió, y la verdad no tenía mejores planes. Asentí, él tomó mi mano y nos encaminamos hasta la pequeña parte de suelo que era llamada pista de baile.

La música no es tan buena, pero se disfruta, me tomó por la cintura sin acercarse demasiado, dando pequeñas vueltas en el lugar. Al bailar, miraba todo el lugar como apreciando lo lindo que era, pero algo me descolocó, Alex estaba sobre las escaleras mirando detenidamente en nuestra dirección. Darren dejó de dar vueltas y yo quedé en la línea de visión de Alex, mientras Darren le daba la espalda a este.

El mayor me miró por unos segundos y se acercó, demasiado diría yo, y puso su boca cerca de mi oreja, sentía su respiración de un lado y la mirada penetrante de Alex en el otro, mi corazón late más rápido que nunca. Esperaba una reacción de su parte, pero Alex estaba ahí, simplemente observándome muy fuerte. Darren apretó el agarre de mi cintura para acercarme a él, y apoyó su boca en mi oreja, esta vez más cerca, y empezó a balbucear cosas que no entendí, porque, en ese momento Alex salió dando zancadas como si estuviera más enojado que nunca.

Me disculpé con Darren y corrí tras mi amigo, subí las escaleras como pude, ya que el alcohol se hace muy presente en mi sangre, pero él ya no se encontraba ahí, pregunté a un chico que no conocía si había visto a Alex. En su habitación, me respondió sin siquiera mirarme.

— ¿Su habitación? — Musité confundida.

Él simplemente me señaló una puerta, me dirigí a ella y golpeé, pero nadie atendió, así que de todas formas la abrí.

— ¿Qué carajo te pasa?, es que, ¿por qué te fuiste así? — Estaba hablando enojada, él solo estaba tomando de una botella de whisky.

— Eres igual que todas. — Bufó casi inaudible, pero yo sí lo escuche.

— Estuviste aquí todo el tiempo, sabiendo que yo estaba ahí sola ahogando mis penas en un vaso de gin tonic barato. ¿Por qué te molesta que alguien más quiera estar conmigo si tu no vas a hacerlo por ellos? — Me acerqué para habar de frente a él, Alex dejó la botella de alcohol en el piso y me miró a los ojos. Su expresión parecía apagada, no me decía nada sobre qué estuviera sintiendo. Di un respiro profundo, por un momento sentí que lloraría como niña tonta frente a él.

Él se levantó y trató de acercarse, pero lo tomé de los hombros y lo volví a sentar en la cama.

— Vamos, contesta. — Incité. Él vacilaba si hablar o no.

— No lo sé. — Fue toda la respuesta que obtuve.

— Mierda, solo habla. ¿Acaso eres de esos amigos posesivos?

— ¿Qué?, ¡No!, solo es que, él es una basura. — Parecía agobiado, se desacomodaba el pelo bruscamente con la mano.

— ¿De qué hablas?

— ¿Te gusta?, dime. — Otra vez, su mirada penetrante se cruzó — ¿Te gusta ese imbécil?

— Tú eres el imbécil. — hablé acercándome a él, mientras me daba una mirada de desagrado. — el imbécil que no se da cuenta.

Lo tomé por los hombros y me senté en su regazo, y una corriente eléctrica me atravesó. Podía jurar que él sintió lo mismo por la cara que puso. Apenas me acomodé sus manos tomaron mi cintura.

Mis manos subieron por sus hombros y tomaron su cuello, y en ese momento Alex me besó. Me acercó a él con decisión y unió nuestros labios en un beso rápido y necesitado, se recostó sobre la cama y yo caí con él, depositando mi peso a su alrededor sin cortar el beso, era apasionado y fugaz.

Sus manos se deslizaban sobre mi cintura debatiendo si ir más lejos o no, profundice el beso. Nuestras lenguas se encontraban y por momentos le daba mordidas picaras en el labio, él me las devolvía. Mi cuerpo empezó a crear fricción con el suyo, y aunque se sentía demasiado bien debía terminar esto antes de que vaya más lejos.

Me separé bruscamente de él, tomando asiento sobre mis piernas en la misma cama, Alex tomó la misma posición y ambos nos quedamos en silencio un momento esperando a recuperar el aliento.

— ¡Qué estúpida! — Dije hablando bajo, aunque sé que él si escucho. — Lo lamento, esto no debió pasar. — Le aclaré mientras me levantaba bruscamente de la cama.

Él quiso tomar mi brazo para detenerme, pero se lo impedí, me dirigí hasta la puerta de la habitación.

— No me gusta Darren. — Aclaré y cerré la puerta tras de mí, esperando que Alex no me siga.

Descansé un segundo en la escalera, y la imagen de nuestro beso se repetía una y otra vez en mi cabeza, y más por lo bien que se sentía.

No seas estúpida Hannah, no hay que repetir historias.

Y me marché de la fraternidad, aún borracha, con la poca dignidad que me quedaba.








Espero les haya gustado este capítulo tanto como a mí

comenta:
¿Te gusta Alex?
¿te gusta Hannah?


Quiéreme asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora