Capítulo 5

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-¿De verdad han intentado de todo?-dijo Félix mientras examinaba la cerradura del cofre.

-Ya le dimos de martillazos, lo estrellamos contra un árbol, en fin ya intentamos de todo...-frustrada masajeé mi sien.

-Este cofre es muy resistente-Félix rio, se quito las gafas y revolvió su cabello rubio-bueno... La cerradura es antigua con un par de herramientas especiales bastará.

-Eso espero porque si no yo misma lo lanzaré a los confines de la tierra-digamos que Karol carece de la virtud llamada "paciencia".

Félix se levantó de su silla y salió de la habitación. Hoy salimos a medio día para pedirle ayuda ya que es todo un sabelotodo.

Mientras esperábamos a nuestro amigo, examiné a mi amiga. Karol es de tamaño promedio, delgada pero con curvas acentuadas, sus bucles largos y castaños hacen un perfecto contraste con su piel color canela y su rostro ovalado esta adornado con unos preciosos ojos café, nariz respingada y labios definidos. Yo soy probablemente una cabeza más baja que ella y... Ahora que lo pienso, eso si que es deprimente. Como les decía mi cabello castaño y laceo que apenas crece llega hasta un poco más de mis hombros, soy delgada y es posible que mis curvas no sean tan llamativas pero... Tampoco es que sea tan, taaan, plana, o al menos eso creo. Papá dice que mis ojos marrones le recuerdan a los de mamá pero yo pienso que jamás podría igualar la belleza de mi madre.

-Muy bien. Comencemos-dijo él ojiazul frotando sus manos. Comenzó a buscar no se que cosa en la caja de herramientas que su papá le regaló para su cumpleaños número 12 ¡Un GRAN día!

30 minutos después...

-Te amo... Te amo... Te amo...-Karol llenaba de besos el rostro del ojiazul y yo seguía sin comprender como había logrado abrirlo tan fácilmente. Sin duda alguna, mi amigo es todo un genio.

-Claro, solo así dices que me amas ¿No?-se llevo una mano al pecho y entrecerro los ojos haciéndose el dolido.

-¿Como puedo agradecertelo?-sonreí y lo abrace por los hombros aprovechando que estaba sentado y lo alcanzaba. Deje un sonoro beso en su mejilla y volví a sentarme en su cama.

-Con que te quedes a ver una maratón me es más que suficiente-sonrio meciendo su silla giratoria.

-¡Cuenta conmigo! Karol... ¿Te quedarás?-note como miro de soslayo a Félix y nego sonriendo.

-No puedo. Hoy debo hacer las compras con mamá pero me ubiese encantado ver una maratón con ustedes-dijo con un risita extraña.

-Te acompaño -Félix se puso de pie y salió junto con Karol quien se despidió con un beso de ambos.

Mire él cofre ahora abierto y me debatía en si abrirlo o no. Pero mi curiosidad siempre gana.

Con pasos lentos pero seguros me acerque y vi que contenía unos pequeños sobres blancos de aspecto antiguo. Tome uno y vi el número 3 escrito con fuente gótica.

Busque él sobre que tuviera él número 1 y lo tomé. Lo abri y expulse él aire lentamente al ver su contenido.

#1 Corre por tu vida
Él se esta acercando
No entres en su juego
Oh acabarás perdida.

-¿Pasa algo?-se notaba preocupado.

Con manos temblorosas le acerque la nota y él la tomo. Sus entrecejo se arrugo a más no poder y me abrazo protectoramente.

-Tranquila pequeña, seguro es una broma nada más. No permitiré que te pase nada, lo prometo-susurró en mi oido.

¿Miedo? ¿Adrenalina? ¿Confusión?
No hay palabras que describan lo que estoy sintiendo. De lo único que estoy segura es de que llegaré al fondo de esto. Cueste lo que cueste. Porque dudo que se trate de una broma aunque podría ser.

-¿Te parece si vemos las películas?-dije en mi intento de distraerlo.

-Si esta bien- él se fue a preparar palomitas de maíz.

Le mande un mensaje a papá avisandole de mi paradero para que no se preocupara. Félix regreso después de 10 minutos y nos pusimos a ver películas recostados en su cama.

Mi cuerpo estaba presente pero mi mente divagaba en otras cosas. Un brazo pasando por debajo de mi nuca me hizo volver a la realidad. Gire mi cabeza encontrandome con un rubio sonriente con los ojos puestos en él televisor.

Aún tengo presente el "regalo" que inocentemente le dí para su cumpleaños número 12.

Un beso en los labios.

Recuerdo que él me gustaba cuando niña y me sigue gustando pero nunca se lo dije ni se lo diré. Y apesar de lo que paso, él y yo nunca perdimos nuestra amistad.

Me apegue más a él y lo abrace y así pasamos una agradable tarde de películas.

***

Leopold suspiró por quinta vez mirando su reflejo en él espejo de bronce, acomodo su corbatín y aliso arrugas inexistentes de su traje negro. Miró la hora en él reloj de su mesita de noche, 7:30 p.m.

-Aquí vamos-murmuro al girarse y caminar hacia las gradas, bajo casi trotando por la escalera de caracol que conectaba con la parte baja de su habitación y camino descuidadamente entre las columnas de ónice que sostenían el cielorraso bruñido de plata y oro.


Él acaricia con su mano la pared de uno de los largos pasillos de la mansión Poniatowska (casi castillo) adornada con piedras preciosas que relucían con el más esmerado diseño escogido por su propia madre.

Leo pasó por el enorme jardín trasero de la mansión y Gabriel lo esperaba inseguro un poco más allá de la entrada. Gabriel al igual que su amigo portaba un traje muy elegante pero de color azul marino.

-Hola Leo.

Leo inclinó levemente la cabeza y continuó en silencio, siendo seguido por Gabriel quien no podía ocultar la preocupación de su rostro a pesar de que siempre pasaba lo mismo en las cenas familiares de los Poniatowska y los Marquez.

Ambos caminaron hasta llegar al camino empedrado que llevaba al parqueo de los Poniatowska. Leo había esperado a que los demás se adelantaran para irse solo con su mejor amigo.

Cerca de un árbol que en una de sus fuertes ramas sostenía un columpio, Leo se detuvo contemplándolo con nostalgia.

Finalmente habló por primera vez en todo el día.

-¿Recuerdas cuando para las vacaciones jugabamos aquí con Elizabeth?

Gabriel palideció y se acerco a su amigo. Posó su vista en el mismo lugar que su amigo y dijo:

-Claro que lo recuerdo

Leo asintió con la cabeza.

-Vamos, no quiero que mamá se queje de que llegué tarde a la estúpida cena-dijo con notable irritación en su voz.

-¿Seguro quieres ir? Porque si no podemos fugarnos y decir que fue culpa mía -dijo rápidamente el ojiverde señalandose a sí mismo.

Leo soltó una leve carcajada y palmeó con suavidad la espalda de su amigo.

-No esta vez camarada-dijo sacudiendo la cabeza.

Gabriel se encogió de hombros divertido y ambos amigos se subieron al Ferrari SF90 rojo y emprendieron su camino al lugar donde se llevaría a cabo la cena.

💋💙
🇰🇱

Darkness ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora